La crónica desde la Fase Final (I): Déjà vu

Pues nada, que toca volver a ver el Francia-España, una semana después. Como en la primera fase de este torneo. Como en el último Eurobasket, en el que los de Tony Parker, que como bien sabéis, no está aquí esta vez, quedaron campeones. Como en 2012, en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos. Como en 2011, aquella vez, además, en una señora final. O en 2010 en la fase de grupos. Y así podríamos seguir iterando hasta 1808, o mucho antes.

Toca repetir el que es todo un clásico ya de los torneos estivales, al que España llega esta vez con mejor equipo, en casa, y con sed de venganza. Senegal, pese a que se mantuvo hasta mediados del segundo cuarto a una distancia respetable, acabó siendo vapuleada por 89-56, y eso que los de Orenga hicieron un partido regular para el estándar de excelencia que ellos mismos se han marcado en la primera fase.

Senegal planteó un partido con mucho, aunque noble, contacto pero sin un juego exterior es muy difícil ganar. No las meten de 3, y D’Almeida no es capaz de darle el más mínimo orden y sentido al juego. Al contrario que España, que tiene playmakers en casi todas las posiciones, es posible que Senegal no llegue a tener uno. Cualquier jugador del quinteto titular español, pívots incluidos, sería base titular indiscutible en Senegal.

Los africanos son un equipo cuyas únicas armas son el tamaño y el esfuerzo, lo que les acaba condenando a ser en un equipo plano y previsible. No pudieron llegar a causar problemas en los emparejamientos de sus aleros altos (altísimos), porque España estaba lista para mandar la ayuda, y no tenían capacidad de aprovechar la desventaja que ese dos-contra-uno, y a veces, incluso, tres-contra-uno generaba a su favor en otro lugar de la pista.

Y por lo que nos contó en rueda de prensa Cheick Sarr, entrenador del combinado senegalés, tampoco era aprovechar este enfrentamiento su prioridad. Sarr dio la orden a sus jugadores de ser agresivos por dentro, y tratar de forzar el cambio en los bloqueos por fuera, para poner a los interiores españoles en problemas de faltas, y eso en parte, ayudó a la condena. España esperó cerca del aro, sabiendo que desde fuera no podían castigar, sin caer en la trampa de mandar a sus hombres altos al encuentro de D’Almeida, y manteniendo la posición, formaron una muralla, que les permitía desbaratar cómodamente los intentos en la pintura. Gran trabajo en este sentido de Marc e Ibaka, ya que a Pau le dieron la tarde libre en defensa anoche.

Senegal, simplemente, no tiene mimbres para alterar el orden defensivo del rival lo más mínimo, por mucho que lo intente. Así, en cuanto España puso en marcha el ataque, y los tiros empezaron a caer, se acabó el partido.

Y en el primer partido de la tarde, Francia ganó 69-64 a una selección croata que volvió a demostrar ser su propia enemiga. Sólo vinieron a jugar Bojan Bogdanovic, que trajo el carrito del helado con todos los sabores (27 puntos en transición, cortando, tras bote, dentro, fuera…), Ante Tomic, infalible cuando le dejan, y los ratitos en los que aparece la versión agresiva de  Oliver Lafayette. Tiraron un 24% de 3 (16.7% si excluimos el 3 de 7 de Bogdanovic), Ukic no pudo jugar peor partido, y Saric fue más vasallo que líder. ¿Culpa de Repesa, que ya es sospechoso habitual de este tipo de descalabros? Supongo que parte hay.

El caso es que Croacia se acercó al final más de lo esperado a base de mandar balones a Tomic, algo que sólo hicieron para inaugurar el partido y cuando estaban en un hoyo en la recta final. Ante les trajo de vuelta y las genialidades individuales de Bogdanovic terminaron de cerrar el hueco, dando a Croacia una penúltima posesión para empatar o ponerse por delante. Pero Bojan es mortal y Francia está en cuartos.

