Hablar de Iverson, es hablar de uno de los mejores jugones que ha dado la NBA en los últimos años, pero bien es cierto que los últimos coletazos están dejando mucho que desear.
El bueno de Allen Iverson iba de copiloto en un Lamborghini Murciélago gris por las calles de Atlanta creyendo estar jugando al Need For Speed, ya que no hacía más que cambiar de carriles sin parar y sin indicar. Hasta que un buen policía les hizo el alto y les preguntó por la documentación.
El conductor, un colega de Iverson no tenía ningún papel en regla y claro, el policía no dejó salir a nadie del coche, esto cabreó a Iverson y el policía al ver el percal, pues llamó a refuerzos. Éstos llegaron y comprobaron que el coche era propiedad de Iverson, pero con licencia caducada del 2009… mal Allen, mal…
Pero aquí no queda la cosa, al ver todo lo que se estaba montando, Iverson dijo al policia: «Quédate el coche, tengo 10 más» y después de varios insultos soltó un gran «¿no sabes quién soy yo?«. El policia respondió educadamente «no me importa quien seas, estás conduciendo tu coche sin pagar tu matriculación y con una matrícula falsa» y Allen, que ya no cabía en si mismo sentenció «hago más dinero que tú en 10 años«.
Después de esta bonita lucha dialéctica, la policía le incautó el Lamborghini a Iverson el cual sacó sus cosas y se metió en un Rolls Royce Phantom de uno de sus colegas que iba detrás de ellos… será por coches!.
Una bonita historia que sumar a las ya bonitas historias que parece ser que tiene Iverson…
Anoche vivimos la final del campeonato universitario americano de baloncesto, en su división I, o lo que todo el mundo conoce como la NCAA, Butler repetía, pero UConn se llevó el gato al agua.
Veo poco baloncesto universitario, lo reconozco, pero cuando llega el March Madness me engancho minimamente para ver, sobre todo, a lo que será jugadores para el próximo draft. La cita que si que intento no perderme es la final, y este año no ha sido menos.
La Final Four este año se ha celebrado en el mastodóntico Reliant Stadium, estadio de los Houston Texans de la NFL y con capacidad para casi cerca de 80 mil personas que abarrotaban el estadio para ver a los 4 mejores equipos del año en la NCAA.
Por una parte teníamos a los de Bulldogs de Butler, con su joven (34 años) entrenador Brad Stevens y con algunos de los jugadores que el año pasado sorprendieron a todos y a nada estuvieron de llevarse el título frente a Duke. Por otro lado, un equipo con algo más de solera, los Huskies de la Universidad de Connecticut, o más conocidos como UConn, con Kemba Walker a la cabeza y con algún que otro proyecto interesante entre sus filas.
La final de la NCAA siempre suele ser un espectáculo, es un marco incomparable para que los jugadores se luzcan de cara al siguiente draft, pero este año ha sido una de las finales más flojas que yo recuerdo.
El partido han sido, fallos, fallos, fallos y más fallos, probablemente ocasionado por los nervios, pero tampoco se ha visto ningún movimiento en ninguno de los banquillos para cambiar esto. Butler, sólo tiraba de 3, una y otra vez y claro, fallando y fallando, con lo cual UConn a poco que ha metido canastas en la zona, se ha llevado el partido fácil, con un jugador destacado Lamb, que ha demostrado que puede dar el salto a la NBA el año que viene…
En definitiva, el espectáculo de la NCAA nos abandona de nuevo, hasta que dentro de casi un año, volvamos todos con eso del March Madness y la fiebre vuelva…
Esta pasada semana LeBron James volvía a Cleveland, es decir, al lugar donde menos le apetece tomarse un aperitivo. Había mucha expectación, como no podía ser de otra forma, lo que nadie se esperaba es que en la presentación de los quintetos… no saliera LeBron…
Según parece se ve que James tuvo un ‘apretón’ y no pudo estar en la presentación… qué casualidad oye… luego se queja de que a la gente le caiga mal etc, etc… en fin…
El pasado viernes salió a la venta en nuestro país el iPad y una de las mejores aplicaciones que hay si te gusta la NBA es la propia aplicación oficial de la liga, la NBA Game Time.
Aquí en la Crónica Desde El Sofá vamos a analizar la versión Lite, la gratuita, al final te comentaremos las diferencias entre esta versión y la de pago, y a partir de ahí todo depende de ti.
NBA Game Time es una aplicación con un acabado realmente exquisito y eso se ve tanto en la pantalla de presentación como en lo primero que nos muestra. En esta primera pantalla lo primero que vemos en la parte superior son los marcadores de los partidos de la última jornada y en la inferior, a modo de cuadrícula, las últimas noticias, vídeos y twitter, pero vamos a adentrarnos un poco más en el menú inferior.
