Vuelve El Podcast Desde El Sofá para hablar de otro nuevo proceso de autodestrucción, esta vez en Chicago, donde las cosas han pasado a otro nivel totalmente diferente.
Después hablamos de qué está pasando en Houston y para acabar tratamos lo que puede pasar (o no) cuando a partir del próximo 15 de diciembre se puedan traspasar jugadores nuevos en sus equipos.
Hoy en El Podcast Desde El Sofá estuvo Javier Martín, Roberto Vázquez, Mario Maruenda y David Chanzá.
El el episodio de hoy de El Podcast Desde El Sofá hablamos hoy de las cosas que más nos han gustado y las que menos de esta semana y ahí han entrado Doncic, Westbrook, Hornets, KCP, Tatum, los primeros minutos de los partidos, Denver, …
También hemos hablado sobre la pelea que se vimos en el Lakers v Rockets y para acabar dejamos alguna que otra recomendación.
Hoy en El Podcast Desde El Sofá estuvo Javi Martín, Mario Maruenda y David Chanzá.
Hay un término en el ámbito periodístico norte americano que siempre me ha fascinado. Una expresión que seguro que todos vosotros habéis oído y habéis leído en multitud ocasiones y que muchas veces probablemente haya pasado por delante sin dar mucha importancia, la ventana.
Tendría que investigar bien, pero probablemente el origen sea algo militar, ya que en alguna película que otra también aparece. La traducción directa al castellano sería algo así como la oportunidad, pero claro, una oportunidad no se abre o se cierra o está algo cerrada o algo abierta, en cambio una ventana sí.
Cuando se habla de la ventana en deporte, se habla de eso, de una serie de oportunidades que están ahí y como una ventana, cuanto más abierta, más oportunidades hay. Esa ventana se puede abrir, se puede cerrar o simplemente puede dejar de existir.
La ventana de Houston Rockets para asaltar el anillo no sabemos si está más abierta o cerrada que lo estuvo el año pasado.
Hagamos un poco de memoria. Houston Rockets el año pasado fue el mejor equipo durante la temporada regular de la NBA, con 65 victorias (!!!) haciendo una de las mejores temporadas en la historia de la liga, con el récord de triples anotados en lo que de momento es el momento cumbre del MoreyBall, es decir, 3>2.
La llegada de Chris Paul el año pasado trajo consigo muchas dudas, ya que ver a un jugador como Paul, muy acostumbrado al tiro de media distancia a la filosofía de tirar de 3 o hacer bandeja, fue uno de los puntos clave en la temporada pasada. Pero el resultado no pudo ser mejor. Paul quitaba a Harden de su faceta organizativa del juego, con lo cual, el 13 de Houston podía hacer y deshacer en ataque casi a su antojo y con ello consiguió su anhelado MVP. Todo era perfecto, todo funcionaba extremadamente engrasado.
El equipo confeccionado por Morey estuvo exactamente a un partido de ganar a Golden State Warriors en las finales del Oeste, estuvo probablemente a unos 27 triples fallados de ganar el Oeste en el séptimo partido de dichas finales, es decir, estuvo a nada de jugar la final de la NBA, donde probablemente hubiera tenido un amplio porcentaje de posibilidades de asaltar un nuevo anillo para la franquicia de Texas, desde que allá por los 90, aprovecharan de forma genial los años sabáticos de Jordan.
Pero no fue así.
La sensación de oportunidad perdida ha llegado a la franquicia de Houston y este verano tenían que afrontar cosas importantes para su espacio salarial.
Chris Paul renovó por 4 años a 40 millones por temporada. Un contrato de niveles everísticos y siendo claramente un pequeño peaje a su incorporación la pasada temporada. Además, una de las grandes incógnitas del verano que era Clint Capela, también finalmente acabó firmando su renovación en Houston por 5 años a 18 millones la temporada. Con este espacio claramente cubierto y con Harden también con un contrato sabroso, las renovaciones de Ariza y Mbah a Moute se antojaban complicadas al menos y así fue.
Trevor Ariza ha decidido llevar su talento al desierto de Arizona, donde formará parte de Phoenix Suns, mientras que Mbah a Moute volvía a Clippers dejando un poco huérfano el apartado defensivo de un equipo, que precisamente en ese apartado fue lo que hizo ponerse a nada de asaltar el Oeste.
Con estas salidas y con el espacio salarial cogido con pinzas, las incorporaciones que ha hecho Morey sólo podían ser por contratos mínimos, como han sido la de Michael Carter-Williams (ex-Rookie del año, sí, así fue la clase ese año…), Gerald Green que nunca sabes si realmente te puede aportar o restar, James Ennis, es decir, intendencia pero nada realmente para substituir lo perdido, ahhhh y también llegó… Carmelo Anthony.
