Tras despedazar a los dos mayores aspirantes al título en las últimas semanas, Golden State se ha ganado el derecho a ser considerado el máximo favorito a ganarlo todo en junio. Por todo lo que llevan haciendo desde que comenzó la temporada pasada, son indiscutiblemente el equipo a batir, y, sobrerreaccionando a los últimos acontecimientos, parecen no tener rival. Pero, ¿y si lo fuera Oklahoma City?
Durant, Westbrook y compañía son el candidato con el que nadie cuenta, viviendo en las sombras, principalmente porque el año pasado las malditas lesiones les dejaron muy lejos de la fiesta, y este año no están siendo tan impresionantes, o dando tantas noticias, como otros. Pero si se mira de cerca, cuando entran los emparejamientos en juego, quizá nadie tenga una mejor opción de derrocar a los Warriors que ellos.
La triquiñuela que pone en marcha el ataque devastador de Golden State es el pick’n’roll entre Stephen Curry y Draymond Green. La gasolina del imparable motor Warrior es un dos contra dos entre el mejor tirador de la Historia, que a su vez es uno de los manejadores de balón más exquisitos que el juego ha dado, y un quitanieves que puede ponerla en el suelo, pasar a cualquier punto de la pista, o finalizar sobre cualquier obstáculo.
Las defensas, que además tienen que preocuparse de ellos a 10 metros (y subiendo) del aro, no tienen respuesta buena. Pierdes a Steph en el bloqueo, triple. Doblas con tu hombre alto, y dejas a Green en un 4 contra 3 en el que ejecutar lo que Barkley llama «contraataque a media pista», y Day-Day encontrará al que quede libre. Muestras al hombre alto y haces que se recoja para volver a Green, y son capaces de encontrar la ventana de oportunidad, por muy poco que esté abierta. Cambias, y te quedas con un tronco tratando de cazar el vuelo de la mariposa más brillante de todas, o a tu pieza más diminuta a merced de un pilar de granito. Puedes utilizar otros defensores, para que las desigualdades no sean tan exageradas, pero en ese caso estás escondiendo tus problemas en el All-Star Klay Thompson o el MVP de las finales Andre Iguodala. Pruebas a mezclarlo todo, para que no sepan que esperar, pero siguen acertando. Hay pocas alternativas.
Para que no te vuelvan loco ni les concedas un momento de soledad, tan buena en el baloncesto como mala en la vida, el atajo más deseable es el cambio, aunque quedes a la merced de los malditos emparejamientos ya mencionados. Y si hay un equipo que, en teoría, tiene el personal para intercambiar posiciones dentro y fuera sin tocar nada más para no sufrir el efecto dominó, ese es OKC. No hay base que pueda defender 203 centímetros de altura, 213 de envergadura, y 104 kilos de peso, pero si alguien puede siquiera aspirar a ello es Russell Westbrook. San Antonio y Cleveland no pueden ni planteárselo con Parker o Irving, pero los Thunder pueden tirar a Green el ejemplar más físicamente dominante del puesto de base, y ver qué sucede. Y en cuanto a hombres altos, pocos equipos pueden presentar para enfrentarse a Curry la mezcla de agilidad, envergadura y conciencia defensiva en el puesto de 4 que posee Ibaka (y Durant en la versión mini del equipo). Hay equipos que quizá tienen opciones más livianas, sobre todo si mueven aleros a esa posición, pero no es sólo preocuparse del cambio en Curry: el resto del partido hay que parar a Draymond por toda la pista, incluido en el poste bajo y en el tablero.
Los Warriors disfrutan en el caos y medran en la desigualdad, ya sea de tamaño, velocidad, o cantidad de hombres, y es muy importante poder defender al resto de jugadores sin tener que cambiar más posiciones, de cara también a no perderles de vista en los contraataques, o no tener que sacrificar ningún jugador en ataque para hacerles frente. La forma más directa y recíproca que encuentres de defenderles, mejor. Por tanto, un equipo con el poder de ralentizar su dos contra dos con sus pares, y nadie más, ya está por defecto en la mejor posición de partida para hacer frente a Golden State.
No todo es tan fácil, por supuesto. Venimos de una semana en la que momentos como la primera mitad frente a Washington nos recuerdan que Steph puede ser imparable uno contra uno, sin importar qué tiene delante. Y aunque cambiar el p’n’r bien pueda abortar la primera intentona, 24 segundos contra los Warriors son molto longos, y no se puede perder la marca de nadie ni un segundo: el resto de jugadores del quinteto tiene que estar alerta, y si se sigue cambiando la asignación de Steph, no se pueden permitir el más mínimo error. OKC es uno de los equipos más acostumbrados a defender en espacio, porque eran muy agresivos conteniendo el dos contra uno y enviando ayudas en temporadas pasadas, pero este año han cambiado a un enfoque más conservador, y si en otros años funcionaba era más por la exuberante capacidad atlética, que por la habilidad de estar alerta. De hecho, una de las cosas que separa, por ejemplo, al Westbrook defensor en la vida real, mucho más mediocre que el Westbrook defensor imaginado, es la incapacidad de defender una posesión completa sin despistes o riesgos innecesarios. Contra los Warriors no hay atajos posibles, no puedes estar defendiendo un pase por detrás a un equipo que mueve con convencimiento el balón y en el que cualquiera puede anotar. Y los Warriors siempre pueden desempolvar las jugadas que tan populares fueron con Mark Jackson, en las que Curry atacaba sin balón, aunque si logran quitar el Spalding de las manos de Steph, significará que al menos han ganado una batalla. Si hablamos de movimiento de balón, también hay que acordarse de Klay Thompson, un jugador al que hay que prestarle toda la atención del mundo, especialmente si el juego colectivo fluye, y que ocupa la posición que resulta más convulsa en la plantilla de OKC.
