El jueves de madrugada, tras lo que está fácilmente siendo la semana más larga del año, empieza el tercer asalto del Warriors-Cavaliers, que no tiene quizá un favorito claro… pero sí de consenso: aunque se conceda que los dos equipos están parejos, una mayoría abrumadora escoge(mos) a los Warriors como vencedores más probables.
Pero favorito no es seguro, y en el deporte no hay certeza que valga: los partidos se tiene que jugar, y Cleveland puede mojarle la oreja a Golden State. Después de todo, no nos encontramos en una situación muy distinta a la de la pasada temporada, y todos sabemos lo que sucedió. Si los Cavs repiten título no sucederá todo lo que contamos aquí… pero sí tendrán que contar con muchos de estos detalles.
Los Mejores son… mejores
Aunque esta evaluación se rearbitrará a toro pasado, es muy posible que los Cavaliers junten al mejor jugador de la eliminatoria y al que más grande tiene las gónadas. Y hablar en términos de lo que aquí se reúne es extensible en muchas ocasiones al Mundo entero. James e Irving pueden ganar 4 partidos de 7 (o menos) a cualquier equipo, en cualquier situación o contexto, por mero poder individual. Están completando unos Playoffs brillantes y 7 de los 8 miembros que les acompañan en la rotación son capaces de tirar de tres, y con mucho acierto: ninguno baja del 40% en estos Playoffs.
Tienen espacio como nunca en sus carreras, luz verde de su entrenador, y también el uno al otro. La combinación de visión de juego, tamaño y experiencia de LeBron con la habilidad de Kyrie convierte el ataque de Cleveland en imparable, literalmente. Aunque la teoría diga que a Cleveland le interesa ganar la batalla del ritmo, para que el partido se desarrolle en un bailar pegados como baila el mar con los delfines, lo cierto es que no hay desarrollo posible en el que se puedan sentir incómodos, porque hasta en la situación más hostil tienen las de ganar.
Hace dos años LeBron jugó al escondite inglés con la defensa de los Warriors, castigando desde el poste bajo a todo aquel que se estuviera moviendo cuando levantaba la vista. El año pasado Kyrie, que era prácticamente novato en Los Finales, empezó flojo, pero todo fue ponerse cómodo y dedicarse a cambiar aclarados por puntos como si fuera divisa sobrante de un viaje lejano. Este año, la física y química entre los dos es de matrícula de honor, y James ha redescubierto el dulce punto en sus suspensiones que no se trajo de Miami, aquel que hace inútil la que durante tanto tiempo ha sido la única esperanza para pararle: darle espacio y dejarle tirar.
Van a tener que vérselas con defensores incómodos, largos y versátiles, jugadores que también tienen talento ofensivo y conocen esos trucos que un especialista jamás asimilará. El reto es grande porque entre Thompson, Iguodala, Durant, Green o Livingston es posible que no se enfrenten a un contrincante mediocre dos posesiones seguidas y tengan que olvidarse de recibir la ayuda de un bloqueo directo.
Pero el mejor ataque se impone a una buena defensa, y no hay muchas parejas mejores que estos dos.
Lue resuelve el problema Durant
Más allá de su innegable talento individual y del rol que pueda tomar como Señor Lobo encargándose de los problemas puntuales de anotación del equipo, Kevin Durant es un refuerzo de valor incalculable para los Warrriors por el problema que plantea a los Cavaliers en cuestión de emparejamientos.
Partiendo de que no hay muchos jugadores en la Liga con las condiciones necesarias para defenderle, los Cavaliers sólo tienen una persona que parezca adecuada: LeBron. El resto son demasiado pequeños o lentos para hacerlo, por lo que a priori, y salvo que alguien esté por encima de las expectativas y sus limitaciones, James tendrá que bailar con la más fea.
Esto es malo para Cleveland no sólo porque presumiblemente cansará más a LeBron de lo ocurrido en los primeros partidos de la serie del año pasado sudando de defendiendo a Harrison Barnes, sino porque impediría a los Cavs utilizar una de las estrategias con las que dio la vuelta a la tortilla: usar a LeBron como defensor de Green para dinamitar su pick’n’roll con Curry. Porque aunque los Warriors 2017 tengan ese bloqueo y continuación más abajo en su lista de prioridades que versiones anteriores del equipo, es de esperar que lo recuperen en cualquier momento.
