PO Desde El Sofá (I): El interruptor está encendido.

Los Warriors ganaron cómodamente (113-92) el primer partido de estos Playoffs 2018, y por una noche al menos, disiparon las dudas que habían levantado en el tramo final de la temporada: su defensa brilló, con el nivel de esfuerzo y compromiso de las grandes ocasiones y la competitividad que no siempre hemos visto en ellos este año, por fin estuvo presente.

Los jugadores de Golden State fueron demasiado grandes y rápidos (difícil ganar en ambas) para los Spurs, y se deshicieron de ellos con bastante facilidad, sin necesidad de fuegos artificiales. Cimentaron el triunfo en el trabajo cerca de su propia canasta, por lo que no tuvieron que brillar en exceso al otro lado de la pista para llevarse la victoria.

Kerr empezó la serie con sorpresa sacando a Iguodala y McGee de titulares junto a las tres estrellas sanas del equipo, quinteto que curiosamente estaba inédito esta temporada. El tamaño y la longitud de este grupo fueron demasiado para los Spurs, y la punta de lanza al principio, fue el díscolo McGee, que comenzó con 4 de 4 en tiros de campo, y una impoluta defensa sobre Aldridge, que no veía la luz del día detrás de los largos brazos de JaVale.

La primera decisión de Popovich (quién sabe si influido en algo por el cambio de quinteto en GSW), fue poner a Danny Green sobre Draymond Green, con la idea de que quedara como hombre libre, sin intención de defenderlo demasiado. El que se aprovechó de esto fue Durant, que cubierto por Anderson, lograba forzar cambios al bloquear sin balón a Thompson, que le dejaban emparejado con Mills, sobre el que anotaba con extrema facilidad.

San Antonio no lograba llegar a la pintura de Golden State, ni crear separación alguna para tirar, y a los tres minutos y medio, Pops pedía el primer tiempo muerto de estos Playoffs. No sirvió para mucho, porque a la vuelta, los Warriors se seguían divirtiendo jugando para McGee y aprovechando los cambios incondicionales de la defensa de San Antonio para anotar desde el poste. Lo único que revitalizó a San Antonio fue la entrada de Ginobili, que era el único capaz de atraer fuera de su sitio a la ayuda para crear una ventaja, mientras Durant lideraba a los compañeros que habían salido del banquillo. San Antonio finalizaba el primer cuarto 11 abajo, y anotando tan sólo 17 puntos, tres de ellos de Manu sobre la bocina tras robar un balón y cruzar toda la pista. Un desastre que nos trajo de vuelta al Pops más arisco y lacónico en la entrevista con Lisa Salters.

En el segundo cuarto Gay también insufló algo de vida al ataque de San Antonio, pero los Warriors respondían con canastas fáciles, fruto de la malísima comunicación defensiva de San Antonio en los cambios, que increíblemente, parecían un equipo poco preparado para el rival y el escenario. Aldridge pudo anotar algo al volver a pista y encontrarse a David West, y el acierto en triples de San Antonio mantenía el partido a una distancia remontable, pero las impresiones eran de que, dijera lo que dijese el marcador, la diferencia entre ambos equipos era inmensa. La vuelta de los titulares Warriors a cancha para cerrar el periodo volvió a fortalecer la defensa, y bloquear de nuevo a San Antonio, que metieron sólo un tiro de campo en los últimos minutos, y se marcharon al descanso 16 abajo, con otro premio (casi) sobre la bocina en forma de tiros libres para Rudy Gay.

Insertando al alero como titular en la segunda parte en lugar de Slow Mo Anderson, que apenas jugó, y no resultó efectivo cuando lo hizo, buscando a McGee en movimiento poniéndolo en el p’n’r (en lugar de atacarlo con Aldridge de espaldas) y siguiendo con el acierto desde el triple, San Antonio tuvo sus mejores minutos para abrir el tercer periodo, pero la diferencia apenas menguó porque coincidieron con el Klay más inspirado, que provocó 3 faltas de Dejounte Murray en apenas dos minutos. Popovich, hizo algo muy particular, ya que después de la segunda de ellas, le mandó al banquillo por una posesión para comentarle algo rápidamente, y le devolvió a pista de inmediato. Pero con la tercera seguida (cuarta en total del partido hasta el momento para él), que al menos ya no fue de pardillo, no tuvo otra elección que volverle a sacar del partido. Thompson seguía sin fallar, y la ventaja llegaba a la veintena, con Popovich enarbolando la bandera blanca, literalmente, sacando a Derrick White, a pista antes de que acabase el tercer cuarto, que se cerró con triples de Draymond Green, mejor en defensa que en ataque.

Los Warriors mantendrían a los titulares un poco más en pista, pero el partido estaba efectivamente finalizado. Klay acabaría con 27 puntos en 11/13 en tiros de campo, Durant con 24 a la chita callando, y McGee con 15 en apenas 16 minutos en pista: funcionó tan bien que se ve que Kerr lo quiere en pequeñas dosis. Los Spurs fueron liderados por Gay con 15 puntos y tanto él como LaMarcus casi se marcan un «más tiros que puntos».

A San Antonio le costó muchísimo anotar, y parecieron un equipo débil y otra velocidad que su rival. No aprovecharon la baja de Curry en absoluto, ya que no penalizaron los quintetos con malos tiradores de los Warriors, concediendo en su lugar emparejamientos flácidos, cuando no directamente fallidos, en los que prácticamente regalaban puntos a los Warriors. Mucho tendrá que pensar estos días Popovich, desde el estilo de juego hasta la rotación, para evitar otro correctivo como este.

Sofi del día: Nick Young no estuvo en la rotación hasta que llegaron los minutos de la basura… y si la justificación para hacerlo es el look con el que se presentó al Oracle… nos parece más que correcto:

Si los Cavs ganaran Los Finales…

El jueves de madrugada, tras lo que está fácilmente siendo la semana más larga del año, empieza el tercer asalto del Warriors-Cavaliers, que no tiene quizá un favorito claro… pero sí de consenso: aunque se conceda que los dos equipos están parejos, una mayoría abrumadora escoge(mos) a los Warriors como vencedores más probables.

Pero favorito no es seguro, y en el deporte no hay certeza que valga: los partidos se tiene que jugar, y Cleveland puede mojarle la oreja a Golden State. Después de todo, no nos encontramos en una situación muy distinta a la de la pasada temporada, y todos sabemos lo que sucedió. Si los Cavs repiten título no sucederá todo lo que contamos aquí… pero sí tendrán que contar con muchos de estos detalles.

Los Mejores son… mejores

Aunque esta evaluación se rearbitrará a toro pasado, es muy posible que los Cavaliers junten al mejor jugador de la eliminatoria y al que más grande tiene las gónadas. Y hablar en términos de lo que aquí se reúne es extensible en muchas ocasiones al Mundo entero. James e Irving pueden ganar 4 partidos de 7 (o menos) a cualquier equipo, en cualquier situación o contexto, por mero poder individual. Están completando unos Playoffs brillantes y 7 de los 8 miembros que les acompañan en la rotación son capaces de tirar de tres, y con mucho acierto: ninguno baja del 40% en estos Playoffs.

Tienen espacio como nunca en sus carreras, luz verde de su entrenador, y también el uno al otro. La combinación de visión de juego, tamaño y experiencia de LeBron con la habilidad de Kyrie convierte el ataque de Cleveland en imparable, literalmente. Aunque la teoría diga que a Cleveland le interesa ganar la batalla del ritmo, para que el partido se desarrolle en un bailar pegados como baila el mar con los delfines, lo cierto es que no hay desarrollo posible en el que se puedan sentir incómodos, porque hasta en la situación más hostil tienen las de ganar.

Hace dos años LeBron jugó al escondite inglés con la defensa de los Warriors, castigando desde el poste bajo a todo aquel que se estuviera moviendo cuando levantaba la vista. El año pasado Kyrie, que era prácticamente novato en Los Finales, empezó flojo, pero todo fue ponerse cómodo y dedicarse a cambiar aclarados por puntos como si fuera divisa sobrante de un viaje lejano. Este año, la física y química entre los dos es de matrícula de honor, y James ha redescubierto el dulce punto en sus suspensiones que no se trajo de Miami, aquel que hace inútil la que durante tanto tiempo ha sido la única esperanza para pararle: darle espacio y dejarle tirar.