Melo, de la clase de 2003, entra en su 16º año como profesional y llega en el momento más bajo de su carrera, siendo carne de traspaso por pipas y siendo una leyenda viva en Atlanta Hawks, a un equipo donde todo va sobre ruedas y donde su aportación puede ser como lo que vimos en Thunder o tal vez algo más. Su nuevo entrenador: Mike D’Antoni.
Volvemos ahora unos años atrás. Linsanity en el momento cúspide cuando aquellos Knicks aprovecharon la lesión del 7 ex de Nuggets, para darle las llaves del equipo a un joven semi asiático que puso patas arriba el Madison Square Garden en varias ocasiones (aún recuerdo el partido contra Lakers…) y donde su historia llegó a sitios donde nadie pensaba que podía llegar. A Melo, un jugador al que le gusta ser el foco de todas las miradas, todo esto no le acabó de convencer mucho e hizo que la relación empezara a no funcionar. Si a esto le sumamos los malos resultados, así como un equipo que no estaba hecho a la idea de D’Antoni, hizo que esa relación se desgastara de forma casi insuperable. Ahora, unos años después, se vuelve a encontrar con el mismo entrenador.
Ambos no se han cansado en decir que está todo superado y que no será problema, pero siempre estará ahí.
Habrá que ver también el rol de Anthony dentro del equipo. Nos hemos cansado de oír que el FIBAMELO es lo que realmente vendría bien a este equipo, pero ahí creo que no estoy de acuerdo. FIBAMELO es un jugador tirando mucho de 3 (en distancia FIBA) que realmente son tiros de 2 de larga distancia, como en su día hacía Chris Paul, eso para el sistema de Morey-D’Antoni es básicamente una herejía, así que no veo que ese FIBAMELO sea lo mejor para el sistema. Además, parece que el rol de salir de banquillo era otra posibilidad, algo que nunca tampoco le ha gustado al jugador de la Universidad de Siracusa, pero por mi parte voy a dejar un gran voto de confianza, ya que tampoco se pensaba que Paul podría encajar en este equipo y si no se llega a lesionar estaríamos hablando ahora del primer anillo de Harde, Paul…
Melo tendrá que poner de su parte, así como D’Antoni y va a ser uno de esos checks que tenemos todos en mente en comprobar este año, ver como Carmelo Anthony se acopla a un sistema tan determinado como el de Houston Rockets. Una auténtica incógnita.
Además, Houston Rockets probablemente vuelva un poco a la media y la brutal temporada del año pasado no se repita, con un Oeste donde Warriors se ha reforzado, donde Spurs tiene ahora a DeRozan, donde Nuggets pintan bien y donde, no lo olvidemos, está LeBron James en Lakers, los cuales probablemente no sean un rival directo de estos Rockets, pero no deja de ser otro foco de atención en una conferencia ya de por si cargada de focos y estrellas.
Con todo esto, tenemos que volver a la ventana y no sabemos si sigue corriendo bien el aire o si por lo contrario está ya un poco cerrándose y dejando pasar una ocasión única que tuvieron el año pasado mientras fallaban triple tras triple.
Y es que ya lo dice el dicho: Vivir o morir del triple.
Hemos querido esperar a hacer una nueva PO Desde El Sofá a que se jugaran los dos Games 7 que hemos vivido durante estos dos días en la NBA, dicho esto, es buen momento para medio comentar ambos partidos desde nuestro maravilloso y particular punto de vista.
Por primera vez desde 1979 la NBA llegaba a su penúltima etapa con todo por decidir en su último partido, el séptimo partido de la serie, así que vamos a empezar por orden cronológico, con lo cual primero cogemos nuestro jet privado a lo Jimmy y aterrizamos en el Garden, en plena Nueva Inglaterra para asistir a un partido donde Boston Celtics podía cerrar su pase hacia una nueva final, que sería la primera desde 2010 y que sería sin duda una de las más inesperadas de siempre. Delante Lebron.
Todo el mundo sabía lo que iba a pasar, todos, absolutamente todos sabíamos que si había un momento en que LeBron James iba a brillar más de lo que normalmente lo hace iba a ser en el séptimo partido para llevar un año más a su equipo a The Finals (por cierto, que la NBA haga el favor de devolver el mítico logo, que el actual es digno de Paint o un WordArt). Todo el mundo sabía lo que iba a pasar, aún así, todos estábamos viendo el partido por si ese grupo de jovenzuelos sin ‘estrellas’ podía desde la defensa plantar cara y meterse en unas finales que nadie esperaba. Pero pasó lo que todo el mundo esperaba. Cómo no.