Como James no va a poder estar en dos sitios a la vez (creo, habrá que verlo), Lue tendrá que elegir dónde utiliza su carta más alta y dónde emplea una solución subóptima. Quizá dé por perdido el enfrentamiento y 30 puntos por partido a Durant y se conforme con que uno de los Shumpert, Smith, Korver o Jefferson hagan lo suficiente para servir control de daños. También puede confiar en defender a Green (y lo que por propiedad transitiva supone, defender un poco -o un mucho- a Curry) con Thompson, que se mueve demasiado bien frente a los pequeñitos para el culo que tiene, o con Love, esperando que la magia de esa última jugada del último Final siga viva.
Luego estarían las ideas fuera de la caja: ¿se atrevería Lue a defender a Green con un pequeño, y retar a Golden State a que aprovechen el emparejamiento? Esta opción permite además -casi obliga a- que Cleveland juegue con un solo hombre alto, y si este es Kevin Love, pone en pista la opción nucelar, máxima artillería. El riesgo en cuanto a protección del aro y al emparejamiento con Green sería grande, pero los Cavs podrían estar haciendo llover canastas (triples) al otro lado, manteniendo a Curry y Durant relativamente ocupados.
O tomar la dirección contraria: poner a Durant con un jugador grande sabiendo que es posible que es eso, o coger a Curry en los cambios, y que así al menos KD no puede tirar por encima. Si los Warriors van a un Quinteto de la Muerte y los Cavs se mantienen grandes y abusones, algún interior va a tener que defender el perímetro, y será KD o Iguodala/Livingston.
Lo cierto es que esa pareja Durant–Green y su versatilidad para moverse hacia arriba una posición es sin duda el emparejamiento más desfavorable tal y como está construida la plantilla de Cleveland, y lo que puede permitir que los Warriors dicten a qué se juega. Que Lue dé con la tecla adecuada durante la serie es fundamental para los Cavs.
Love NO es «el de Minnesota«
Tras estar fuera por lesión hace un par de años, y quedar groggy en una serie en la que los guionistas iban escribiendo un papel cada vez más pequeño para él, esta parece la primera oportunidad de que Love sea importante en Los Finales de cabo a rabo. Llega sano, en forma, y más integrado que nunca. Lidera al equipo en triples anotados, los primeros cuartos son suyos, ha recuperado la voracidad en el rebote (sobre todo el propio, que es cuando está cerca de la canasta) e incluso ha vuelto el outlet pass, el contraataque sin que el balón toque el suelo que era marca de la casa en los Wolves.
Lil’ Kev Sr. en estos Playoffs ha sido el de Minnesota, sólo hay que tener en cuenta que aquí él no corta el pastel, se lo encuentra ya en el plato. La cuestión es si puede mantenerlo frente a unos Warriors que van a atacar su defensa y quizá le reten en ataque.
Empezamos por esto último: los Warriors no se pueden permitir que su emparejamiento natural, Green, quede en el ostracismo del lado débil, despegado de la jugada en defensa. Love podría no tirar una sola vez en toda la serie, pero si sólo con su amenaza lograra despegar a Green de la pintura, su concurso sería de sobresaliente y los Cavs estarían más cerca del anillo. Por tanto es de esperar que Golden State le defienda o bien con un jugador más pequeño o bien ponga a Draymond a arriesgar mucho jugando a medio camino entre la ayuda y la recuperación. Love tiene que hacer pagar a los Warriors las dos cosas: yendo a poner bloqueos y posteando en el primer caso, y abriendo el campo y embocando triples en el segundo. Tiene un emparejamiento favorable o la posibilidad de anular al candidato número uno a Jugador Defensivo del Año: la oportunidad la pintan calva.
También es verdad que ni siquiera sus momentos menos inspirados en ataque han sido la razón que le ha costado chupar banquillo frente a Warriors. Es su defensa, inteligente y voluntariosa, pero lenta, la que le ha hecho perder minutos en un enfrentamiento en el que la receta es el cambio, y la capacidad para mover los pies y llegar rápido a los sitios resulta fundamental. Además, la transición ofensiva de los Warriors pone un montón de presión sobre los hombres altos rivales para volver a defender lo antes posible, y el posicionamiento de Love en ataque es de todo menos convencional. Hacer que Love juegue en el perímetro, pero por la zona de la bombilla puede ayudar a los Cavs a mantener el balance en defensa, pero si lo aparcan en una esquina, el efecto puede ser el contrario. Cuando Golden State pone el turbo, puede caer un tiro antes de que a Love le haya dado tiempo a cruzar la línea de medio campo.