Van a tener que vérselas con defensores incómodos, largos y versátiles, jugadores que también tienen talento ofensivo y conocen esos trucos que un especialista jamás asimilará. El reto es grande porque entre Thompson, Iguodala, Durant, Green o Livingston es posible que no se enfrenten a un contrincante mediocre dos posesiones seguidas y tengan que olvidarse de recibir la ayuda de un bloqueo directo.

Pero el mejor ataque se impone a una buena defensa, y no hay muchas parejas mejores que estos dos.

Lue resuelve el problema Durant

Más allá de su innegable talento individual y del rol que pueda tomar como Señor Lobo encargándose de los problemas puntuales de anotación del equipo, Kevin Durant es un refuerzo de valor incalculable para los Warrriors por el problema que plantea a los Cavaliers en cuestión de emparejamientos.

Partiendo de que no hay muchos jugadores en la Liga con las condiciones necesarias para defenderle, los Cavaliers sólo tienen una persona que parezca adecuada: LeBron. El resto son demasiado pequeños o lentos para hacerlo, por lo que a priori, y salvo que alguien esté por encima de las expectativas y sus limitaciones, James tendrá que bailar con la más fea.

Esto es malo para Cleveland no sólo porque presumiblemente cansará más a LeBron de lo ocurrido en los primeros partidos de la serie del año pasado sudando de defendiendo a Harrison Barnes, sino porque impediría a los Cavs utilizar una de las estrategias con las que dio la vuelta a la tortilla: usar a LeBron como defensor de Green para dinamitar su pick’n’roll con Curry. Porque aunque los Warriors 2017 tengan ese bloqueo y continuación más abajo en su lista de prioridades que versiones anteriores del equipo, es de esperar que lo recuperen en cualquier momento.

Como James no va a poder estar en dos sitios a la vez (creo, habrá que verlo), Lue tendrá que elegir dónde utiliza su carta más alta y dónde emplea una solución subóptima. Quizá dé por perdido el enfrentamiento y 30 puntos por partido a Durant y se conforme con que uno de los Shumpert, Smith, Korver o Jefferson hagan lo suficiente para servir control de daños. También puede confiar en defender a Green (y lo que por propiedad transitiva supone, defender un poco -o un mucho- a Curry) con Thompson, que se mueve demasiado bien frente a los pequeñitos para el culo que tiene, o con Love, esperando que la magia de esa última jugada del último Final siga viva.

Luego estarían las ideas fuera de la caja: ¿se atrevería Lue a defender a Green con un pequeño, y retar a Golden State a que aprovechen el emparejamiento? Esta opción permite además -casi obliga a- que Cleveland juegue con un solo hombre alto, y si este es Kevin Love, pone en pista la opción nucelar, máxima artillería. El riesgo en cuanto a protección del aro y al emparejamiento con Green sería grande, pero los Cavs podrían estar haciendo llover canastas (triples) al otro lado, manteniendo a Curry y Durant relativamente ocupados.

O tomar la dirección contraria: poner a Durant con un jugador grande sabiendo que es posible que es eso, o coger a Curry en los cambios, y que así al menos KD no puede tirar por encima. Si los Warriors van a un Quinteto de la Muerte y los Cavs se mantienen grandes y abusones, algún interior va a tener que defender el perímetro, y será KD o Iguodala/Livingston.

Lo cierto es que esa pareja DurantGreen y su versatilidad para moverse hacia arriba una posición es sin duda el emparejamiento más desfavorable tal y como está construida la plantilla de Cleveland, y lo que puede permitir que los Warriors dicten a qué se juega. Que Lue dé con la tecla adecuada durante la serie es fundamental para los Cavs.

Love NO es «el de Minnesota«

Tras estar fuera por lesión hace un par de años, y quedar groggy en una serie en la que los guionistas iban escribiendo un papel cada vez más pequeño para él, esta parece la primera oportunidad de que Love sea importante en Los Finales de cabo a rabo. Llega sano, en forma, y más integrado que nunca. Lidera al equipo en triples anotados, los primeros cuartos son suyos, ha recuperado la voracidad en el rebote (sobre todo el propio, que es cuando está cerca de la canasta) e incluso ha vuelto el outlet pass, el contraataque sin que el balón toque el suelo que era marca de la casa en los Wolves.

Lil’ Kev Sr. en estos Playoffs ha sido el de Minnesota, sólo hay que tener en cuenta que aquí él no corta el pastel, se lo encuentra ya en el plato. La cuestión es si puede mantenerlo frente a unos Warriors que van a atacar su defensa y quizá le reten en ataque.

Empezamos por esto último: los Warriors no se pueden permitir que su emparejamiento natural, Green, quede en el ostracismo del lado débil, despegado de la jugada en defensa. Love podría no tirar una sola vez en toda la serie, pero si sólo con su amenaza lograra despegar a Green de la pintura, su concurso sería de sobresaliente y los Cavs estarían más cerca del anillo. Por tanto es de esperar que Golden State le defienda o bien con un jugador más pequeño o bien ponga a Draymond a arriesgar mucho jugando a medio camino entre la ayuda y la recuperación. Love tiene que hacer pagar a los Warriors las dos cosas: yendo a poner bloqueos y posteando en el primer caso, y abriendo el campo y embocando triples en el segundo. Tiene un emparejamiento favorable o la posibilidad de anular al candidato número uno a Jugador Defensivo del Año: la oportunidad la pintan calva.

También es verdad que ni siquiera sus momentos menos inspirados en ataque han sido la razón que le ha costado chupar banquillo frente a Warriors. Es su defensa, inteligente y voluntariosa, pero lenta, la que le ha hecho perder minutos en un enfrentamiento en el que la receta es el cambio, y la capacidad para mover los pies y llegar rápido a los sitios resulta fundamental. Además, la transición ofensiva de los Warriors pone un montón de presión sobre los hombres altos rivales para volver a defender lo antes posible, y el posicionamiento de Love en ataque es de todo menos convencional. Hacer que Love juegue en el perímetro, pero por la zona de la bombilla puede ayudar a los Cavs a mantener el balance en defensa, pero si lo aparcan en una esquina, el efecto puede ser el contrario. Cuando Golden State pone el turbo, puede caer un tiro antes de que a Love le haya dado tiempo a cruzar la línea de medio campo.

Aún así, los Cavs no tienen muchas más alternativas. Frye debería volver a la rotación porque puede estar en pista siempre que los Warriors tengan un pívot (aquí nadie tira triples como en Boston), aunque tiene el mismo problema o peor si toca cambiar, y los Cavs se van a ver obligados a jugar con LeBron de 4 y hasta de 5, pero el resto del contador hasta los 96 minutos por partido lo llenarán Thompson y él. En el quinteto titular hay un lugar para esconderlo (Pachulia), y en los de la Muerte siempre puede intentar ocuparse del exterior menos tirador, pero a cambio limpio (adoro la analogía que se ha marcado Kevin O’Connor en The Ringer: es como ir pasando hasta seleccionar un jugador en la pantalla inicial de un vídeojuego), pueden acabar poniéndole en la acción casi siempre que quieran.

Por tanto, para que los Cavs ganen, Love no tiene que ser el de Minnesota, sino el de la última jugada del pasado año: el que puede seguir el ritmo a Curry, recuperar a Green tras mostrarse en el bloqueo o no dejarse comer a merienda por los abusones de Pachulia y West.

Las pérdidas

Los Warriors tienen dos puntos débiles que no son un secreto: uno de ellos, las pérdidas. A veces por preciosismo, otras porque es el precio a pagar cuando quieres que la bola vuele libre, Golden State pierde muchos balones, y cuando se disparan los errores, pueden entrar en un círculo vicioso del que es difícil salir: pérdida con el balón vivo, canasta fácil a la contra del rival, vuelta a atacar ante una defensa bien colocada que lo tiene más fácil para provocar una nueva pérdida mientras la ansiedad va creciendo induciendo a más errorres. El caso más extremo de esta petición de principio baloncestística lo pudimos ver en el G4 de la serie entre los Wizards-Celtics, en el que Washington endosó un parcial de 26-0 a Boston en el que las pérdidas fueron condición necesaria y suficiente.

Los Cavs no son un equipo al que podamos considerar especialista en forzar pérdidas si miramos a los números, y el nivel de atención que suelen requerir todos los miembros de los Warriors hace más difícil arriesgar en la líneas de pase y jugar lejos de tu par, pero es una estrategia que los Cavs quizá deben considerar, sobre todo si en algún partido necesitan ganar terreno. Golden State también sabe ganar cuando pierde 20 balones, pero en una hipotética victoria de los Cavaliers es fácil imaginar algún partido desequilibrado por esta causa.