Lo más reciente: aquí encontraremos el inicio de la aplicación, las últimas noticias. Interesante forma de empezar, ya que desde aquí y con un sólo vistazo tenemos todo a nuestro alcance.
Partidos: Con los logos de los equipos, aquí podremos ver los resultados de los mismos y si apretamos en el partido que nos interesa entraremos en lo que es el Recap del partido, donde vemos el marcador por cuartos, los jugadores más destacados con sus números, la hoja entera de estadísticas y el play by play de todos los cuartos.
Videos: En esta sección encontraremos los vídeos de los Daily Zap, es decir, el resumen de la jornada, aquí viene una de las grandes diferencias entre la versión Lite y la de pago, en la de pago encontraremos todos los videos activados, es decir, top de jugadas, resúmenes de partidos, mejores mates… más de 50 vídeos al día.
All-Star: Esta sección está activa desde el All-Star y en ella lo que encontramos es toda la información sobre el pasado All-Star celebrado en Los Angeles.
Más: Finalmente aquí encontramos todo lo que falta, es decir, clasificaciones, equipos (donde al pulsar podemos ver el roster de cada equipo), noticias, ver el twitter de la liga, galería de fotos… Es raro que haya tanto en este más, ya que alguna que otra sección tenía que haber tenido su pestaña propia, pero esto sólo lo sabe el amigo Stern.
Otra de las diferencias entre ambas versiones de la aplicación, es que la de pago ofrece en directo 1 partido a la semana, así como streaming de radio durante los partidos, esto junto con el tema de los vídeos, es la diferencia entre ambas.
Lo que si te puedo decir es que la facilidad de uso es tremenda y resulta casi más fácil ir a la aplicación que abrir el ordenador y entrar en NBA.com, así que más que recomendada…
Hace 5 años, a estas alturas, con CortefielSaunders en su primera temporada como director de la orquesta de la Ciudad del Motor, Detroit, lograba el mejor récord de su historia en la NBA: 64 victorias. Venían de llegar a dos finales consecutivas y todavía mantenían ese quinteto que dentro de muchos años aún repetiremos de carrerilla.
Avance rápido, cinco años después, y tras el numerito, porque no tiene otro nombre, de hace algunas semanas, Detroit está en la lista corta de franquicias que pueden reclamar el título de «peor situación actual». La inestabilidad, que empieza en los propietarios, sacude a la franquicia de arriba abajo.
Pese a prometer a su difunto marido que iba a mantener al equipo en el seno de la familia, Karen Davidson, tardó menos de un año en ofrecerlo al mejor postor. Se habló de que los dueños de las pizzerías Little Caesars, que son propietarios del equipo de hockey de la ciudad, los Red Wings, estaban interesados, pero la oferta no avanzó. Y durante todo este mes, lleva negociando la venta con Tom Gores, un tiburón financiero de California, que podría pagar unos 420 millones de dólares por el equipo y su pabellón. Karen se ha desplazado a Los Angeles y Tom a Michigan, pero las conversaciones no están llevando a ningún sitio. De hecho, el periodo de exclusividad en las negociaciones de un mes que concidieron a Gores, fue aumentado en 14 días más, y ni con la prórroga han sido capaces de llegar a un acuerdo.
En el plano deportivo, Dumars, el arquitecto del único equipo sin superestrella ni megatraspasos, que ha ganado el título en años y años, no ha sido capaz de renovar bien la plantilla. Para empezar, al equipo le falta un base de verdad. Stuckey y McGrady son parches, y ni siquiera Bynum, al que le falta tamaño incluso para el puesto más pequeño del quinteto, es un distribuidor.
Otro problema, como ya hemos comentado, es la falta de talla. A cuatro jugadores (Bynum, Gordon, Maxiell y Wallace) les falta la altura para desempeñarse de manera óptima en su posición. No tienen ningún 7-footer. Y Villanueva y Daye son bastante blanditos, y la franquicia no tiene fondo de armario para taparlos, como en otros lugares podrían hacer.
A pesar de que la plantilla está descompensada y le faltan centímetros, algo hay que reconocerle a Dumars, y es que es verdad que ha sido capaz de fabricar una de las plantillas más profundas de la Liga: tienen 12 jugadores con nivel suficiente para entrar en la rotación de cualquier equipo, aspirantes al título incluidos. Pero al mismo tiempo, ninguno de los 12 se podría hacer un hueco en el quinteto titular, en según que franquicias. Y ese es un gran pero.