Aún así, los Cavs no tienen muchas más alternativas. Frye debería volver a la rotación porque puede estar en pista siempre que los Warriors tengan un pívot (aquí nadie tira triples como en Boston), aunque tiene el mismo problema o peor si toca cambiar, y los Cavs se van a ver obligados a jugar con LeBron de 4 y hasta de 5, pero el resto del contador hasta los 96 minutos por partido lo llenarán Thompson y él. En el quinteto titular hay un lugar para esconderlo (Pachulia), y en los de la Muerte siempre puede intentar ocuparse del exterior menos tirador, pero a cambio limpio (adoro la analogía que se ha marcado Kevin O’Connor en The Ringer: es como ir pasando hasta seleccionar un jugador en la pantalla inicial de un vídeojuego), pueden acabar poniéndole en la acción casi siempre que quieran.
Por tanto, para que los Cavs ganen, Love no tiene que ser el de Minnesota, sino el de la última jugada del pasado año: el que puede seguir el ritmo a Curry, recuperar a Green tras mostrarse en el bloqueo o no dejarse comer a merienda por los abusones de Pachulia y West.
Las pérdidas
Los Warriors tienen dos puntos débiles que no son un secreto: uno de ellos, las pérdidas. A veces por preciosismo, otras porque es el precio a pagar cuando quieres que la bola vuele libre, Golden State pierde muchos balones, y cuando se disparan los errores, pueden entrar en un círculo vicioso del que es difícil salir: pérdida con el balón vivo, canasta fácil a la contra del rival, vuelta a atacar ante una defensa bien colocada que lo tiene más fácil para provocar una nueva pérdida mientras la ansiedad va creciendo induciendo a más errorres. El caso más extremo de esta petición de principio baloncestística lo pudimos ver en el G4 de la serie entre los Wizards-Celtics, en el que Washington endosó un parcial de 26-0 a Boston en el que las pérdidas fueron condición necesaria y suficiente.
Los Cavs no son un equipo al que podamos considerar especialista en forzar pérdidas si miramos a los números, y el nivel de atención que suelen requerir todos los miembros de los Warriors hace más difícil arriesgar en la líneas de pase y jugar lejos de tu par, pero es una estrategia que los Cavs quizá deben considerar, sobre todo si en algún partido necesitan ganar terreno. Golden State también sabe ganar cuando pierde 20 balones, pero en una hipotética victoria de los Cavaliers es fácil imaginar algún partido desequilibrado por esta causa.
Los rebotes ofensivos
El otro talón de Aquiles de Golden State es el rebote: sólo los Knicks permitieron un porcentaje mayor de segundas oportunidades que ellos durante la temporada regular, y la aparente mejora en Playoff frente a Blazers y Jazz quedó en descrédito después del bajón en los tableros frente a los Spurs.
Y aquí los Cavs sí que pueden ser una amenaza, con dos de los mejores reboteadores ofensivos de la NBA, y una tercera bestia, si la ocasión lo requiere, en sus filas. Los números como equipo no impresionan, porque en la práctica sólo cuentan con el buen hacer de Thompson por jugar Love tan lejos del aro (y no tener ningún otro reboteador en el banquillo), pero el potencial de este equipo para usarlo como arma contra los Warriors, al igual que acaba de hacer San Antonio, es enorme, sobre todo como posible antídoto a los quintetos más pequeños de los Warriors.
Ya lo han usado en pasadas temporadas en Los Finales (de hecho Tristan debe gran parte de su reputación a las eliminatorias contra los Warriors, que le han hecho internacional -por Canáda-) y al igual que como con la pérdidas, porcentajes de capturas de dibujos animados (por encima del 35%) obligarían a los Warriors a jugar casi perfecto en ataque.
Aunque como ya comentamos el reverso tenebroso es cubrirse las espaldas de las contras de los Warriors: cada vez que vayan a por el rebote, sobre todo si mandan dos hombres altos, y vuelvan de vacío, están jugando con fuego. Como en tantas otras cosas, el resquicio existe pero es tan estrecho como el margen de error.