Los rebotes ofensivos

El otro talón de Aquiles de Golden State es el rebote: sólo los Knicks permitieron un porcentaje mayor de segundas oportunidades que ellos durante la temporada regular, y la aparente mejora en Playoff frente a Blazers y Jazz quedó en descrédito después del bajón en los tableros frente a los Spurs.

Y aquí los Cavs sí que pueden ser una amenaza, con dos de los mejores reboteadores ofensivos de la NBA, y una tercera bestia, si la ocasión lo requiere, en sus filas. Los números como equipo no impresionan, porque en la práctica sólo cuentan con el buen hacer de Thompson por jugar Love tan lejos del aro (y no tener ningún otro reboteador en el banquillo), pero el potencial de este equipo para usarlo como arma contra los Warriors, al igual que acaba de hacer San Antonio, es enorme, sobre todo como posible antídoto a los quintetos más pequeños de los Warriors.

Ya lo han usado en pasadas temporadas en Los Finales (de hecho Tristan debe gran parte de su reputación a las eliminatorias contra los Warriors, que le han hecho internacional -por Canáda-) y al igual que como con la pérdidas, porcentajes de capturas de dibujos animados (por encima del 35%) obligarían a los Warriors a jugar casi perfecto en ataque.

Aunque como ya comentamos el reverso tenebroso es cubrirse las espaldas de las contras de los Warriors: cada vez que vayan a por el rebote, sobre todo si mandan dos hombres altos, y vuelvan de vacío, están jugando con fuego. Como en tantas otras cosas, el resquicio existe pero es tan estrecho como el margen de error.

Si buscan a Curry… y lo encuentran

Una de las estrategias que más rédito dio a los Cavs el pasado año fue atacar sin piedad la defensa de Curry, tratando de ponerle en toda acción defensiva posible, y utilizando la alegría de los Warriors para cambiar, en contra de ellos mismos. Este año volverán intentar subir a Curry al estrado una y otra vez, pero quizá no lo tengan tan fácil.

La llegada de Durant ha liberado de carga ofensiva a Klay Thompson y es de esperar que aprovechen en defensa esa energía no utilizada, y eso supondría que Thompson se emparejaría con Irving todo lo posible, lo que complica un poco la estrategia de Cleveland. El éxito de los escoltas de los Cavs librándose de Curry lejos del balón para pasárselo a otro y/o bloqueando para LeBron e Irving puede ser otra de las claves de esta eliminatoria. Empezando por Smith, acabando por el que surja, el papel de todos los exteriores de los Cavs en estos Playoffs ha sido muy secundario detrás del Big Three, pero si Cleveland tiene necesidad de involucrar a Curry, el foco recae sobre ellos, y con tareas inesperadas además, como la de ejercer de continuador en el p’n’r.

El estado físico del base parece también mucho mejor este año, lo que haría más difícil la tarea, pero a estas alturas es indudable que el enfrentamiento con Cleveland y LeBron le frustra (más allá de lo deportivo incluso) y hasta que no se saque la espinita que tiene con este equipo puede estar errático. Si James huele sangre, los Cavs removerán cielo y tierra para encontrarle y atacarle, incluso aunque suponga tener que tirar de quintetos poco convencionales.

Meterlo todo

Al final, hasta una serie larga de 7 partidos es demasiado corta para no sentir el efecto de la caprichosa marea del acierto. Si la, llamémosle suerte, llamémosle aleatoriedad, sonríe a los Cavs o da la espalda a los Warriors en los momentos más delicados, volverán a imponerse.

Y lo cierto es que este año es Cleveland la franquicia que depende más de la bendición de las musas: las tornas han cambiado y ahora ellos viven más del triple que Golden State, por lo que de ser cierto el dicho (dúdolo yo), también podrían morir por él.

Salvo Tristan Thompson, todos los jugadores de la rotación de los Cavs tiran de tres, y como ya hemos comentado el acierto en estos Playoffs del equipo está siendo impresionante (quizá demasiado) y la reputación de algunos de ellos (Korver, Frye, diría que Smith, y tal vez Deron Williams) hará que incluso aunque entren en una mala racha, no varíe el respeto de la defensa rival. Es posible que Shumpert, el mejor defensor del grupo, sea el único que vería como abandonan su marca si de repente los tiros no empiezan a entrar.

Desde el punto de vista del concepto de la gravedad, los secundarios de Cleveland son mucho más peligrosos. Quizá puedas esconder un jugador en defensa en ellos, pero nunca podrás ignorarlos, algo de lo que Golden State saca réditos en forma de pérdidas rivales y caos. Si castigan a base de triples los riesgos mal calculados de los Warriors o les agrandan la penitencia de no poder cerrar su rebote, las estrellas de Cleveland lo agradecerán.

No hay arma secreta

La NBA es una liga de copiotas, y el éxito de la pareja de baile y pick’n’roll JamesIrving, ha sido replicado por todo el país, con mucho menos éxito, por supuesto. ¿Quién no lo ha hecho aún pese a que el límite teórico parece no existir para ellos? Exacto.

Golden State apenas ha usado a Curry y Durant bloqueando directamente el uno para el otro, pese a que llevamos todo el año esperando que ocurra.  Cuando pasaban los partidos y no lo veíamos, imaginábamos a Kerr y compañía protegiendo la unión como al Santo Grial, esperando a utilizarlo en Playoffs ante un enemigo que no conoce lo que se le viene encima. Las eliminatorias por el título llegaron, los Warriors están inmaculados, y siguen sin utilizarlo ni necesitarlo. ¿Será en Los Finales? ¿Lo estarán guardando para el último gran desafío?

Sinceramente, no creo que cuenten con ello. Ya no por la falta de rodaje y química, que aunque existiría, lo considero una cuestión menor. La verdadera razón por la que creo que no lo veremos tiene que ver con el rival: el pick’n’roll 1-3 significa hacer el trabajo sucio a LeBron y entregarle a Curry en bandeja de plata. James podría defender uno contra uno a Steph sin desequilibrar nada para lograrlo, una situación que es de las más halagüeñas que Cleveland puede esperar de esta eliminatoria. Y si lo invierten, Curry tiene que bloquear a LeBron, lo que además del desgaste físico y pupa que supondría, puede convertir la estrategia en inútil si James chafa la pantalla una y otra vez. Forzar un emparejamiento DurantIrving con un cambio de vez en cuando es la única ventaja clara que Golden State obtendría, y tienen maneras de encontrar el mismo desequilibrio, u otro parecido con mucho menos dolor y más confusión para Cleveland. Súmale esa verdad incómoda que no recuerdo dónde he leído o escuchado esta semana, que dice que a Durant no le gusta demasiado bloquear para nadie y el arma secreta de los Warriors se convierte en un cuchillo de mantequilla.

Ni ante Cleveland ni ante San Antonio (Green y Leonard cambiarían sin mucho perjuicio) es lo más amenazante que pueden hacer. Quizá por eso no lo hemos visto.

Green se divierte otra vez con unas pelotas que no son las suyas

Lo estabais esperando.

Los Warriors sufren una baja muy sensible

Sin meternos en hipotéticas lesiones futuras, que por supuesto pueden dar un vuelco a una serie, o incógnitas presentes (¿Iguodala?) los Warriors tienen ahora mismo una baja muy importante: la de su entrenador Steve Kerr. Hablaba en El Reverso Gonzalo Vázquez en una magnífica edición dedicada a su figura de lo misterioso que resulta que un coche autónomo como pueden ser los Warriors, eche de menos a su conductor.

El problema no está en cuando el coche va por la carretera haciendo lo que ya tiene programado: ahí funciona el piloto automático. Lo peligroso va a ser cuando el coche cruce, por ejemplo, el Canal de la Mancha, y se encuentre de repente en Inglaterra conduciendo por la izquierda (que por cierto, ¿dónde se hace el cambio de carril? ¿En medio del túnel? ¿En la parte proporcional de lo que ha pagado cada uno? ¿en el extremo francés? ¿en el del Brexit? Por curiosidad me habéis hecho buscarlo, y resulta que tú dejas el coche en un tren y te lo llevan ellos. Pues vaya). Se puede dar ese caso, en el que sea imperiosamente necesario que el conductor tome el control, y ahí tal vez le echen de menos.