Y será complicado remozarla. Por lo pronto, para el año que viene ya tienen comprometidos 31.6 millones en tan solo tres jugadores: Hamilton, Gordon y Villanueva. Stuckey y Prince acaban contrato este verano, y si los renuevan a precio de mercado (vicisitudes de la nueva CBA aparte), los Pistons no van a tener espacio salarial suficiente para atraer a ningún gran jugador. Además, con un Draft mediocre a la vista (aunque como siempre, después de marzo todos los jugadores empiezan a pintar mejor), si el sorteo no les sonríe, el talento que podrían encontrar en la 7ª posición en la que ahora se encuentran es bastante intercambiable con el resto de puestos de la Lotería. El punto más brillante de este equipo es el sólido primer año de Greg Monroe, un jugador que podría asentar el juego interior de la franquicia de Michigan durante años.
Y si las dudas en la cumbre son grandes, a pie de pista, la situación no podría estar peor. La fuerte apuesta que Dumars hizo el año pasado por un técnico sin experiencia como entrenador principal en la NBA, y la confirmación y el apoyo tras la revuelta, les puede llevar a los dos por delante.
La idea de traer a John Kuester no tenía porque ser mala. A pesar de que su ascendencia en la Liga era nula, no parecía el de los Pistons un vestuario muy contaminado de prima donnas que pudieran hacerle la vida imposible al técnico. Los jóvenes se unían a los Rip Hamilton, Ben Wallace, Tayshaun Prince, Ben Gordon o Charlie Villanueva: un grupo del que apenas conocemos muestra de indisciplina.
En el presunto motín, de la semana posterior al All Star, uno no sabe que creer. La verdad, que excepto Hamilton, que tenía algún motivo que otro para quejarse, el resto de jugadores han dado sus motivos de porque no se presentaron al entrenamiento. De todos modos, la coincidencia en tiempo y lugar del plante del capitán, con imprevistos por doquier (algunos de los cuales, suenan a pobres excusas para un profesional) es más que sospechosa.
Richard Hamilton, el hombre cuya situación se convirtió en el catalizante de la revolución, volvió el 1 de marzo. Está promediando 16.5 puntos en los 11 partidos que ha jugado después del motíngate, pero las 4 victorias en los 12 partidos desde que se le concedió la amnistía a Rip (se perdió la victoria ante NY por la muerte de su abuelo), no mejoran el récord del equipo durante la temporada.
El sábado, el jugador declaró a la prensa que el problema había sido la falta de comunicación. Que se pusieron a hablar, que Rip le dijo lo que quería ver en su entrenador, que Kuester replicó con lo que necesitaba de su jugador, y que los dos acercaron posturas y dieron su brazo a torcer por el bien común. Yo creo que, a la vista de que ninguno se encontraba en una posición inamovible, el problema nunca tendría que haber llegado hasta ese punto.
La gestión de un grupo a este nivel, requiere mucho más que saber manejar las X’s y las O’s de la pizarra. Kuester no ha hecho nada especial, para que nos vamos a engañar, con sus tácticas, pero no le podemos dar un suspenso porque él no tiene la culpa de una grandísima parte de la composición de la plantilla. Sin embargo, su manejo del grupo ha sido muy deficiente.
Y los problemas, evidentemente, empiezan todos en el mismo sitio. Las derrotas. No recuerdo que jugador o directivo comentó tras el fichaje de Artest por Lakers, que mientras el equipo estuviera ganando, Ron jamás daría un problema. Que nadie se muestra díscolo si se va directo hacia el éxito. Si Detroit ganara 40 partidos por temporada y coqueteara con Play Off, no habríamos llegado a esta situación. Pero Kuester no ha sabido, o no ha podido ganar. Ni tampoco manejarse con diplomacia por el río revuelto.
No pide uno desde aquí cabezas, porque algo así puede pasar en cualquier franquicia que esté pasando un mal momento. Además, experiencias como está pueden ayudar a un entrenador novato en un futuro, y es de esperar que la tercera temporada de Kuester sea mejor que las dos anteriores. Pero los Pistons no pueden permitirse crearse más problemas de los que ya tienen. Cueste lo que Kuester.
La cuarta parada de la Crónica on Tour vuelve a la denominada Meca del Baloncesto, ese espacio mágico en el rectángulo que delimitan la 7ª y la 8ª avenida, con la calle 31 y la 33, en la que el Madison Square Garden comparte sitio con la Penn Station. Allí estábamos de vuelta, el día de San Patricio, en el que además comenzaba la March Madness universitaria, para ver a los New New York Knicks contra los Grizzlies, en el que además, es el último partido que los ‘Bockers han ganado hasta la fecha.