Si buscan a Curry… y lo encuentran
Una de las estrategias que más rédito dio a los Cavs el pasado año fue atacar sin piedad la defensa de Curry, tratando de ponerle en toda acción defensiva posible, y utilizando la alegría de los Warriors para cambiar, en contra de ellos mismos. Este año volverán intentar subir a Curry al estrado una y otra vez, pero quizá no lo tengan tan fácil.
La llegada de Durant ha liberado de carga ofensiva a Klay Thompson y es de esperar que aprovechen en defensa esa energía no utilizada, y eso supondría que Thompson se emparejaría con Irving todo lo posible, lo que complica un poco la estrategia de Cleveland. El éxito de los escoltas de los Cavs librándose de Curry lejos del balón para pasárselo a otro y/o bloqueando para LeBron e Irving puede ser otra de las claves de esta eliminatoria. Empezando por Smith, acabando por el que surja, el papel de todos los exteriores de los Cavs en estos Playoffs ha sido muy secundario detrás del Big Three, pero si Cleveland tiene necesidad de involucrar a Curry, el foco recae sobre ellos, y con tareas inesperadas además, como la de ejercer de continuador en el p’n’r.
El estado físico del base parece también mucho mejor este año, lo que haría más difícil la tarea, pero a estas alturas es indudable que el enfrentamiento con Cleveland y LeBron le frustra (más allá de lo deportivo incluso) y hasta que no se saque la espinita que tiene con este equipo puede estar errático. Si James huele sangre, los Cavs removerán cielo y tierra para encontrarle y atacarle, incluso aunque suponga tener que tirar de quintetos poco convencionales.
Meterlo todo
Al final, hasta una serie larga de 7 partidos es demasiado corta para no sentir el efecto de la caprichosa marea del acierto. Si la, llamémosle suerte, llamémosle aleatoriedad, sonríe a los Cavs o da la espalda a los Warriors en los momentos más delicados, volverán a imponerse.
Y lo cierto es que este año es Cleveland la franquicia que depende más de la bendición de las musas: las tornas han cambiado y ahora ellos viven más del triple que Golden State, por lo que de ser cierto el dicho (dúdolo yo), también podrían morir por él.
Salvo Tristan Thompson, todos los jugadores de la rotación de los Cavs tiran de tres, y como ya hemos comentado el acierto en estos Playoffs del equipo está siendo impresionante (quizá demasiado) y la reputación de algunos de ellos (Korver, Frye, diría que Smith, y tal vez Deron Williams) hará que incluso aunque entren en una mala racha, no varíe el respeto de la defensa rival. Es posible que Shumpert, el mejor defensor del grupo, sea el único que vería como abandonan su marca si de repente los tiros no empiezan a entrar.
Desde el punto de vista del concepto de la gravedad, los secundarios de Cleveland son mucho más peligrosos. Quizá puedas esconder un jugador en defensa en ellos, pero nunca podrás ignorarlos, algo de lo que Golden State saca réditos en forma de pérdidas rivales y caos. Si castigan a base de triples los riesgos mal calculados de los Warriors o les agrandan la penitencia de no poder cerrar su rebote, las estrellas de Cleveland lo agradecerán.
No hay arma secreta
La NBA es una liga de copiotas, y el éxito de la pareja de baile y pick’n’roll James–Irving, ha sido replicado por todo el país, con mucho menos éxito, por supuesto. ¿Quién no lo ha hecho aún pese a que el límite teórico parece no existir para ellos? Exacto.
Golden State apenas ha usado a Curry y Durant bloqueando directamente el uno para el otro, pese a que llevamos todo el año esperando que ocurra. Cuando pasaban los partidos y no lo veíamos, imaginábamos a Kerr y compañía protegiendo la unión como al Santo Grial, esperando a utilizarlo en Playoffs ante un enemigo que no conoce lo que se le viene encima. Las eliminatorias por el título llegaron, los Warriors están inmaculados, y siguen sin utilizarlo ni necesitarlo. ¿Será en Los Finales? ¿Lo estarán guardando para el último gran desafío?
