Increíble partido de LeBron James cuando las hordas de detractores más se lo reclamaban, increíble partido de Dwyane Wade cuando él solito y su actitud se habían puesto en tela de juicio, y no se les puede pedir nada más. Eso sí, si Haslem no anota los tiros de media distancia en el último cuarto, el partido se convierte en un cara-cruz del que podía haber salido vencedor Indiana.
Miami es probablemente el equipo que menos aportaciones va a necesitar de sus jugadores 3 al 10 de aquí en adelante… y aún así nadie está seguro de que vayan a estar a la altura. Chalmers es un base normalito y encima irregular en el que no se puede confiar ni para que defienda ni para que meta los triples solo, Turiaf es un jugador que se mantiene en la NBA por el buen rollo que aporta en el vestuario y por lo sobrevalorada que está la garra en la Liga, porque su producción no le debería garantizar ni un minuto. Joel Anthony es un cero a la izquierda en ataque. Mike Miller es un cero a la izquierda. Y Shane Battier es la mayor mentira de la NBA: está anotando un 26.5% de los triples en Playoffs, y este es su único tipo de contribución al ataque, y en defensa, fue masacrado por Carmelo Anthony en la primera serie, y en esta Granger lo supera constantemente cuando se enfrentan. Nadie ha sacado más rendimiento del (falso, ahora mismo, en su caso) halo de lo que no se ve en números.
Los Pacers, que no pudieron controlar a las dos bestias pardas de Miami en el tercer cuarto, dejaron pasar una gran oportunidad, y vieron como el gravitas de la eliminatoria vuelve a South Beach, pero sus esperanzas de llegar a la Final de Conferencia aún son grandes. Ayer se hubieran podido permitir los 70 puntos de James y Wade si Haslem no clava aquellas cuatro al final. Y David West, clave para los Pacers en esta serie, tuvo una de las noches más pobres con su tiro.
Si LeBron y Wade no se desinflan, esta eliminatoria la ganan o la pierden los secundarios de Miami. Tienen que hacer lo justito. ¿Podrán?