Mañana de un día cualquiera de la época pre-internet, de cuando no había Twitter, ni League Pass, ni descargas poco legales, ni nada que se le pareciera. Te levantas y mientras vas más que medio zombie al baño, sales, empiezas a ser persona humana, aquellos que sean humanos claro, y tu mente empieza a clarificarse, sí, anoche dejaste el vídeo grabando porque había NBA.
Lo primero que toca hacer es rebobinar esa cinta que ya está más que regrabada y piensas, tendré que ir haciéndome a la idea de pillar una nueva, esta vez de 4 horas así puedo poner dos partidos dentro o uno largo si tiene varias prorrogas. Te tomas el desayuno y el rebobinado acaba, le das al play, y después de varias distorsiones de las mil cosas que hay grabadas ya al iniciar, empieza la mítica intro, esa que te sabes de memoria donde Montes dice lo de ‘EL SEXTO ANILLO!!!! JORDAAAAN!!!‘, bien, se ha grabado bien piensas.
Lo siguiente que te viene a la cabeza es esperar que estén Montes y Daimiel, sí, la gran pareja que hace que un partido cualquiera se convierta en todo un acontecimiento, si se da el caso que no están ellos, la decepción te embarga y sólo deseas que haya estado bien el partido, en mi caso, el Teletexto del día anterior hacía que supiera que partido se iba a dar, si era Lakers, mejor, sino, lotería.
La extraña pareja asoma y una sonrisa se dibuja en tu boca mientras acabas los últimos sorbos del vaso de leche del desayuno. Hoy no hay clase y toca ver NBA en pijama, tirado en el sofá y deseando que ese tiempo que la noche anterior pensaste para grabar haya sido el suficiente para ver ese partido que has programado en tu vídeo.
Te veías el partido entero, ellos lo hacían posible y además era un incordio supremo el tener que tirar la cinta hacia adelante para saltar la publi y los comentarios… además que esto fastidiaba de sobremanera la cinta y que leñe, había pereza a esas horas de la mañana. Esta sin duda era otra razón de más para esperar que Montes & Daimiel fueran los comentaristas del partido.
Luego podían pasar mil cosas, lo cual daba un toque de aventura muy jugón al tema, a saber: que el partido su hubiera alargado por mil motivos y no hubiera entrado en tu franja de programación del vídeo, con el consiguiente cabreo al no saber/ver el final del partido, o el final de la historieta de Daimiel sobre cierto restaurante en Nueva York o a veces era peor y apurabas tanto la cinta que metías dos en una y llegaba el final del VHS y tu te ibas temiendo lo peor, hasta que el vídeo se paraba y empezaba a rebobinar de nuevo, con el consiguiente cabreo también.
Ahora mismo hay una generación entera que probablemente esto no lo conoció jamás, pero así era la NBA no hace mucho, sin partidos todos los días y cuando había uno deseabas que se juntaran una serie de factores para hacer de esas 2 horas, un rato divertido, entretenido y para pasarlo bien, como siempre, tirado en el sofá, mando en mano y confiando en el VHS.