Sinceramente, no creo que cuenten con ello. Ya no por la falta de rodaje y química, que aunque existiría, lo considero una cuestión menor. La verdadera razón por la que creo que no lo veremos tiene que ver con el rival: el pick’n’roll 1-3 significa hacer el trabajo sucio a LeBron y entregarle a Curry en bandeja de plata. James podría defender uno contra uno a Steph sin desequilibrar nada para lograrlo, una situación que es de las más halagüeñas que Cleveland puede esperar de esta eliminatoria. Y si lo invierten, Curry tiene que bloquear a LeBron, lo que además del desgaste físico y pupa que supondría, puede convertir la estrategia en inútil si James chafa la pantalla una y otra vez. Forzar un emparejamiento Durant–Irving con un cambio de vez en cuando es la única ventaja clara que Golden State obtendría, y tienen maneras de encontrar el mismo desequilibrio, u otro parecido con mucho menos dolor y más confusión para Cleveland. Súmale esa verdad incómoda que no recuerdo dónde he leído o escuchado esta semana, que dice que a Durant no le gusta demasiado bloquear para nadie y el arma secreta de los Warriors se convierte en un cuchillo de mantequilla.
Ni ante Cleveland ni ante San Antonio (Green y Leonard cambiarían sin mucho perjuicio) es lo más amenazante que pueden hacer. Quizá por eso no lo hemos visto.
Green se divierte otra vez con unas pelotas que no son las suyas
Lo estabais esperando.
Los Warriors sufren una baja muy sensible
Sin meternos en hipotéticas lesiones futuras, que por supuesto pueden dar un vuelco a una serie, o incógnitas presentes (¿Iguodala?) los Warriors tienen ahora mismo una baja muy importante: la de su entrenador Steve Kerr. Hablaba en El Reverso Gonzalo Vázquez en una magnífica edición dedicada a su figura de lo misterioso que resulta que un coche autónomo como pueden ser los Warriors, eche de menos a su conductor.
El problema no está en cuando el coche va por la carretera haciendo lo que ya tiene programado: ahí funciona el piloto automático. Lo peligroso va a ser cuando el coche cruce, por ejemplo, el Canal de la Mancha, y se encuentre de repente en Inglaterra conduciendo por la izquierda (que por cierto, ¿dónde se hace el cambio de carril? ¿En medio del túnel? ¿En la parte proporcional de lo que ha pagado cada uno? ¿en el extremo francés? ¿en el del Brexit? Por curiosidad me habéis hecho buscarlo, y resulta que tú dejas el coche en un tren y te lo llevan ellos. Pues vaya). Se puede dar ese caso, en el que sea imperiosamente necesario que el conductor tome el control, y ahí tal vez le echen de menos.
En el único reto grande que han tenido en Playoffs, ese ya clásico G1 de los WCF, Mike Brown entró en pánico, utilizando quintetos mierder inéditos que hacían difícil lo fácil: jugar pequeño sin tiro ni velocidad y encima, por supuesto, palmando en el rebote y las distancias cortas. Lo peor de ambos mundos. Lo cierto es que en el resto de partidos no se le puede poner ni un pero, y tuvo decisiones incluso brillantes: dejar en pista a Curry y Green el G3 con problemas de faltas o dar carrete a un McCaw que pinta más necesario que McGee en esta serie. Pero todo fue con viento a favor y jugando con dinero de la casa.
Ver a los Warriors favoritos en el global es compatible (y creo que muchos lo esperamos así) con que más de un partido sea a cara de perro. Y Kerr no es perfecto (a cojón visto, el G7 del año pasado tiene borrones), pero es más fácil confiar en él.
Atención, atención
No es casualidad ni culpa de Isaiah Thomas que los Celtics robaran un partido a los Cavs y estuvieran mucho más cerca de ellos sin su base estrella que con él. Tampoco salió de la nada el éxito frente a los Raptors de DeRozan o que no pudieran recortar terreno a los Pacers en los minutos sin Paul George en pista. Los Cavaliers defienden mucho mejor lo individual que lo colectivo (como casi todos los equipos, tampoco es mucha novedad) y su sufrimiento en la retaguardia es proporcional al número de cortes y bloqueos indirectos que el equipo rival emplee. Es por lo que la primer gran victoria de los Cavs en estos Playoffs fue no cruzarse con Miami en una primera ronda que estoy seguro que les habría hecho gastar muchas más energías de lo esperado.