En el único reto grande que han tenido en Playoffs, ese ya clásico G1 de los WCF, Mike Brown entró en pánico, utilizando quintetos mierder inéditos que hacían difícil lo fácil: jugar pequeño sin tiro ni velocidad y encima, por supuesto, palmando en el rebote y las distancias cortas. Lo peor de ambos mundos. Lo cierto es que en el resto de partidos no se le puede poner ni un pero, y tuvo decisiones incluso brillantes: dejar en pista a Curry y Green el G3 con problemas de faltas o dar carrete a un McCaw que pinta más necesario que McGee en esta serie. Pero todo fue con viento a favor y jugando con dinero de la casa.

Ver a los Warriors favoritos en el global es compatible (y creo que muchos lo esperamos así) con que más de un partido sea a cara de perro. Y Kerr no es perfecto (a cojón visto, el G7 del año pasado tiene borrones), pero es más fácil confiar en él.

Atención, atención

No es casualidad ni culpa de Isaiah Thomas que los Celtics robaran un partido a los Cavs y estuvieran mucho más cerca de ellos sin su base estrella que con él. Tampoco salió de la nada el éxito frente a los Raptors de DeRozan o que no pudieran recortar terreno a los Pacers en los minutos sin Paul George en pista. Los Cavaliers defienden mucho mejor lo individual que lo colectivo (como casi todos los equipos, tampoco es mucha novedad) y su sufrimiento en la retaguardia es proporcional al número de cortes y bloqueos indirectos que el equipo rival emplee. Es por lo que la primer gran victoria de los Cavs en estos Playoffs fue no cruzarse con Miami en una primera ronda que estoy seguro que les habría hecho gastar muchas más energías de lo esperado.

Los Warriors son un equipo con mucho más movimiento en el lado débil del que parece, y no es fácil fijarse por el magnetismo que tienen sus conductores de balón. Los Cavs, que no estarán de miranda, no pueden vencer sin prestar la máxima atención también a aquellos con los que parece que no va la jugada. Será necesario que derrochen tanto esfuerzo o más sobre ellos: no estará permitido quedarse mirando el balón, dejar la puerta de atrás abierta y morir en el primer bloqueo que te encuentres. Especialmente importante en esto será un jugador reincidente en este tipo de ofensas: Kyrie Irving.

Y lo será no sólo por sospechoso habitual, sino porque este año Curry juega más sin balón. Además de que la llegada de Durant haya movido el foco en unas cuantas posesiones por partido, quizá pensando en este enfrentamiento como juego final, los Warriors llevan toda la temporada tratando de encontrar la versión más libre de su base, y una de las maneras en la que lo hacen es separándole del bote. Y no será igual dos veces: Steph puede recibir en el lado débil tras recorrer un laberinto de bloqueos que esconde algún minotauro haciendo pantallas ilegales, o sólo unos segundos después de soltar el balón en un bloqueo y continuación, en lo que tarda en esprintar y salir de un rizo en el poste bajo como si fuera un ejercicio de agilidad de la Combine.

Los Cavs han ido afianzando durante los Playoffs una defensa que acabó mal la temporada y tardó una (corta) serie de Playoffs en afinar, y en los últimos partidos contra Boston se han visto sus peores vicios. Han estado muy bien cambiando o doblando en el dos contra uno sobre el balón, pero el nivel de comunicación necesario para hacerlo también lejos de él es mucho mayor, y esas tuberías han soltado agua. Sin fontanería haría falta el milagro.

Nadie creía en nosotros

Empecemos dejando claro que el factor «Nadie cree en nosotros» no funciona casi nunca. Si fuera tan sencillo como eso, no estaríamos tripitiendo la final que llevamos meses considerando inevitable o el Real Madrid no tendría 12 Copas de Europa (contragafe detectado, el que tengo aquí colgado).

El caso es que este año se junta el hecho de que son demasiado buenos (¡los vigentes campeones!) y a la vez no son favoritos para casi nadie, y que con el parón de una semana y mucha página (papel y web) que rellenar han sido preguntados y azuzados por ello una otra y otra vez.

Parten con la motivación del que se ve menoscabado y la única presión que llevarán encima es la que ellos quieran ponerse. Son el equipo que ha anidado en el corazón de aficionados de diversa tipología: los ‘abogados de causas pobres‘, los ‘calladores de bocas‘ o los ‘odiadores eternos al baloncesto moderno‘ son de los Cavs.

Y hay un equipo que tiene muy reciente el uso de este efecto contra los Warriors: el primer partido de la Temporada Regular y el primero de las WCF (hasta que Pachu… Kawhi Leonard se lesiona) de los Spurs tuvieron un poquito de la magia del contestatarismo que bien haría Cleveland en aprovechar.

Lo que sucedió entonces te sorprenderá

Después de plantear una gran cantidad de escenarios, nos dejamos fuera el que complementa todo lo anterior: quizá ocurra lo inesperado.

La historia de los Playoffs está llena de nombres que cambiaron una serie o un partido contra todo pronóstico, para vivir en la Historia. Quizá nos esté esperando un partido mágico en Cleveland de 28 puntosy 7 triples con impoluta defensa de Iman Shumpert, al igual que Leon Powe reventó a los Lakers en un cuarto de hora 2008. O Richard Jefferson quizá se está guardando para acabar con las esperanzas de anillo de Durant como hizo un Mike Miller siempre lesionado menos aquel día de 2012.

Apenas han pasado dos años desde que Deron Williams metió 35 puntos en un partido de Playoffs, y el mejor jugador (en porcentaje) desde la línea de triple esta temporada (Korver) está siendo uno de los peores tiradores del equipo: su regresión a la media le llevaría hacia arriba. O quizá alguna de las estrellas factura una de las actuaciones más inolvidables del deporte y ganan por lo más alto.

Hay infinitas maneras por las que podría suceder esto y lo contrario. Lo bueno es que si has llegado hasta aquí ya te quedarán unos… 10 minutillos menos para el desenlace.

La próxima frontera

La vida de un hombre alto NBA en 2016 es dura. No le paran de pedir cosas para las que se supone, no está preparado. Primero fue tirar, luego defender en el perímetro. Y en esta transformación del pívot en, ummmm, jugador de baloncesto, la próxima frontera es el pase en espacio. Con casi toda la Liga implementando el spread pick’n’roll en sus sistemas, las defensas están tomando medidas en ese eterno juego de gato y ratón, y para doblegarlas, ahora los gigantes de la Liga tienen que (re)aprender a pasar.

En el spread p’n’r (bloqueo y continuación ¿estirado? ¿extendido?) la piedra angular del ataque es el dos contra dos entre un base, que idealmente amenaza tanto con el tiro como con la penetración, y un hombre alto preparado a continuar ferozmente al aro. Además, están muy bien rodeados por tres tiradores, apostados cual francotiradores, para dar el máximo espacio en el medio de la pista y castigar a la defensa si hace trampas. Es una manera también de ampliar el rango de acción del hombre alto (habitualmente no tirador), que se convierte en una amenaza efectiva aunque esté lejos de la canasta.

Esto se puede defender de muchas maneras,  pero el momento dorado que estamos viviendo en la NBA con los bases, prácticamente indefendibles cuando la zona está limpia, ha obligado a cambiar el enfoque y la opción preferida por las defensas. Además de los cambios en defensa (que también están creciendo en popularidad, pero necesitan de un personal bastante polivalente), hay entrenadores que prefieren arriesgar a que el pívot demuestre de verdad que es una amenaza lejos del aro. Como además raro es el equipo que de verdad emplea tres tiradores efectivos rodeando el bloqueo y continuación, la opción menos mala para muchos entrenadores es enviar ayuda extra cuando (y si) el base suelta el balón: un tercer hombre deja el perímetro para defender el pick’n’roll, llegando a proteger la última línea de defensa, e impidiendo la libre circulación al aro. El problema potencial para ellos es claro: un tirador queda solo en el lugar donde los tiros valen un punto más. Pero hasta que el rival demuestre estar preparado para castigarlo, haciendo llegar el balón ahí, y después convirtiendo el tiro, será la opción con la que las defensas estarán encantadas de vivir.

El arte del short roll (continuación corta en castellano, llamado así porque el pívot no avanza hasta el aro, sino que la pasa antes) no es inmediato para todo el mundo. Cuando la defensa decide protegerse con ese defensor extra en la zona, el hombre alto, para batirla, tiene que identificar primero de donde viene este (en muchos casos, sin poder estar atentos a la jugada, pues están preocupados de recibir primero ellos el balón) y ser capaz de hacerlo llegar rápidamente (para evitar rotaciones o recuperaciones) y en la mejor localización posible para su compañero (si la defensa es inteligente habrá elegido dejar al jugador menos diestro del equipo contrario en esta situación, no puedes pasarle a las rodillas y esperar que funcione). Todo esto lo tiene hacer sobre la marcha, en carrera, sin cometer pasos, y en muchas ocasiones, en un espacio limitado, tratando de evitar cargar en falta de ataque sobre el defensor que está esperando.

