Estamos en tiempo de playoffs y como es ya habitual en La Crónica Desde El Sofá cada día tendréis una pequeña crónica de lo que hemos visto la noche anterior (o probablemente durante el día tranquilamente) y al final, el Sofi diario…
Los Warriors no juegan solamente por un anillo, que no tienen ni mucho menos conseguido aún, sino también por ser uno de los mejores equipos que hemos visto jamás. Para ello, a los 67 partidos ganados en Temporada Regular, se le tienen que sumar una de serie de momentos que puedan ser calificados de históricos en Playoffs, y un dominio aplastante de sus rivales. La victoria de ayer podría formar parte perfectamente de ese compendio imaginario de hazañas, al que todavía le quedan páginas por escribir, si es que tiene que ser.
Cuando creíamos que los Rockets tenían un bosquejo de cómo hacer las Finales de Conferencia competitivas, Golden State les cambió el tema de la composición. Un Steph Curry pletórico, que dejó 40 puntos en 24 posesiones de tiro, lideró a su equipo en Houston, dejando las Finales de Conferencia prácticamente sentenciadas, y debido a cómo se está desarrollando la situación también en el Este, la posibilidad de que estemos 8 días sin baloncesto antes de las Finales, empieza a vislumbrarse posible.
El primer cuarto de Golden State fue tan perfecto como creíble. No requirió de heroicidades, de actuaciones fuera de la norma, de ningún juego de espejos. Lo único chocante, tenía sentido. Entre ello, los 10 puntos de Bogut, obtenidos cómodamente, como jugador que menos atención recibía para lo cerca de la canasta que paraba. O lograr acabar sin ninguna pérdida, algo que, con lo delante que estuvieron de los Rockets en todo momento, tendría que haber sido un error no forzado.
Los Warriors jugaron con sentido, propósito y paciencia, esperando que los Rockets, obligados a cambiar en todo bloqueo a Curry, pero sin acierto ni acuerdo en cuando descambiar, o qué hacer con el resto, se descubrieran ellos solos. A veces costaba más, a veces menos, pero siempre acababa apareciendo una grieta por la que acabar en canasta.
En el otro lado de la pista, Harrison Barnes era el nuevo encargado de James Harden, que se tuvo que enfrentar a diferentes defensores, tratando de ofrecerle todos la misma opción: la parte derecha del ataque, y un hombre alto esperando. Después de dos partidos cocinando desde la media distancia, se acabó el gas de la bombona, y como cada vez que eso pasa, vimos los Rockets del ataque claustrofóbico, aquellos presa del pánico por haberse quedado sin espacio. Sólo Howard, que es poco más que un secundario en este ataque, causaba daño, pero no están acostumbrados a buscarle. El resto estaba todo más que controlado.
El segundo cuarto siguió por el mismo camino. Kerr les dijo en un tiempo muerto en la serie contra Pelicans que en Playoffs se gana con cerebro y corazón, y ayer no faltaron ninguna de las dos cosas. Enlazando coreografías perfectas con acciones más corajudas, la ventaja iba creciendo sin estridencias, a la par de la desazón de Houston, y el partido se veía silenciosamente sentenciado al descanso: 25 puntos de ventaja.
Y por si fuera poco, en el tercer cuarto, Steph, que ya se había cansado de manipular los cambios de Houston, de flotar como una mariposa cubierto por el Josh Smith de turno y descargar en Bogut cortando al aro, o cualquiera de los tiradores surtidos que esperaban su pase por fuera de la línea de 3, decidió pasar a picar como una abeja.
Curry metió 19 puntos en este periodo (4 de sus 7 triples), bailando sobre la tumba de los Rockets, tratando de hacer conversos en el público del Toyota Center, si acaso uno de los pocos lugares, por aquello de la rivalidad en torno al MVP, que no se han rendido a su cara de niño.
Mientras los Warriors puedan seguir jugando como si no fueran tan buenos cuando sí lo son, seguirán dando puñetazos en mesas tan altas como estas.
El sofi del día: Lo que está sufriendo en esta serie Mark Jackson, que nos tiene que recordar constantemente la importancia de aquellas piezas (Ezeli, Livingston) que no estuvieron (o no sanos) en sus asaltos al anillo. A JVG se le ocurrió comentar que un amigo pensaba que Ezeli jugaría de titular en un par de equipos, y Jackson nos atizó con ello cada vez que Festus hacía una buena acción. Si Ezeli se va con un doble-doble del partido de anoche, MJax nos acaba vendiendo un All-NBA 2nd Teamer. Y uno no oía un tono de decepción semejante como el que tenía anoche con Harden desde que dejó de vivir con sus padres.
No debe de ser un trabajo fácil ser cornudo y apaleado, no, pero, Mark, tápate, porfa please.