Los Warriors son un equipo con mucho más movimiento en el lado débil del que parece, y no es fácil fijarse por el magnetismo que tienen sus conductores de balón. Los Cavs, que no estarán de miranda, no pueden vencer sin prestar la máxima atención también a aquellos con los que parece que no va la jugada. Será necesario que derrochen tanto esfuerzo o más sobre ellos: no estará permitido quedarse mirando el balón, dejar la puerta de atrás abierta y morir en el primer bloqueo que te encuentres. Especialmente importante en esto será un jugador reincidente en este tipo de ofensas: Kyrie Irving.
Y lo será no sólo por sospechoso habitual, sino porque este año Curry juega más sin balón. Además de que la llegada de Durant haya movido el foco en unas cuantas posesiones por partido, quizá pensando en este enfrentamiento como juego final, los Warriors llevan toda la temporada tratando de encontrar la versión más libre de su base, y una de las maneras en la que lo hacen es separándole del bote. Y no será igual dos veces: Steph puede recibir en el lado débil tras recorrer un laberinto de bloqueos que esconde algún minotauro haciendo pantallas ilegales, o sólo unos segundos después de soltar el balón en un bloqueo y continuación, en lo que tarda en esprintar y salir de un rizo en el poste bajo como si fuera un ejercicio de agilidad de la Combine.
Los Cavs han ido afianzando durante los Playoffs una defensa que acabó mal la temporada y tardó una (corta) serie de Playoffs en afinar, y en los últimos partidos contra Boston se han visto sus peores vicios. Han estado muy bien cambiando o doblando en el dos contra uno sobre el balón, pero el nivel de comunicación necesario para hacerlo también lejos de él es mucho mayor, y esas tuberías han soltado agua. Sin fontanería haría falta el milagro.
Nadie creía en nosotros
Empecemos dejando claro que el factor «Nadie cree en nosotros» no funciona casi nunca. Si fuera tan sencillo como eso, no estaríamos tripitiendo la final que llevamos meses considerando inevitable o el Real Madrid no tendría 12 Copas de Europa (contragafe detectado, el que tengo aquí colgado).
El caso es que este año se junta el hecho de que son demasiado buenos (¡los vigentes campeones!) y a la vez no son favoritos para casi nadie, y que con el parón de una semana y mucha página (papel y web) que rellenar han sido preguntados y azuzados por ello una otra y otra vez.
Parten con la motivación del que se ve menoscabado y la única presión que llevarán encima es la que ellos quieran ponerse. Son el equipo que ha anidado en el corazón de aficionados de diversa tipología: los ‘abogados de causas pobres‘, los ‘calladores de bocas‘ o los ‘odiadores eternos al baloncesto moderno‘ son de los Cavs.
Y hay un equipo que tiene muy reciente el uso de este efecto contra los Warriors: el primer partido de la Temporada Regular y el primero de las WCF (hasta que Pachu… Kawhi Leonard se lesiona) de los Spurs tuvieron un poquito de la magia del contestatarismo que bien haría Cleveland en aprovechar.
Lo que sucedió entonces te sorprenderá
Después de plantear una gran cantidad de escenarios, nos dejamos fuera el que complementa todo lo anterior: quizá ocurra lo inesperado.
La historia de los Playoffs está llena de nombres que cambiaron una serie o un partido contra todo pronóstico, para vivir en la Historia. Quizá nos esté esperando un partido mágico en Cleveland de 28 puntosy 7 triples con impoluta defensa de Iman Shumpert, al igual que Leon Powe reventó a los Lakers en un cuarto de hora 2008. O Richard Jefferson quizá se está guardando para acabar con las esperanzas de anillo de Durant como hizo un Mike Miller siempre lesionado menos aquel día de 2012.
Apenas han pasado dos años desde que Deron Williams metió 35 puntos en un partido de Playoffs, y el mejor jugador (en porcentaje) desde la línea de triple esta temporada (Korver) está siendo uno de los peores tiradores del equipo: su regresión a la media le llevaría hacia arriba. O quizá alguna de las estrellas factura una de las actuaciones más inolvidables del deporte y ganan por lo más alto.
Hay infinitas maneras por las que podría suceder esto y lo contrario. Lo bueno es que si has llegado hasta aquí ya te quedarán unos… 10 minutillos menos para el desenlace.