Hay quien lo hace bien, y penaliza a las defensas que lo practican, por supuesto:

Si has visto en el vídeo embeb… incrustado las decenas de short rolls perfectos que un buen samaritano ha compilado, parece hasta fácil. ¿Cómo es posible que una defensa esté dispuesta a permitir eso, si les están matando? Aunque jugadores como Draymond Green o Blake Griffin (su caso es aún más complejo porque los defensores que le impiden la continuación no han dejado libre a un tirador: son el propio hombre de DeAndre Jordan esperando tranquilamente) apoyados en las amenazas que sus equipos tienen fuera de la línea de tres, lo hayan perfeccionado, no resulta tan sencillo para muchos otros. Especialmente en casos de verdaderos 7-pies, con peor coordinación y mucha menos levedad, que tienen ya problemas desde el primer movimiento de la acción, que es recibir el pase de su compañero sin perderla. No todos los 5 de la NBA son Tim Duncan. Es por eso que entre los males que tienen para escoger, muchas defensas deciden arriesgarse a obligar a que el pívot rival haga la jugada y encuentre al tirador libre, en lugar de dejar el camino más o menos libre al mate del hombre alto, o permitir que los castigue el base (al que así puedes vigilar con dos personas: presionarle más o menos, esperarle arriba o abajo… ese es otro problema).

Una medida para contrarrestarlo sin recurrir al pase podría ser que el jugador desarrollara movimientos en carrera que pueda utilizar en el medio de la zona, algo muy visible, por ejemplo, en Anthony Davis. Si el hombre alto puede girar alrededor de su defensor, o parar en seco y sacar una pequeña bomba sobre rivales que serán habitualmente más pequeños que él, o incluso, simplemente, penetrar hacia canasta como un bajito, no necesita imperiosamente ese recurso del pase. Pero al igual que el ejemplo de Green y Griffin, no todo el mundo tiene tampoco esas condiciones y/o fundamentos para hacerlo, y más cuando sube el grado de dificultad, ya que las continuaciones comienzan cada día más lejos del aro (¿hasta dónde estira una defensa Lillard, por ejemplo?), lo que obliga al hombre alto que la quiera poner en el suelo a recorrer mucho más camino quizá del deseado.

Y otro problema este tipo de habilidades son diferentes a las que un hombre alto tradicional debería conocer o ha practicado. Un buen pasador en estático desde los postes, bien arriba-abajo a otros hombres altos, bien a cortadores, no tiene por qué ser capaz necesariamente de mandar latigazos en carrera a la esquina contraria del ataque. Es algo que seguramente resulte ignoto para todos aquellos hombres altos que no han sido tratados como exteriores en sus etapas formativas, y que no es tan obvio de practicar y añadir al juego como puede ser, por ejemplo, el tiro. No es una tarea repetitiva: además de la mecánica necesaria, la ejecución depende del desarrollo del juego y la posición de compañeros y rivales en la pista. Requiere una visión no muy lejana a la de los bases, y apenas se puede sacar partido de la ventaja atlética. Es complicado añadirlo al repertorio, pero aquellos que no han tenido suerte o ganas con el tiro, pueden probar: es algo valioso y diferente.

Pero eso no quita que el impacto en el ataque de sus equipos que van a tener el futuro jugadores como Hassan Whiteside, Steven Adams, Andre Drummond, Myles Turner, Cody Zeller, Clint Capela, Alex Len o incluso el ya mencionado Anthony Davis va a depender mucho de como aprendan o progresen manipulando defensas de frente, lejos del aro, con ventaja y balón. Incluso el anillo puede depender de ello quizá, con Tristan Thompson viéndose en esta tesitura cada vez más a menudo en este comienzo de temporada, después de que los rivales identifiquen que hacer a James e Irving soltarle el balón es una manera de hacer mortales a los Cavaliers.

Un buen ejemplo positivo de jugador que sin ser estrella se ha convertido a la fuerza en un maestro en este arte, y al que el resto de sus compañeros haría bien en imitar es Mason Plumlee, que ya es el mayor asistente de la Liga desde la posición de pívot. En su caso, no ha logrado esas magníficas cifras operando simplemente desde el spread pick’n’roll, porque el ataque de los Blazers no se basa en ello, sino que le da más opciones de buscar a cortadores desde el poste alto en estático. Pero como podéis ver en el siguiente vídeo, que recoge todo tipo de pases, su habilidad en los short rolls es notoria, y suelen desembocar con más frecuencia en triples para los Blazers, siempre más valiosos, que otras situaciones de pase (también las meterán con menos frecuencia que las bandejas)

Desarrollar esta habilidad, aunque no sea sencillo, va a ser fundamental para alguno de los equipos de la Liga este año. Whiteside y Adams son los que más lo necesitan, porque juegan en ataques congestionados frente a los que las defensas mandan hombres extra, a veces incluso más de uno. Sus bases son más peligrosos como penetradores que como tiradores, y el lanzamiento de tres del resto de sus compañeros es más que dudoso: lo que frente a otros equipos es un dilema, frente a OKC y Miami es dogma de fe. Y el progreso de uno y otro está en puntos muy diferentes.

Mientras que Adams lleva demostrando desde el año pasado que es capaz de ejecutar este tipo de pases y el problema tal vez sea otro (la falta de confianza en los exteriores para sacar provecho), la falta de apetencia de Whiteside por el pase ya ha sido más que documentada. Al menos esta temporada le ha visto las orejas al lobo y está haciendo sus pinitos pasando, pero todavía sólo desde el poste y cuando le doblan: aunque ya le hayamos visto algún pase al otro lado de la cancha, las condiciones para hacerlo en un short roll son muy distintas y llevará tiempo que lo veamos.

La cuestión es que la caja de Pandora se ha abierto y cada vez va a más. Se desempolvó primero como antídoto anti-Warriors y Draymond Green arruinó la diversión. Pero ya se ha corrido la voz de que no todos son como él, y que esta es la mejor manera de desbaratar los planes de muchos equipos. Cada vez se necesita demostrar más habilidades para ser efectivo dentro de una cancha NBA y por eso los hombres altos que lleguen a la próxima frontera estarán mucho más cotizados.

PO Desde El Sofá (XXXII): Otro KO

Los Warriors volvieron a dar una páliza soberana a los Cavaliers, y tampoco necesitaron un partido perfecto ni la versión protagonista de los Splash Brothers. Draymond Green anotó 28 puntos (con 5 triples), Golden State compensó con un 45% de acierto desde el triple las 20 pérdidas, y dejaron en 77 puntos a unos Cavs, que fueron dominados por todas las versiones de los Warriors: la titular, el Quinteto de la Muerte, o la banda del banco. Sólo aguantaron un cuarto y medio.

Kerr reconocía en la entrevista dentro del partido que todo empezó en la defensa, y ciertamente, fue la constante de los Warriors en un partido en el que una vez que llegó su ataque, se acabó. La idea de los Cavaliers, agresivos y buscando tiros cerca del aro era buena en la teoría, muchos estrategas de sofá la habríamos considerado correcta, viendo que ante la defensa de cambios de los Warriors no se quedan con tiradores libres, ni son capaces de aprovechar los emparejamientos favorables. Pero no contaban con un Bogut protegiendo el aro de manera excelente, aprovechando de la posibilidad de dejar libre a Thompson. En su primer tramo de partido anuló todo acercamiento rival, incluidos los de LeBron nada más y nada menos… y hasta ahí llegaron las ideas de los Cavs, que vinieron con un único plan, penetrar hacia el aro incansablemente, pero que siempre encontraron un problema en la intimidación, las manos largas, la presencia o las ayudas de los Warriors.

Al menos en defensa si empezaron ejecutando bien, cambiando con sentido, con otro nivel de intensidad sin dejarse la puerta de atrás abierta, y volviendo a retar a los Warriors a que les ganen sin abusar de Curry y Thompson. Tampoco se dejaron sorprender de nuevo por Livingston, poniendo a Richard Jefferson (seguramente el mejor Cavalier anoche, en defensa y ataque) pendiente de él. Hasta mediados del segundo cuarto la cosa iba más o menos bien, pero con la aparición del Quinteto de la Muerte en pista, ni esto le funcionó a Cleveland. Los Warriors empezaron a sacar rentabilidad explícita de las defensas sobre los Splash Brothers, utilizándoles como señuelo y como bloqueadores para dejar a algún compañero libre. En cada jugada. Ni romper el cristal para coger el martillo de «LeBron James de pívot» en caso de necesidad funcionaba. Cuando Draymond Green empezó a meter los triples, las apuestas cambiaban a estimar cuando aparecerían Ian Clark y Mo Williams en cancha.

