Cuando Kobe Bryant anunció su retirada tome la noticia entre una mezcla de melancolía, sorpresa pero a su vez sabiendo que ese momento estaba más cerca que lejos y que este año era una posibilidad más que grande de ello.
En ese día, me apetecía hablar del futuro, de Lakers, de como los Buss podrían encarar este fin de ciclo para atacar los años venideros de una forma u otra, era el momento para mirar adelante. Hoy sin embargo es el momento de mirar atrás.
Cuando esta noche en la Avenida Figueroa de Los Angeles, Kobe Bryant salte a un abarrotado Staples Center, será la última vez que lo haga vestido de dorado y purpura, será su último partido, su adiós a 20 años de lacustrismo y de una de la carreras más legendarias en la NBA.
Si te digo la verdad, no se como reaccionaré, no se como viviré el partido, el cual probablemente vea tranquilamente en la mañana de jueves, pero se mezclaran seguro muchas emociones ya que para mi Kobe Bryant es El Jugador.
Desde más o menos 1988 soy de Lakers y desde esa época he vivido muchas cosas, mejores y peores, pero lo que he vivido de inicio a fin es la carrera del 8 y ahora 24. Tengo vagos recuerdos de ese Draft, de aquel 96 y de aquel chaval de instituto que Jerry West le sacaba en un trade ya mítico a los Charlotte Hornets. Ese jovenzuelo rapado y ganas de comerse el mundo, iba a ser en poco tiempo una de las sensaciones de la NBA y como le gustaba decir al gran Andrés Montes, era el presidente de la generación de Al Salir De Clase.
En febrero de 1997 la gente ya se empezaba a dar cuenta de que Bryant era algo diferente cuando en el concurso de mates del All-Star de Cleveland, con la camiseta de entrenar y con un descaro digno de su edad, se llevaba el trofeo ante gente como Mike Finley, Ray Allen (sí, ese Ray Allen) o el que jugaba en casa, Bob Sura, era su primer trofeo, su primer premio, su primer número uno, podíamos decir que desde ese momento nacía una competitividad que ha sido una de sus señas en todos estos años.
Poco tardaron en llegar los títulos de la mano de Phil Jackson y haciendo tandem con Shaquille O’Neal en uno de los equipos más temibles y sobrados de toda la historia de la NBA, que si bien no acabó con un record brutal de victorias la temporada (58), si que tenía un dominio sobre el resto de equipos que era insultante.
Fue el tercer anillo, el ‘Threepeat‘ y el inicio del fin de una relación que de haberse llevado medianamente bien a saber de cuantos anillos estaríamos hablando ahora mismo. El ego de Kobe pudo con el de O’Neal que dejó Lakers después de que aquel invento con Malone y Payton no saliera todo lo bien que se esperaba, todo sea dicho, culpa de las lesiones.
Este fue el peor momento deportivamente hablando. Los rumores de traspaso siguieron en los años posteriores y claro, uno que es fan de Lakers y de Kobe (en ese orden), no quería que la relación se viera truncada…¿quién se imagina a Bryant en Clippers? Pues estuvo a punto de darse…más cerca de lo que muchos se creen.
Los años venideros fueron un poco travesía en el desierto, pero llegó el 1 de enero de 2006 y el partido entre Los Angeles Lakers y Toronto Raptors. Mucho se ha contado de esa hazaña y mucho se seguirá contando en años posteriores hasta que un día a Curry le dé por enchufar 1000 triples en un partido o algo similar. Aquello que hizo Kobe será por siempre su marca y esa estampa dirigiéndose al banquillo con el dedo en alto, supongo que será la estatua que algún día la franquicia le dedique en la plaza donde ya están Magic, Kareem o Chick Hearn. Los 81 serán su legado eterno y eso ya nadie, amor o odio a parte, va a poder quitarle. De aquel partido me quedo con el recuerdo de verlo tranquilamente al día después, no estaba nuestra pareja favorita, pero sí Daimiel, que justo ese día cambió turno con otro y tuvo la suerte de comentar los 81 de Kobe. La cinta VHS del partido en castellano sigue por aquí cerca a mi lado.
Ese año Kobe Bryant debió ganar el MVP, se lo llevó Nash repitiendo, cuando era el comandante jefe de aquellos Suns de los ‘7 seconds or less‘, ese MVP era de Kobe, por su temporada, con 35.4 puntos por partido y dejando cosas míticas como los 81 y actuaciones brutales como la contra Dallas con 62 puntos o sus 4 partidos con más de 50 puntos. Una barbaridad que no se vio recompensada con un trofeo que debió ser suyo.
Años complicados, donde seguir a Lakers era algo parecido a lo de hoy en día, con la promesa de Bynum, pero el 1 de febrero de 2008, pasó lo que todos sabéis, Mitch Kupchak sacaba su magia y traspasaba engañaba a Grizzlies para conseguir que Pau Gasol vistiera de dorado y purpura. Ese mismo año se llegó a la final de la NBA y ese año consiguió el MVP que se le negó en 2006. Algo había cambiado y la gran prueba de ello fueron los dos consiguientes anillos, uno de ellos vengando la derrota contra Celtics en un séptimo partido que ya es historia viva tanto para él como para Lakers.
Pero sin lugar a dudas mi mayor recuerdo de Kobe Bryant lo viví en directo y no, no hablo de los cientos de partidos que le he visto jugar en estos 20 años, las miles de canastas que le he visto hacer, no, todo pasó el 11 de febrero de 2011, cuando estuve en el Madison Square Garden para disfrutar de un Lakers vs Knicks en la catedral. Lakers venía de un back to back contra Boston, donde por cierto ganaron y sinceramente no esperaba mucho de este partido, el último de Phil Jackson como entrenador en la que ahora es su casa, sólo quería disfrutar del momento y del espectáculo. Y vaya que lo hice.
Lakers jugó un partido tremendo y Kobe hizo de Kobe en el Madison, cascándose 19 puntos en el primer cuarto que fue una auténtica barbaridad y que dejó un buzzer beater donde Felton aún está clavado al parqué del MSG.
Estos años han llegado las lesiones, el no-trade de Paul, el fiasco de Howard y mil cosas más que no son para este momento de recordar, y finalmente Kobe decidió que ya era momento de dejarlo y de que los 20 años como jugador de Los Angeles Lakers acabaran donde tenía que hacerlo en el Staples Center, en su casa y ante su público.
Yo lo veré mañana, tranquilamente, pero siempre por casa tendré sus camisetas, sus zapatillas, sus bobbleheads, sus figuritas, del que para mi es y será el mejor jugador que he visto jugar a esto llamado baloncesto.
Disfrutemos de ese momento y…
Gracias Kobe.