Y mira que la primera parte pintaba más que bien para los intereses célticos, con un Tatum que estaba doctorándose y Horford en defensa destacando para llegar a coger una ventaja de +12 y poner la luz amarilla de peligro en la cabeza de los de Ohio.
Pero llegó la segunda parte y aquí todo tenía que seguir ese guión que no estaba escrito pero que todos teníamos en mente. Los nervios empezaron a llegar a los de verde, mientras que poco a poco Cavaliers iba metiendo canastas, sin prisas pero sin pausas, con un Jeff Green sorprendente, aún así Celtics estaba en partido, estaba mirando la orilla mientras no paraba de nadar y nada.
Tatum puso su nombre arriba, muy arriba, casi más allá de las estrellas, con un mate estratosféricos dejando a LeBron James para un buen póster. Una jugada de esas que marcan un antes y un después en la carrera de un jugador, en este caso, un rookie con todo por delante abierto de par en par. A LA JUGADA le siguió un triple que metía a Celtics por encima, el Garden se caía, la gente lo veía cerca, muy cerca, demasiado cerca.
Celtics no paraba de tirar de tres, con Rozier haciendo unos números pauperrimos, pero sin dejar de tirar y tirar, y claro, si no entra, pues el otro equipo a la mínima que esté acertado va a sumar poco a poco.
James sumaba otro capítulo a su libro The Blocks y se quedaba mirando a todo el estado de Massachusetts para decirles que él iba a ir de nuevo a The Finals y que lo suyo había estado bien, había sido épico, que llegará su momento, pero aquí y ahora, él y sólo él iba a ponerse la gorra conmemorativa de campeón del este. Duro, pero en el fondo, todo el Garden sabía la verdad y ésta llegó casi en la orilla, cuando ya casi se cataba la playa.
Después de que James diera gracias a todo su equipo y Calderon llegará a su primera final, teníamos otro capítulo de esos parecidos que se iba a disputar en H-Town, la ciudad de Beyoncé y de la NASA, probablemente en ese orden, donde Warriors iba a intentar desbancar a un equipo hecho por y para derrotarles.
La historia se repetía bastante a lo que habíamos visto el día anterior en Boston. El partido se le ponía pronto de cara a Rockets, con Klay Thompson haciendo 3 faltas más que rápidamente y en apenas 3 minutos ya estaba en el banquillo con un amplio descanso por delante, pero era un típico Game 7, con muchos nervios y mucha imprecisión. Muestra de ello era el bajo marcador en ese primer cuarto.
Steve Kerr se la jugó y metió a Thompson al iniciar el 2Q, dejando atrás prejucios y demás para poner toda la carne en el asador en el partido donde debe hacerse eso, pero se veía a Klay jugando sin ritmo, fallón. Houston apretaba en defensa, como habíamos visto durante la serie y Eric Gordon suplía de la mejor forma posible a un Chris Paul que de nuevo dejaba sus malas pulgas habituales en el banquillo con su lesión. La cosa pintaba bien y Travis Scott no podía estar sentado ni un momento al lado de Reggie Miller, los cuales, inexplicablemente se pasaron gran parte del partido de pie… estando sentados en primera fila, piensa en ello… ya?, sí, yo he llegado a la misma conclusión.
Pero como en Boston, aquí todos sabíamos que el arreón de Warriors iba a llegar, donde siempre suele hacerlo, en el 3Q, y dejo este dato para después, no lo olvides que luego voy…, donde Houston hacía como Boston y no dejaba de tirar y tirar y tirar, pero ey! Aquí es diferente, ya que Rockets ha hecho eso durante todo el año, con la diferencia que hoy no entraban. Mientras Warriors iba entrando en juego: Curry, Thompson, KD… y claro, el partido se empató y el número de triples fallados seguidos por parte de la escopeta cohetera llegó a 27, sí, 27 triples seguidos fallados, algo realmente increíble y brutal y sentenció como no podía ser de otra forma a unos Rockets que ya no pudieron levantarse de eso, ya que Warriors cogió una cómoda ventaja de 10-8 puntos que supo gestionarla como sólo ellos saben hacer para finalmente llevar todo al Episodio IV de unas finales que todo el mundo pronosticaba antes de empezar todo allà por el mes de octubre.
Sofi Del Día: Se lo damos a este heroe con la camiseta de Kobe en pleno G7 en el Garden. #LakersLegend.
En El Podcast Desde El Sofá de hoy hablamos de las finales de conferencia, además como debe ser, mitad del programa sobre el Celtics v Cavs y la otra mitad sobre el Rockets v Warriors.
Acabamos el programa hablando un poco de cosas así sin sentido como casi siempre, vamos…
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Hoy en El Podcast Desde El Sofá hablaremos de las semifinales de conferencia en los PO de la NBA, de qué si no vamos a hablar?!?!?!?