Sin Kevin Love en la segunda parte por un codazo de Barnes en la lucha por el rebote, Lue probó alguna cosilla, como resucitar a su Montaña, Timofey Mozgov, con idéntico resultado. Curry estuvo fuera buena parte del tercer cuarto con 4 faltas, pero hasta en ese momento hubo parcial a favor de los Warriors. Todos los jugadores de Golden State cumplían en un nuevo y sobresaliente esfuerzo colectivo, mientras que nada funcionaba en Cleveland: el resultado parece hasta corto para lo que pasó, si los Warriors tuvieran más cuidado del balón hubiera podido ser histórico.

Los Cavs ahora están obligados a ganar los dos partidos en Cleveland… o Los Finales no nos llegan ni al podcast en directo del próximo sábado. Nadie se puede librar después de los dos primeros partidos, pero más preocupante aún que el desempeño individual es que no parece haber ideas. Y este reto ya es lo demasiado difícil sabiendo qué hacer.

Sofi del día: Me encanta Santana, y es historia de San Francisco… pero el himno de Estados Unidos a guitarrazo eléctrico fue como el quinteto con LeBron de pívot: no funcionó ni de lejos.

PO Desde El Sofá (XXXI): Broche perfecto

Bonito partido para cerrar una magnífica de serie de Playoffs, a la que sólo le ha faltado alguna de esas bacanales de prórrogas y canastas sobre la bocina. Los 10 partidos jugados este año por ambos equipos entre temporada regular y eliminatorias por el título nos han dado una gran cantidad de momentos inolvidables que formarán parte de la Historia de la Liga, y al final se ha impuesto el equipo que en el cómputo global ha sido un poco mejor, el que ha aguantado un pelo más. Que no se castiguen mucho en Oklahoma City, ante estos Warriors les acaba pasando a todos.

Pero que nadie se engañe: no estuvo claro hasta el final. A dos minutos para que terminara la serie, el último coletazo de Durant dejaba a OKC sólo 4 puntos por debajo, después de haber tenido ventajas de hasta 13 puntos en la primera parte. Pero entonces una falta de 3 tiros sobre Curry cuando la posesión de los Warriors agonizaba, puso el punto final a esta bonita lucha. Sobrevive el Gigante de las 73 victorias ante los Quijotes que habrían tumbado los dos molinos más grandes que jamás han caído, vuelta y vuelta.

OKC se negaba a cumplir el guión de los séptimos partidos, y en vez de salir a la pista como casi todos los que han estado allí antes que ellos, no se presentaron ante un pelotón de fusilamiento. Cargando el rebote de ataque, implicando a todo el equipo, partiendo del dos contra dos de Westbrook y Adams que ha vertebrado su juego buena parte de la temporada regular, OKC empezó mandando, ante un quinteto con Iguodala de inicio más complicado aún de superar que el habitual, y con el ajuste de poner a Thompson defendiendo a Westbrook. En medio de un inicio coral, la primera estrella en sentirse cómoda anotando fue Durant, que aprovechaba su altura para tirar por encima de un Iguodala que le defiende tan bien, que es de lo poco que le deja hacer. Y encontraron revulsivo en Waiters desde el banquillo: un necesario tercer creador para OKC, que además se atrevía a ir a por el aro incluso más que sus ascendentes. Así, el equipo estaba jugando de manera fluida y dinámica, sin notar los cambios, llegando a los ya comentados 13 puntos de ventaja.

Se oía cada vez más fuerte el «Cucurrucucú Paloma» y Kerr, que sabía que no se lo podía tomar a broma, y que además, cambió su rotación por la entrada de Iguodala, no utilizó el quinteto banquillero y dejó a alguno de sus tres puntales en pista en todo momento. Pero en el fondo, cuando les recordaba en el tiempo muerto que una ventaja como esa la habían fulminado hace dos días y a domicilio, sabía que conectar a sus chicos está por encima de cualquier combinación. Y tras esa parada vino el primer arreón: encadenando uno de esos fallos esperpénticos de Westbrook con un triple de Thompson y un tapón de Green en la ayuda, obligaron a Donovan a pedir un tiempo muerto y metieron al público en el partido. Otro par de triples de Klay a renglón seguido, uno de ellos tras un error de cálculo defensivo de Westbrook, ponían a prueba por primera vez los nervios de los Thunder, que encajaron con mandíbula prieta los golpes y los devolvieron bien. Su respuesta llegó en forma de siete puntos consecutivos, y un truco mental jedi para que Draymond Green hiciera de repente una llave de judo a Steven Adams que acabaría aplastando su propia cabeza. Y la defensa seguía sin aflojar, quedaban dos minutos para el descanso, y estaban dejando a los Warriors en tan sólo 33 puntos. Cambios precisos, nada de oxígeno a los tiradores. Se colaba de vez en cuando alguno por la puerta de atrás, aparecía un triple imposible o pagaban alguna columpiada ocasional de Russ. Pero por el resto, un trabajo tan perfecto en esos 22 primeros minutos como hayan podido hacer en cualquier otro momento en estos Playoffs.

Y entonces llegó la segunda embestida: parcial 7-0 favorable para Golden State, y cuando Curry tenía la bandeja para seguir extendiéndolo, el brazo de Ibaka planchaba el balón contra el tablero, y Waiters y Westbrook dirigían una fantástica contra terminada en 2+1. Cambio de 5 puntos, para evitar que la ventaja fuera demasiado corta al descanso, y aunque dejaron que Curry se recorriera la pista en cinco segundos para terminar la primera parte con una bombita sobre un bosque de brazos secuoya, se iban al descanso con la confianza de haber restado bien las acometidas.

En el inicio de la segunda parte, el muro empezó a caer. Los Warriors empezaron a cortar y continuar los bloqueos con más intención y explosividad, y aparecían demasiado cerca del aro, con oportunidades muy cómodas. Sólo les faltaba rentabilizarlas, porque con la envergadura de OKC se les hacia de noche. Pero estos ya empezaban a llegar en el último momento. En ese momento Kerr quita a Bogut, que no estaba mirando al aro, y con Ezeli como amenaza aún más real de continuación, los Warriors consiguen por fin los cambios deseados en el perímetro: los que dejan a los Splash Brothers con los hombres altos. Cinco triples en seis jugadas, con el cameo de Iguodala, que se suma a la hermandad siempre que la cosa se pone fea, y Golden State empata el partido. Pero OKC todavía no se derrumba: Durant da buenas respuestas en las siguientes posesiones, Green tiene que salir de la pista por cometer la 4ª falta a 5:40 para el final del tercer cuarto, y Donovan aprovecha para meter a Waiters y jugar pequeños, y este le vuelve a responder con buenas acciones en ataque y defensa (ni Ezeli ni Speights pueden anotar en el poste bajo frente a él).

En este momento de igualdad en el marcador en que ambos andaban mirándose a los ojos, aterriza en las series Shaun Livingston, que tras ser el jugador menos brillante del equipo en anteriores encuentros, lanza un parcial de 12 puntos de los Warriors… ¡anotando en el aro! Su agresividad tiene premio y Golden State se marcha por primera vez en el marcador con un quinteto de banquillo profundo en pista, en el que Curry está acompañado por Varejao o Barbosa… mientras enfrente tienen a Kanter. OKC, que había jugado con paciencia y tino hasta ahora, vuelve a poner sus peores hábitos en práctica y demuestran que la templanza que tuvieron aguantado a los Warriors que venían desde atrás, no la mantienen cuando se les van por delante. Lo que ocurrió al final del G6 el otro día, vamos, pero esta vez un cuarto antes, y quizá con las mismas consecuencias.