De esta manera, Les Bleus sin hacer uno de sus mejores partidos (imagino que Collet sigue encuadrando el juego de su equipo en el «comme-ci, comme-ça»), sólo necesito un cuarto, el tercero, para pasar toda una ronda de Mundial. Fournier fue el jugador más resultón de los franceses, finalizando de manera aguerrida cerca del aro, y evitando que el segundo cuarto del partido fuera el peor de todo el campeonato (y aún así…), pero era Batum el que siempre tenía en su zurrón guardada la jugada que más necesitaba su equipo, ya fuera un robo o un pase. Pero no es fácil destacar a nadie, ya que este equipo francés es mucho más coral que en otras ediciones. Sus dos mejores jugadores, Boris y Nic, son extremadamente solidarios y eso acaba contagiando al equipo.

Así que será Francia el próximo viernes. No son el jefe de la última pantalla, pero sí el villano principal y recurrente. Y al respetable siempre le pondrá mucho jugarse los cuartos con Francia. Como toda la vida se lleva haciendo.

Notas desde la primera tercera fila

Boris Diaw no estaba para tonterías. Echó un par de broncas a sus compañeros  (Lauvergne por una mala posesión defensiva, Heurtel por una pérdida) que sacarían una lagrimilla a Jerry Sloan.

– Al final del partido Nicolas Batum se fue escaleras de la grada arriba a ver a su familia, para sorpresa de los presentes, y delirio de los aficionados franceses.

– Con un equipo español más pendiente de la pintura del primero al último, el mejor defensor de la línea de tres anoche, durante la primera parte… fue Orenga. Cada vez que llegaba una opción de tiro a Senegal en la esquina izquierda de su ataque, Juan Antonio estaba preparado, pisando pista, con palmada y grito incluido.

– No sé si pudo ver en televisión, pero justo antes de los partidos se hizo un mapping (proyección 3D en la pista) muy bien recibido por el público.

Sofi Del Día

A una de mis sensaciones favoritas en una pista: los suspiros que se podrían traducir en un «No, no, no, no… ¡sí!» del público. La mejor de la tarde-noche fue en un triple lejanísimo de Markota en la recta final del partido. Recibe un pase lateral, ve a su defensor a un par de pasos atrás, y sin pensarlo mucho, la deja volar desde Split. Dentro contra todo pronóstico.

Un pueblo, un objetivo, una fe

Empiezan los partidos en los que ganas o te vas a casa, y la primera cita a vida o muerte para España es contra Senegal. Los africanos alcanzan por primera vez la Ronda Final, y la diferencia de nivel con España es palpable, pero que nadie piense que se van a conformar sólo por haber llegado aquí. Quizá no tengan el nivel técnico o táctico de los equipos más punteros pero, en palabras de Hamady N’Diaye, «si nos vamos mañana, lo haremos con la cabeza alta y dando todo lo que tenemos«.

«Estamos orgullosos desde el primer partido que ganamos«. La selección de Senegal llevaba sólo dos victorias en el Mundial en su Historia, ambas en ediciones distintas. «Es increíble lo que hemos logrado no sólo para Senegal, sino para África. Lo que hemos conseguido es algo en lo que se pueden fijar los niños… y los mayores, que ahora tienen algo para soñar»

Su estrella Gorgui Dieng, jugador de los Minnesota Timberwolves, cerró su temporada de novato en la NBA con una gran recta final, y está liderando el Mundial en eficiencia y en minutos jugados, donde con 191, le saca una gran ventaja de 22 al siguiente. No se entrenó anoche con el equipo por culpa del dolor que una serie de golpes y roces en partidos anteriores le producían en la espalda, pero también puede ser un merecido descanso tras haberse perdido sólo 14 minutos de juego en lo que llevamos de Mundial. El caso es que pese a no compartir pista anoche con sus compañeros, hoy estará. «Por supuesto«.

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fiba.com

Dieng es el fenómeno, pero el rol de líder lo ha tomado N’Diaye. De sonrisa perpetua, su diastema le da un caracter aún más afable a una cara que en una pista de baloncesto es reflejo de felicidad. Riendo, bromeando, retando a sus compañeros, pegando gritos: quizá no sea el jugador, pero sí la persona que salta a la vista en Senegal.

Esa vitalidad que demuestra ahora Hamady se cimentó en las experiencias a las que se ha enfrentado. Tuvo que pasar su adolescencia malnutrido, en una casa en la que el agua corriente era una nueva aventura cada día, y esto no le ocurrió precisamente en Dakar, sino en Florida, Estados Unidos. El hombre que le llevó a America a jugar al baloncesto le dejó plantado, junto a otros jóvenes senegaleses, cuando la escuela en la que estaban entró en bancarrota. Viviendo en unas condiciones paupérrimas, escaparon sin decir nada, en furgoneta y de madrugada, buscando alguien que estuviera dispuesto a hacerse cargo de ellos de verdad.

