La próxima frontera

La vida de un hombre alto NBA en 2016 es dura. No le paran de pedir cosas para las que se supone, no está preparado. Primero fue tirar, luego defender en el perímetro. Y en esta transformación del pívot en, ummmm, jugador de baloncesto, la próxima frontera es el pase en espacio. Con casi toda la Liga implementando el spread pick’n’roll en sus sistemas, las defensas están tomando medidas en ese eterno juego de gato y ratón, y para doblegarlas, ahora los gigantes de la Liga tienen que (re)aprender a pasar.

En el spread p’n’r (bloqueo y continuación ¿estirado? ¿extendido?) la piedra angular del ataque es el dos contra dos entre un base, que idealmente amenaza tanto con el tiro como con la penetración, y un hombre alto preparado a continuar ferozmente al aro. Además, están muy bien rodeados por tres tiradores, apostados cual francotiradores, para dar el máximo espacio en el medio de la pista y castigar a la defensa si hace trampas. Es una manera también de ampliar el rango de acción del hombre alto (habitualmente no tirador), que se convierte en una amenaza efectiva aunque esté lejos de la canasta.

Esto se puede defender de muchas maneras,  pero el momento dorado que estamos viviendo en la NBA con los bases, prácticamente indefendibles cuando la zona está limpia, ha obligado a cambiar el enfoque y la opción preferida por las defensas. Además de los cambios en defensa (que también están creciendo en popularidad, pero necesitan de un personal bastante polivalente), hay entrenadores que prefieren arriesgar a que el pívot demuestre de verdad que es una amenaza lejos del aro. Como además raro es el equipo que de verdad emplea tres tiradores efectivos rodeando el bloqueo y continuación, la opción menos mala para muchos entrenadores es enviar ayuda extra cuando (y si) el base suelta el balón: un tercer hombre deja el perímetro para defender el pick’n’roll, llegando a proteger la última línea de defensa, e impidiendo la libre circulación al aro. El problema potencial para ellos es claro: un tirador queda solo en el lugar donde los tiros valen un punto más. Pero hasta que el rival demuestre estar preparado para castigarlo, haciendo llegar el balón ahí, y después convirtiendo el tiro, será la opción con la que las defensas estarán encantadas de vivir.

El arte del short roll (continuación corta en castellano, llamado así porque el pívot no avanza hasta el aro, sino que la pasa antes) no es inmediato para todo el mundo. Cuando la defensa decide protegerse con ese defensor extra en la zona, el hombre alto, para batirla, tiene que identificar primero de donde viene este (en muchos casos, sin poder estar atentos a la jugada, pues están preocupados de recibir primero ellos el balón) y ser capaz de hacerlo llegar rápidamente (para evitar rotaciones o recuperaciones) y en la mejor localización posible para su compañero (si la defensa es inteligente habrá elegido dejar al jugador menos diestro del equipo contrario en esta situación, no puedes pasarle a las rodillas y esperar que funcione). Todo esto lo tiene hacer sobre la marcha, en carrera, sin cometer pasos, y en muchas ocasiones, en un espacio limitado, tratando de evitar cargar en falta de ataque sobre el defensor que está esperando.

Hay quien lo hace bien, y penaliza a las defensas que lo practican, por supuesto:

Si has visto en el vídeo embeb… incrustado las decenas de short rolls perfectos que un buen samaritano ha compilado, parece hasta fácil. ¿Cómo es posible que una defensa esté dispuesta a permitir eso, si les están matando? Aunque jugadores como Draymond Green o Blake Griffin (su caso es aún más complejo porque los defensores que le impiden la continuación no han dejado libre a un tirador: son el propio hombre de DeAndre Jordan esperando tranquilamente) apoyados en las amenazas que sus equipos tienen fuera de la línea de tres, lo hayan perfeccionado, no resulta tan sencillo para muchos otros. Especialmente en casos de verdaderos 7-pies, con peor coordinación y mucha menos levedad, que tienen ya problemas desde el primer movimiento de la acción, que es recibir el pase de su compañero sin perderla. No todos los 5 de la NBA son Tim Duncan. Es por eso que entre los males que tienen para escoger, muchas defensas deciden arriesgarse a obligar a que el pívot rival haga la jugada y encuentre al tirador libre, en lugar de dejar el camino más o menos libre al mate del hombre alto, o permitir que los castigue el base (al que así puedes vigilar con dos personas: presionarle más o menos, esperarle arriba o abajo… ese es otro problema).