El descanso previo al último cuarto les sienta bien, y los Thunder vuelven a aprovechar lo que la defensa les da: Westbrook empieza a repartir caramelos para que sus compañeros anotan de media y larga distancia, y con un poco de fortuna en el otro lado (Speights y Green fallan dos bandejas aparentemente sencillas, Westbrook también había hecho algo parecido un rato antes a la contra, pero en una acción más complicada que sólo pareció sencilla por ser suya) logran ponerse a tan sólo cuatro puntos. Curry apaga el fuego con 7 seguidos que encuentran réplica majestuosa a la altura desde la línea de tres de Westbrook y Durant y el partido llega al ecuador del último cuarto con 5 puntos de ventaja para Warriors, y los Quintetos de la Muerte en pista. No más pívots.  El momento de la verdad.

Son los Warriors entonces los que continúan donde lo dejaron el otro día, con Klay Thompson y Draymond Green conectando desde el triple, y a falta de 4 minutos y con 11 puntos de ventaja, Thompson tiene el puñal en su mano: un triple abierto en el ala izquierda tras un dos contra uno a Curry. El escolta no acierta con el descabello, y con 7 puntos sin réplica de Durant, que saca la 5ª de Green por el camino, se aferran a la vida.

Había dos minutos de alta tensión por delante, un partido en dos posesiones, y flotaba la posibilidad de estar ante un final legendario. Las constantes idas y venidas de ambos equipos podrían haber desembocado en eso. Pero el genio de Curry, que atrapó en su trampa a un Ibaka que va a tener pesadillas que culminarán con esa falta en el triple, puso punto y final al partido. El impacto de esa jugada fue tal que OKC prácticamente renunció a los 80 segundos que les quedaban: Steph anotaría incluso un último triple sin oposición, tras flotar por la pista gastando reloj sin que nadie le hiciera falta, y llevando aún más allá el récord de triples en una serie a 7 partidos: de 28 a 32 (Klay se ha quedado con 30). 43 segundos en la NBA pueden dar para mucho, pero los Thunder ya se sabían derrotados. Bandera blanca y otro año será.

Ahora, nos queda una única serie, la revancha del año pasado, con Cleveland al completo y las espadas más en alto aún. Disfrutadla.

Sofi del día: Muy cruel recordar en la infografía con Chris Webber ahí delante que una de las dos victorias a domicilio en un G7 de las WFC tras 1-3 se produjo frente a sus Kings, pero al menos sus compañeros de retransmisión tuvieron el buen gusto de no hacer ni el más mínimo comentario y reservárselos para bombas como la de «Chuckie D and I are very close«. Marv Albert, enemigo público.

PO Desde El Sofá (XXX): Qué puto espectáculo

Klay se disfrazó de Steph, batiendo récord de triples en un partido de Playoffs, y Curry fue de menos a más, para remontar un hostil partido en Oklahoma City y mantener viva la temporada.

Tras ir a remolque todo el partido, los Splash Brothers volvieron a tirar de magia, con 72 puntos y 17 triples entre los dos (27/7 de ellos en el último cuarto), y dieron una sonora bofetada a Oklahoma City, que ganaba de 8 a falta de 9 minutos, pero que no pudo cerrar el partido ante una de los mejores aficiones que se recuerdan en la NBA.

Oklahoma City salió con más agresividad que nunca, si es que eso es posible, cogiendo cuatro rebotes de ataque y robando un balón en el primer minuto de juego. Se sucedían jugadas imposibles en defensa (robos de Westbrook volando en medio de la pista, un tapón espectacular de Roberson a Thompson en una bandeja de Klay, Durant forzando a Curry a cometer pasos a la contra), y Westbrook anotaba tranquilamente sus suspensiones tras bote de media distancia. Los Thunder estaban golpeando duro a los Warriors, y Kerr apostaba por el Quinteto de la Muerte más pronto que nunca, a mitad del primer cuarto. Eso no sirvió para que Curry anotara: se fue con un rosco en el boxscore de los doce primeros minutos, pero Klay estaba recuperando el acierto desde el triple que ha ido y venido esta serie y, de alguna manera, los Warriors sólo iban tres abajo pese a estar jugando peor.

Al volver del primer descanso, OKC dio el primer estirón en el marcador aprovechando que Kerr sacaba el quinteto sin Steph, Klay y Green, que funcionó bien en el quinto partido, pero que fue castigado por Kanter y Durant en este, llevando la ventaja a 12 puntos. Hasta el mismísimo final del partido, esta decisión de Steve, que si algo podemos decir de ella es que al menos ha sido innegociable durante todo el año, parecía ser la raíz de todos los males de los Warriors. Pero a posteriori, y tras ver como al final del encuentro se desinflaban física y mentalmente los jugadores de OKC, estos minutos de descanso pudieron ser todo lo contrario: la batalla perdida que fue clave en la conquista de la guerra.

La vuelta de los titulares, con Curry metiendo nada más entrar sus primeros puntos en forma de triple, parecía que iba a solucionar el problema, pero sólo pudo parar la hemorragia. OKC seguía asestando los mejores golpes, encontrando canastas fáciles en cortes al aro para contrarrestar la anotación de Golden State y la chavalada se volvió loca cuando Steven Adams logró poner en un póster a Draymond Green. Al menos, los Warriors ya eran capaces de anotar, y lentamente fueron cerrando el hueco, lo que propició otras de esas decisiones que parecen inocentes, pero que a posteriori pesan un quintal. Donovan decidía parar el ritmillo que estaban cogiendo con un Hack-a-Bogut, pero lo hace con Andre Roberson, jugador que está resultando tan eficaz como insustituible en estas series, y que por su agresividad sobre el balón, comete faltas con demasiada recurrencia (aunque en ese momento no llevara ninguna, cierto es). El australiano salió del partido para los dos últimos minutos del cuarto, pero Roberson también jugó menos de lo que debería al final del encuentro, tras hacer cuatro faltas más en los siguientes 10 minutos de partido. Golden State iba jugando mejor y dejando la ventaja en un par de posesiones, pero los Thunder seguían sacando petróleo de contra y rebotes ofensivos, y el pesimismo rodeaba a Curry y su estado físico, tras verle fallar dos tiros libres seguidos.

Al volver del descanso, Klay con dos triples, ponía a los Warriors por delante después de muchísimos minutos, y este fue seguramente el rato mejor jugado del partido, con Curry, que en la segunda parte sí pareció el de siempre y Durant, intercambiando canastas, y los dos equipos jugando a gran nivel a media pista. Kerr sacó a Ezeli a pista, pero tras un par de errores del pívot volvió al Quinteto de la Muerte, que frente a los Thunder parecía otro más. Cuando parecía que Draymond Green se estaba metiendo en el partido, un par de faltas dudosas le dejaron con 4 y cabreado con el arbitraje, y con Donovan recurriendo al hack tan rápido como Bogut entraba, OKC pudo aprovechar para insertar a Kanter ante un quinteto en el que la referencia más grande era la de Speights.

Los Thunder llegaban al último cuarto con el viento soplando a favor: Durant enchufado, el juego interior de los Warriors confuso por faltas y tiros libres, la afición increíble, y una ventaja de 8 puntos que administrar. Y entonces llegó Klay Thompson, que no sólo metió más triples que nadie en un partido en las eliminatorias por el título: el grado de dificultad de alguno de ellos habría hecho pensárselo a su mismísimo compañero Steph. A falta de poco más de seis minutos y medio, Kerr metió de nuevo el quinteto mortal, y a la tercera fue la vencida. Iguodala estuvo magnífico defendiendo a Durant, Klay y Steph siguieron haciendo llover, y punto a punto recortaron la ventaja de OKC, dando la vuelta a un partido que pareció fuera de su alcance hasta el mismísimo final.

El depósito de OKC se vació en vivo y directo delante de nosotros, y dejaron de aparecer esas segundas oportunidades, esos cambios defensivos precisos, ese hombre siempre encima de un tirador. Durant y Westbrook estaban exhaustos, no podían seguir atacando ellos solos, pero lo hicieron. Su tramo final de partido fue olvidable, con cinco pérdidas en las últimas seis posesiones, cuando el resultado todavía estaba empatado. Y durante el resto del partido fueron la versión más individualista de la pareja, la que menos nos gusta, aunque estuviera funcionando. No pudieron terminar el trabajo, lo que les va a complicar mucho la eliminatoria, pero son los que han llevado a los Thunder hasta aquí, y aún tienen otra oportunidad.

Y mientras OKC era incapaz de conseguir algo en ataque, dos bellas penetraciones de Iguodala y Curry y un triple de (quién sino) Klay Thompson, ponían por delante a Warriors, que lograban superar la situación más complicada que han vivido en los últimos dos años. Decía Webber que la búsqueda del 73-9 les había servido para prepararse para estas situaciones límite, cuando de otra manera no habrían tenido necesidad alguna de hacerlo. Y con esto, es imposible no acordarse de, entre otros, aquel gran partido de temporada regular en este mismo escenario, cuando ganaron otro partido que se supone que no era suyo, y otro equipo habría dejado marchar.