Bueno, al final hacemos un repaso al movimiento de banquillo que está habiendo en la NBA y acabamos con un par de recomendaciones de lujo, un libro y una serie.
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Hoy en El Podcast Desde El Sofá, realizamos tres simples preguntas para todo el programa y a partir de ella pues contamos nuestras cosas:
– ¿Qué pasa en Lupitalandia?
– ¿Puede este Lebron volver a llevar a Cavs a las finales?
– ¿Oportunidad de oro para Raptors/Rockets?
Si quieres conocer las respuestas que te haran mejor el día, no dudes en oirnos, además, acabamos con un par de recomendaciones, Mario nos recomienda NO ver Ugly Delicious de David Chang y David recomienda el podcast 326 de Bill Simmons con Scooter Braun.
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Sin Leonard ni Parker los Spurs se van a la Bahía, diciéndole a los Rockets «vida mía, qué calor; qué calor, qué calor, tengo; qué guapa soy, qué tipo tengo«. 39 puntos de diferencia anoche, mayor paliza de estos Playoffs y mayor victoria a domicilio de toda la temporada. Con en el equipo rival jugándose la vida, parece mentira. Pero ciertamente no lo es.
Aunque el quinto pudo caer de cualquier lado, este sexto, sólo tuvo un color, y no fue el rojo de los Rockets. Los de Popovich han logrado poco a poco eliminar los rasgos de identidad de Houston, que sin (tantos) triples ni tiros libres no tienen más a lo que agarrarse para competir a este nivel. Con un Harden desconocido, que no intentó un tiro de campo en el primer cuarto, no anotó fuera de la línea de tiros libres hasta la segunda parte, y que pasó medio partido con más pérdidas que puntos, los Rockets no fueron rival para los consistentes aunque mermados Spurs.
Salió un notable Jonathon Simmons en el lugar de Leonard en el quinteto titular, y D’Antoni volvió a apostar por Gordon en el quinteto titular para sacar a Anderson desde el banquillo, lo que dejaba a Harden defendiendo dentro, habitualmente a Pau Gasol. Fueron el español y Aldridge los que con posteos y rebotes ofensivos empezaron castigando a Houston y montando las primeras ventajas. Los Rockets, con Harden más pendiente de pasar que de anotar, perdían el balón y las oportunidades de seguir a San Antonio en el marcador.
Cuando el base reconvertido se fue al banquillo, los Rockets tampoco eran capaces de pasar la pelota por el aro. Mills desde el triple abría el primer gran hueco y cuando el candidato a MVP volvía a pista tras unos minutos de descanso en el segundo cuarto, la diferencia ya era de 18. Sólo Ariza, enchufadísimo desde el triple en casi toda la serie, y Capela, parecían tener ganas de jugar. Los dos jugadores que tenían que servir de generadores secundarios, Gordon y Williams tampoco mostraban interés o precisión, y sin resistencia, a San Antonio le bastaba con seguir el plan para continuar ampliando la ventaja. Houston era el equipo triste del año pasado, no la máquina que vimos, sin ir más lejos, hace un par de partidos, y el resto del partido fue una visita al purgatorio.
Aldridge no fue perfecto pero jugó su mejor (y más cómodo) partido y Pau volvió a parecer un protector de aro de élite. Popovich pudo aprovechar para dar carrete a dos jugadores inexpertos a los que va a necesitar en la próxima ronda, Simmons y Murray, y estos respondieron. San Antonio no tuvo siquiera que jugar el baloncesto explosivo que se presupone a una paliza de este tipo en 2017: la hemorragia de Houston fue interna.
En el polo opuesto, la noche de Harden, que sólo ha estado brillante en momentos muy puntuales en estos Playoffs, pero que ayer se marcó el partido más decepcionante que es posible imaginar. Fue la clase de actuación que hace pensar que hay algún problema detrás. No se si será físico, psicológico, sentimental, resaca de un quinto partido psicotrópico (que perfectamente le pudo dejar una conmoción cerebral, tras un codazo de Gasol que no pareció para tanto) o la maldición de Lil’ B a tope de power, pero el resultado fue tan paupérrimo que lo único que no parece es un simple mal día. Por lo que probablemente, lo será.
Los Playoffs siguen y los Spurs tienen un día más para recuperar a Leonard porque no se enfrentan a los Warriors hasta el domingo. A los Dioses del Baloncesto pedimos un poco más de lo que aquí hemos visto.
Sofi del día: Jimmy es un ídolo entre otras muchas cosas porque pese a que le gusten delgadas no se va hasta que canta la gorda. Quiere por igual a James Harden que a Bryn Forbes: si ha pagado, se ve el partido enterito.