Una medida para contrarrestarlo sin recurrir al pase podría ser que el jugador desarrollara movimientos en carrera que pueda utilizar en el medio de la zona, algo muy visible, por ejemplo, en Anthony Davis. Si el hombre alto puede girar alrededor de su defensor, o parar en seco y sacar una pequeña bomba sobre rivales que serán habitualmente más pequeños que él, o incluso, simplemente, penetrar hacia canasta como un bajito, no necesita imperiosamente ese recurso del pase. Pero al igual que el ejemplo de Green y Griffin, no todo el mundo tiene tampoco esas condiciones y/o fundamentos para hacerlo, y más cuando sube el grado de dificultad, ya que las continuaciones comienzan cada día más lejos del aro (¿hasta dónde estira una defensa Lillard, por ejemplo?), lo que obliga al hombre alto que la quiera poner en el suelo a recorrer mucho más camino quizá del deseado.

Y otro problema este tipo de habilidades son diferentes a las que un hombre alto tradicional debería conocer o ha practicado. Un buen pasador en estático desde los postes, bien arriba-abajo a otros hombres altos, bien a cortadores, no tiene por qué ser capaz necesariamente de mandar latigazos en carrera a la esquina contraria del ataque. Es algo que seguramente resulte ignoto para todos aquellos hombres altos que no han sido tratados como exteriores en sus etapas formativas, y que no es tan obvio de practicar y añadir al juego como puede ser, por ejemplo, el tiro. No es una tarea repetitiva: además de la mecánica necesaria, la ejecución depende del desarrollo del juego y la posición de compañeros y rivales en la pista. Requiere una visión no muy lejana a la de los bases, y apenas se puede sacar partido de la ventaja atlética. Es complicado añadirlo al repertorio, pero aquellos que no han tenido suerte o ganas con el tiro, pueden probar: es algo valioso y diferente.

Pero eso no quita que el impacto en el ataque de sus equipos que van a tener el futuro jugadores como Hassan Whiteside, Steven Adams, Andre Drummond, Myles Turner, Cody Zeller, Clint Capela, Alex Len o incluso el ya mencionado Anthony Davis va a depender mucho de como aprendan o progresen manipulando defensas de frente, lejos del aro, con ventaja y balón. Incluso el anillo puede depender de ello quizá, con Tristan Thompson viéndose en esta tesitura cada vez más a menudo en este comienzo de temporada, después de que los rivales identifiquen que hacer a James e Irving soltarle el balón es una manera de hacer mortales a los Cavaliers.

Un buen ejemplo positivo de jugador que sin ser estrella se ha convertido a la fuerza en un maestro en este arte, y al que el resto de sus compañeros haría bien en imitar es Mason Plumlee, que ya es el mayor asistente de la Liga desde la posición de pívot. En su caso, no ha logrado esas magníficas cifras operando simplemente desde el spread pick’n’roll, porque el ataque de los Blazers no se basa en ello, sino que le da más opciones de buscar a cortadores desde el poste alto en estático. Pero como podéis ver en el siguiente vídeo, que recoge todo tipo de pases, su habilidad en los short rolls es notoria, y suelen desembocar con más frecuencia en triples para los Blazers, siempre más valiosos, que otras situaciones de pase (también las meterán con menos frecuencia que las bandejas)

Desarrollar esta habilidad, aunque no sea sencillo, va a ser fundamental para alguno de los equipos de la Liga este año. Whiteside y Adams son los que más lo necesitan, porque juegan en ataques congestionados frente a los que las defensas mandan hombres extra, a veces incluso más de uno. Sus bases son más peligrosos como penetradores que como tiradores, y el lanzamiento de tres del resto de sus compañeros es más que dudoso: lo que frente a otros equipos es un dilema, frente a OKC y Miami es dogma de fe. Y el progreso de uno y otro está en puntos muy diferentes.

Mientras que Adams lleva demostrando desde el año pasado que es capaz de ejecutar este tipo de pases y el problema tal vez sea otro (la falta de confianza en los exteriores para sacar provecho), la falta de apetencia de Whiteside por el pase ya ha sido más que documentada. Al menos esta temporada le ha visto las orejas al lobo y está haciendo sus pinitos pasando, pero todavía sólo desde el poste y cuando le doblan: aunque ya le hayamos visto algún pase al otro lado de la cancha, las condiciones para hacerlo en un short roll son muy distintas y llevará tiempo que lo veamos.

La cuestión es que la caja de Pandora se ha abierto y cada vez va a más. Se desempolvó primero como antídoto anti-Warriors y Draymond Green arruinó la diversión. Pero ya se ha corrido la voz de que no todos son como él, y que esta es la mejor manera de desbaratar los planes de muchos equipos. Cada vez se necesita demostrar más habilidades para ser efectivo dentro de una cancha NBA y por eso los hombres altos que lleguen a la próxima frontera estarán mucho más cotizados.