Defensor del Año en la Conferencia Big East en 2010 (en la Universidad de Rutgers) es el otro senegalés con experiencia NBA. Pasó un par de temporadas por los Wizards en plena reconstrucción, y este mismo año formó parte de la disciplina de los Kings. «Mi tiempo en Sacramento ha sido el mejor de mi carrera. Me ayudaron y trabajaron conmigo, aunque no jugara mucho. Mike Malone y DeMarcus Cousins me echaban una mano siempre«. Acabó la temporada lesionado en los Delaware 87ers, equipo de D-League afiliado a los Sixers, y ese va a ser siempre uno de sus problemas. Sus rodillas tienen que soportar siete pies de entusiasmo puro sin adulterar, y eso se paga con mucho hielo al final de cada entrenamiento, supervisado por fisioterapeuta y preparador físico… españoles, gracias a la conexión con nuestro país de Boniface N’Dong, manager del equipo, y Sitapha Savané.

«Ahora estoy disfrutando del Mundial«, dice para explicarnos que todavía no ha decidido si volver a intentarlo la próxima campaña en el circuito que a través de la D-League y los Training Camps puede llevarle a la NBA, o volver a China, dónde ya ha estado un par de veces y difruta porque «no sólo soy el punto focal del ataque, también puedo trabajar en mi juego y hacer cosas que siempre he querido hacer«.

Dónde veremos a Dieng la próxima temporada está más claro: en Minnesota junto a uno de sus rivales hoy, Ricky Rubio. «Esta mañana me ha escrito para decirme «No te asustes ahora», que es algo que nos solemos decir. Pero él ya sabe que no temo a nadie«. Hablando ya de los Wolves, es optimista «Con suerte, todo el equipo estará sano y tendremos una buena temporada. Podemos dar la sorpresa y llegar a Playoffs«. Con lo mucho que ha demostrado en tan poco tiempo, sería justo que el año que viene veamos a Dieng peleando la titularidad desde el principio contra Pekovic o siendo tenido en cuenta para el puesto de ala-pívot. Pero él, en realidad, como reto personal  se conforma con menos, «ser feliz y estar sano, para poder hacer lo que amo, que es jugar al baloncesto«.

Esta noche podemos esperar enfrente a un equipo muy atlético, de gran tamaño, y con mucho corazón. Han mezclado dos convincentes victorias («la manera en la que jugamos contra Croacia y Puerto Rico es la que espero que veamos siempre«, dice N’Diaye, consciente de la diferencia de imagen ofrecida), con dos partidos horribles (Argentina y Grecia se impusieron a ellos de manera aplastante), y quién sabe lo que nos vamos a encontrar esta noche.

Mejor defensa que ataque, dónde se suelen atascar por falta de imaginación, el empleo de Mouhammad Faye y sus 206 centímetros de altura en el puesto de alero, castigan a España en uno de los pocos lunares reconocibles al combinado nacional. Tras lo visto, no debería ser suficiente para Senegal con eso, que podría tratar de desquiciar a base de faltas y a contacto innecesario a España, pero pese a la dureza y lo físico de su juego, parecen demasiado nobles para presentarse con una propuesta premeditada en esa dirección.

Usarán la longitud de sus brazos como armas, pero para atrapar a los jugadores exteriores españoles, y montar un frondoso bosque al defender por delante a los interiores. En ataque, tratarán de establecer el juego al poste bajo y el uso de múltiples bloqueos contundentes para liberar opciones de tiro, pero luego tienen que ser capaces de llevar el balón de manera segura a las posiciones en las que hayan conseguido ventaja, algo que no parece tan claro. Y la amenaza de tiro es inexistente: nadie ha metido menos triples, y salvo las desastrosas Corea y Egipto, no hay peor porcentaje de tres (28.4%).

«No tenemos nada que perder, vinimos con esta mentalidad. Ya era histórico estar aquí, así que seguiremos en marcha hasta que nos eliminen… o ganemos el Torneo«.

Un pueblo, un objetivo, una fe