Del excelente repaso del Madison que David ya te hizo en este mismo espacio, solo ha cambiado una cosa: ahora Carmelo es el rey. No exagero si digo que el 90% de las camisetas que se veían por las graderías eran de la nueva estrella en la casa. No sé si sería algo aún temporal, pero la respuesta a la pregunta, de quién son los Knicks ahora, solo tendría una respuesta si nos guiamos por las camisetas que llevaba la gente.
El calentamiento se desarrolló como ya es habitual, con un pinchadiscos invitado que en este caso fue DJ M.O.S., y una selección para el calentamiento muy neoyorquina de Landry Fields: Fabolous, Jay-Z y Notorious. Preparados para ver el partido desde sus asientos de primera fila los actores Tyson Beckford y Steve Schirripa, luchadores de la UFC como Chuck Liddell, Dana White o George St.Pierre, el jugador de Hockey Michael Del Zotto, Adam Horovitz de Beastie Boys y el tenista John McEnroe que recibió la mayor ovación de la noche.
Desde el calentamiento y la presentación de los jugadores, ya se pudo ver que este no es uno de esos partidos en los que el Garden se convierten en una caldera. En un día como San Patricio en el que los neoyorquinos prefieren emborracharse desde el mediodía en Times Square o cualquiera de los abundantes pubs de temática irlandesa de la Gran Manzana, el público olía tremendamente a trasplantado: lleno de turistas y gente a la que el devenir de la franquicia, ni le va ni le viene. Y esto pudimos terminar de constatarlo cuando al introducir los titulares de los Grizzlies entre suaves abucheos, los aplausos ganaron al salir por la pantalla la imagen, y por la megafonía el nombre de Marc Gasol.
Había bastante público español, y se vieron varias banderas de nuestro país (una de las cuales era llevada por un hombre disfrazado de… pollo) pero dando vueltas a la cabeza, la tímida ovación al hermano pequeño podría haber sido ayudada por aquellos que le quieren ver vestido de azul el año que viene como agente libre. O de verde en un día como hoy.
Porque al ser San Patricio los Knicks desempolvaban las camisetas de ese color, y ponían un quinteto en pista (Billups–Fields–Anthony–Jeffries–Stoudemire), con el que se daba una buena curiosidad en el que los dorsales de todos los jugadores eran dígitos simples.
La historia del partido ya la conocéis: los Knicks masacraron a los Grizzlies por 120 a 99 batiendo el record de la franquicia de canastas de 3 puntos, encestando 20, y Toney Douglas igualó la marca personal de Latrell Sprewell y John Starks, metiendo 9 de ellos. La cosa llegó a tal punto, que en la sección norte del Madison, los fans empezaron a colgar signos del número 3, uno por cada triple conseguido, como se hace en béisbol con las K’s cuando el número de strikeouts que el pitcher consigue en un partido se empieza a disparar.
Si tuviera que hacer la lista de cosas que me llamaron la atención al verlas en persona, son prácticamente las mismas que por la televisión, con la sensación de que los ojos no te engañan: TonyTruco o TratoAllen es verdaderamente capaz de lo mejor y lo peor en un campo de juego; el tiro de Carmelo Anthony es increíblemente elegante y sorprende mucho más en directo al verlo salir de ese cuerpo regordete del que nunca te esperarías una mecánica tan preciosista; Ronny Turiaf se autogrita y se autogolpea en todos y cada uno de los segundos que está en la pista y el balón no está en juego; Shane Battier es rapidísimo cerrando al tirador solitario, numerito de la mano en la cara incluido (ya lo hace en cada tiro que defiende) y aunque las animadoras no bailen especialmente bien, tiene mérito hacerlo con esos taconazos.
Y uno sabe que los Grizzlies no son un rival odiado, ni el equipo se jugaba mucho en el partido, que el marcador fue cómodo, y que esa noche había cosas mejores que hacer en NYC (el día de San Patricio y los 16 partidos que daban comienzo a la Locura Universitaria, con dos equipos locales, Long Island U y St. John, jugando) que acercarse a ver un partido, y que yo tal vez ya esté contaminado por el ruidoso ambiente que se vive en el baloncesto universitario, pero el público del MSG, ese por el que los agentes libres supuestamente se desviven no me pareció para tanto. Tal vez, dadas las circunstancias, haya elegido la peor noche del año para valorar el ambiente, pero para mí, se quedó muy corto. Y es una pena, porque el Madison respira magia en todos los rincones.