No sé si en realidad es necesaria esa «preparación» para la victoria, o si la búsqueda del récord les ha cansado gratuitamente. Si quizá lo acusarán en el séptimo partido, o en una hipotética final. Lo que sí tengo claro es que ayer nos dejaron otro partido inolvidable, tanto de su hado colectivo, como del individual, en este caso, sobre todo, el de Klay Thompson. Y que enfrente tienen un rival magnífico, que no se va a dejar dominar por el desaliento, y que les pone en muchísimos problemas.

Sólo de pensar en que el próximo partido pueda ser parecido, o incluso mejor que este…

Sofi del día: Cuando tras un 2+1 Ibaka cayó al suelo… no creerás lo que sucedió. No he encontrado Vines del momentazo, pero Steven Adams! lo levantó del suelo por los sobacos como el que coge un bebe. Impresionante.

PO Desde El Sofá (XXVIII): Esto lo arreglamos entre todos

El vigente campeón mantiene las posibilidades de revalidar título tras un partido que tuvieron que sacar adelante sin excesiva brillantez, pero echándose todos al hombro al equipo. Todavía les quedan dos victorias más para poder sacudirse esta incómoda situación, y teniendo que volver a Oklahoma City para el siguiente partido, el partido de ayer no es muy halagüeño. Ganaron y jugaron mejor, pero se lo tuvieron que currar mucho y OKC estuvo siempre demasiado cerca.

Kerr decidió no sucumbir a la tentación de cambiar algo de lo que lleva funcionando tantísimo tiempo, y Golden State se plantó en el partido como si nada hubiera pasado en los partidos anteriores. El quinteto de siempre, Curry defendiendo a Westbrook, y los tres primeros tiros intentados, esos buenos malos triples marca de la casa. Nada exótico, ningún cambio de mentalidad, ni de estilo, ni de personal: simplemente intentar hacer lo de siempre, pero esta vez mejor. Prestando quizá más atención al rebote y a la protección del aro, y encomendándose a que Steph y Draymond recuperen el mojo, algo que fue sucediendo según avanzó el partido, cuando Curry pasó de distribuidor a anotador, y Green recuperó su confianza en esas jugadas de lucha (tapones, rebotes, dos más unos) que tanto le encienden.

Según se fue desarrollando el partido vimos que Kerr sí tenía algo pensado, que podríamos considerar especial: se mantendría grande prácticamente el partido entero y no trataría de imponer a su equipo ganar la batalla del ritmo, ante un equipo que puede que sea tan bueno como ellos, o más (gulp!) jugando a eso. Los Warriors salían cuando podían, no cedieron a sus propios instintos, y aunque les restó frescura en ataque, les permitió sostener la defensa durante la contienda. Y en todo momento encontraron alguien en el que apoyarse, ya fuera Klay Thompson en el primer cuarto yendo a la línea, Marreese Speights aka Mo’ Buckets aka Splash Cousin haciendo llover en Oakland, o Andrew Bogut, que consciente de la importancia del encuentro, no tuvo remilgos en mirar al aro cuando la oportunidad era buena. Partidazo el suyo en ambos lados de la pista.

Que ayer era partido de grupo y no de estrellas, lo demuestra el hecho de que tras tres cuartos de no poder quitarse a los Thunder de encima ni con disolvente, la primera ventaja en la decena, que OKC ya no podría cerrar, vino al principio del último cuarto, sin Steph, Klay ni Green en pista, pero sí con Westbrook y Durant. No tiene puto sentido, pero el deporte es así.

Por parte de OKC, tampoco podríamos decir que jugaron un buen partido, salvo por su generosidad en el esfuerzo y su agresividad, y en cierto modo es muy buena noticia que en esas condiciones metieran tanto miedo en el Oracle en un encuentro en el que ellos se jugaban muchísimo menos que Golden State. El ataque volvió a ser KDRuss-céntrico, tras una serie de partidos con mayor democracia, pero se encontraron enfrente a un equipo más grande que en partidos anteriores, y a media pista. Considerando la situación, estuvieron fantásticos y con mucho acierto en suspensiones, lo que les mantuvo en el partido. Sus porcentajes de acierto pueden no parecer gran cosa, pero no tuvieron nada fácil en toda la noche. ¿Que hubo algún momento en el que Westbrook fue Bad Westbrook? Sí, claro, pero ya es 2016, son muchos años ya. Russ es inseparable, afróntalo.

No fue tampoco la noche de los secundarios tras dos rondas casi completas de champín y rosas, ya que sólo Anthony Morrow que aprovechó su cameo para poner puntos donde ponía el ojo, y Andre Tirador por sorpresa Roberson, contribuyeron de manera eficaz al ataque. Ahí seguramente estuvo la diferencia en el partido. Pero aún así, como equipo siguieron acorralando a Golden State, poniéndoles en apuros con los cambios y su envergadura (hemos visto en muchos partidos innumerables pérdidas de los Warriors, pero no es habitual que tantas sean sobre el balón).

Los Warriors pueden buscar razones para el optimismo en que vienen de ganar, Curry está cada vez más cómodo sacudiéndose a los hombres altos de encima (aunque le falta un punto, sobre todo penetrando a canasta), y está al caer un partido desastre desde el triple de Oklahoma City (43.3% ayer, y estropeado al final). Mostraron carácter y sacaron adelante un partido que no fue fácil. Pero es que el próximo lo será aún menos.

Sofi del día: Si os habéis apuntando a nuestra Newsletter, sabréis ya tras nuestra radiografía de una serie de Playoffs, que por regla general, somos más de los G6 (sobre todo si el equipo que lo juega como local va por delante) que de los tan famosos claves G5. No hay mejor ejemplo que ayer. Sí, ambos equipos jugaron duro (saludos a nuestro hombre Sheed), pero OKC tenía red. En el próximo no será así. Obligatorio ganar para los dos en territorio comanche para el cabeza de serie. Un G7 anticipado para disfrutar el sábado cuando vuelvas de tomar unos cacharros, o el domingo a la mañana, relajado y en pijama, sin cortes de publicidad, y con unas porras churretosas delante. Cuando los drones de Amazon las lleven a tu ventana como los pajarillos de Cenicienta, verdaderamente habrá llegado el futuro, y todo esto habrá merecido la pena.

PO Desde El Sofá (XXV): Esto ya lo he vivido antes

Volvemos después del parón findesemanal a las PO Desde El Sofá, la única crónica post partido que llega casi a la vez que el siguiente partido. Somos así.

Nos movemos cual Jimmy hacia OKC para vivir el tercer partido de las finales de conferencia del Oeste, donde se llegaba con todas las espadas en alto y donde después del partido se está hablando más de una jugada digna del Guile del Street Fighter (ver Sofi Del Día bajo) que otra cosa, pero bueno, a eso iremos luego. Hablemos del partido.

Oklahoma City Thunder se acaba de poner en la misma situación donde estuvieron los Memphis Grizzlies (cuando aún no eran Zombies) y los Cavs de Culebron el año pasado, es decir, 2-1 ante Warriors y jugando el G4 en casa. No sabría decir si el equipo de Kerr está contra la pared o cómo, pero vamos, la situación de este año tal vez sea diferente, sobre todo como se va a llegar a ese partido.

En el partido de anoche Thunder dominó desde básicamente el inicio, pero no fue hasta el segundo cuarto cuando la ventaja ya empezó a incrementarse hasta llegar a nivel de paliza.

El equipo de Donovan estaba desatado en ataque con Durant & Westbrook y en defensa, entre el poco acierto de Warriors y la intensidad de Thunder, la masacre se seguía consumando. Cada fallo de Golden State iba seguido de una contra letal, con lo cual una cosa iba detrás de otra.

Luego está el tema Green, el cual mientras estamos escribiendo esto, aún no sabemos si jugará el G4 o si bien será sancionado. Lo que está claro es que esto puede ser esencial para la serie, más que nada porque ayer vimos el valor que tiene el 23 de la Bahía cuando está y cuando ‘no está’. Pero bueno, eso ya vendrá en el futuro.

De momento, Thunder sigue en ese modo en que se cepilló a San Antonio y con una confianza que ahora mismo llega a niveles celestiales…

Sofi Del Día: Para la gente de Bleacher Report por hacer esta maravilla…

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