San Antonio barrió a Miami del AT&T Center, demostrando que pueden ser superiores a los Heat, en una eliminatoria en la que todavía no lo habían acreditado. Los dos partidos que llevábamos hasta ahora nos dejaron una victoria clara del equipo de Florida, y un cara o cruz que cayó de su lado, y nunca habían estado más de 10 puntos por delante en el marcador como nos recordó Mike Breen. Necesitaban una actuación así para que la balanza vuelva a inclinarse, aunque ligeramente, del lado de la espuela.
Con 51 puntos entre Gary Neal y Danny Green, 39 de ellos conseguidos mediante triples, y con San Antonio por fin dominando el rebote ofensivo (19 capturas, el 41.3% de sus fallos, que produjeron 20 puntos en segundas oportunidades), se puede conseguir esa desproporcionada ventaja final de 36 puntos.
Los Spurs están metiendo el 44% de los triples en estas finales, y eso incluye el 3/13 de Manu Ginóbili (la peor selección de tiro en estas Finales con diferencia cuando no le entran, pero Manudo es quien es, porque, precisamente, mete esas), y una actuación pobre en general en el primer partido. No sé cuánto hay de cansancio, y cuánto de mérito Spurs, pero la gran defensa del perímetro que ha estado haciendo todo el año Miami, rotando y llegando a sitios que parecían imposibles, se ha esfumado en estas Finales.
Miami se ha permitido durante todo el año agobiar al jugador que lleva el balón con sus dos-contra-uno, a la vez que recuperaban a tiempo si el balón salía de ahí, y llegaban a todos los pases extra, pero eso sí, llegando siempre al límite. El problema es que San Antonio pone el infinito un poco más lejos.
Y si sus tiradores están enchufados, agradecen esa presión, porque alejando ese uno-contra-dos de la acción, pero con previsión, lo convierten en un cuatro-contra-tres. Popovich parece un maestro de artes marciales, dándole la vuelta a la llave del rival, para que ellos mismos se hagan daño cuando le atacan. Otro ejemplo son los momentos en los que Miami intenta defender al hombre en el poste bajo por delante. Los Spurs, en lugar de intentar forzar el pase y la pérdida, lo intentan utilizar para su propio beneficio. Pop lanza a sus hombres (Green, Leonard, Parker) a penetrar por la línea de fondo, y convierte a Duncan en un bloqueador por la espalda, que abre camino al aro.
En el otro lado, el ataque de Miami, tras concederle la Mención Especial del Jurado a Mike Miller y su 5 de 5 en triples, creo que ya podemos encender la alarma naranja con un LeBron James que está dejando su peor baloncesto del año para el final. Dándole el crédito que se merece a las defensas de Indiana y San Antonio, sus esquemas han aturullado al LeBron anotador, al que el tiro, que es el único recurso que se le permite, le ha abandonado en el peor momento. En Temporada Regular, James estaba metiendo el 40.6% de los triples y el 43.2% de los tiros a media distancia, y en estos tres partidos sus porcentajes han caído al 25% en tiros de tres y al 23.5% fuera de la zona, pese a que los Spurs le animan, con todo el espacio que sea necesario, a que juegue desde ahí.
Como lleva todo el año acreditando que puede tirar (aunque rápido lo olviden algunos), y a falta de saber si habrá algún problema físico del que no sepamos nada, lo que está de moda es culparle a su psique del asunto. Como no entiendo del alma, ni tampoco soy John Cusack, y LeBron no es John Malkovich, en su mente no me puedo meter, pero sí lo recuerdo como el vigente campeón, y un respeto me gusta tenerle. Como este año no ha juntado tres partidos malos, es obligatorio buscarle explicación a esta triada de actuaciones regulares y reguleras ante la tercera mejor defensa por números de la Liga. Cuando igual no la tiene. Las respuestas, como en cualquier serie de moda de esas que viven dejando cosas sin resolver al final de cada capítulo, en el siguiente episodio.
Y sin que sirva de insinuación de Sternato, pues también perjudica a San Antonio por igual, ni de excusa barata: la serie no se está pitando de forma que se invite al juego cerca de los aros. Un servidor la prefiere así, ligera de silbato, con dos equipos honestos que no abusan para darse palos, pero es un estilo que no conviene a LeBron. Anoche se fue de San Antonio sin un tiro libre en 39 minutos, algo que no sucedía desde diciembre de 2009, pese a sus 7 tiros en la pintura (promedia 9 por partido). LeBron sabe que no se está pitando, y con eso también juega. Tal vez demasiado.
De todos modos, al igual que en el anterior, esta victoria vale sólo por un partido ganado, un 25% del Larry O’Brien. Y ya hemos visto que las tornas se cambian rápido. Y más, si Tony Parker se empieza a perder partidos.
El detalle: Un pelín antes de la mitad del segundo cuarto, Splitter se olvidó de que Chris Bosh es zurdo, y ante un tiro suyo a media distancia… le fue a taponar el lado que no era.