Y hay piezas importante de la rotación que tal vez no tengan sitio contra los Warriors. Pese a que pueda anotar por sí mismo, y transformar los fallos de sus compañeros en canasta, Kanter a priori no debería estar en pista ni un sólo segundo si no están Ezeli o Bogut, y seguramente tampoco cuando Curry sí lo esté. Van a pagar a un tío este año más de lo que cobra James Harden (perdón, fans de OKC, tenía que hacerlo), y en la serie de Playoffs más peliaguda del año podríamos verle diez minutillos saliendo desde al banquillo. Y con Iguodala, Barnes, Livingston y Thompson enfrente, no hay ningún sitio en el que esconder a otro de los peores defensores de la Liga, Anthony Morrow. Tanto el gigante turco como el tirador impávido podrían proporcionar un buen empujón al ataque de los Thunder, y seguramente los necesiten como la opción más arriesgada y explosiva si tienen que remar desde atrás. Y Oklahoma City siempre puede plantear una serie o un partido a intercambio de golpes. Por falta de dinamita no va a ser, pero ante un equipo tan peligroso desde el triple como los Warriors, las matemáticas no están de tu parte.
Y hablando de intercambio de golpes, a los Warriors también hay que atacarlos, no es cuestión sólo de defenderse. Han estado frenando equipos con su disposición aposicional, sus manos largas y sus apuestas tácticas por ignorar a todo aquel que no sea una amenaza en ataque. Cambian todo lo que pueden en defensa, manteniendo a varios jugadores intercambiables por tamaño en pista, y provocan pérdidas porque siempre parecen tener uno o dos jugadores más en pista de lo permitido. Difuminan hasta a los equipos mejor organizados, como vimos en el enfrentamiento con San Antonio, haciendo muy difícil circular el balón frente a ellos.
OKC, por su parte, sigue siendo un equipo con dos de los mejores anotadores de la Liga, que monopolizan una enorme cantidad de posesiones, pero que mueve poco el balón, y que habitualmente emplea a jugadores que no contribuyen demasiado en ataque. Siempre parecen rendir por debajo de lo esperado en esta faceta (aunque este año son el segundo mejor ataque de la Liga a estas alturas), y su «egoísmo» es la principal munición para los incrédulos. Precisamente, ante Golden State, esto podría ser una bendición. Los Warriors defienden genialmente en equipo, pero, ¿qué sucederá cuando tengan que enfrentarse a dos bestias del uno contra uno? ¿cuándo no puedan utilizar sus siempre tan útiles cambios, porque no hay acción sobre la que cambiar? Si el pick’n’roll Curry–Green da miedo, hay una alternativa que puede ser aún más destructiva e incambiable: el Westbrook–Durant, y encima los Thunder tienen ahora más opciones que nunca para rodearlos, entre tiradores y jugadores capaces de moverse por encima del aro. Perdido entre el ruido está pasando el hecho de que está siendo estadísticamente la mejor temporada de la franquicia en ataque desde que dejaron la ciudad fetiche de los tele-films de sobremesa del domingo.
Y ya vimos en las Finales lo que sucedió cuando Cleveland cargó su ataque sobre LeBron, haciendo más daño del esperado. James acabó exhausto, pero OKC tiene dos alternativas, que no van a desplegarse sólo desde el poste bajo, sino desde cualquier lugar del campo, con su tiro por amenaza, y a los que pueden rodear de jugadores que tienen que ser defendidos. Además, podrían obligar a mojarse (y cansarse) en defensa a Curry y Green, al primero, si quieren seguir dándole la responsabilidad de defender siempre al base rival, y al segundo, porque Iguodala o Barnes podrían no ser suficiente ante KD, un anotador mucho más polifacético que James. Los Thunder pueden convertir la serie en un duelo de individualidades, y aunque ni eso quizá sea suficiente ante los Warriors, significaría negarles su gran ventaja, la del equipo.
Otra de las ventajas que tiene cargar su ataque en Westbrook y Durant, es que menos pases en ataque, suelen implicar menos pérdidas. En general, los efectos positivos sobre el organismo de una sana circulación de balón, compensan a la larga sobre unas pérdidas de más, pero ante un equipo con un contraataque y una defensa de línea de pase como los de los Warriors, puede que está solución intermedia no esté tan clara. OKC pierde bastante el balón (en parte, porque este año está circulando más), pero cargando su ataque sobre todo en dos jugadores, esas cifras se deberían reducir. Si Westbrook y Durant protegen la posesión en sus penetraciones, y encontrando al hombre abierto cuando se acerque el dos contra uno, pueden poner en muchos problemas a los Warriors.
Bien es verdad también, que puede que nunca lleguemos a este enfrentamiento en Playoffs. De acabar las cosas como están y no tener sorpresas tempraneras en la post-temporada, el camino a una Final de Conferencia entre estos dos equipos, pasa porque OKC tome El Álamo, un enfrentamiento completamente diferente, que les planteará otra clase de problemas. Y los Thunder también tienen sus problemas, principalmente, tratando de encontrar el jugador que les falta en el ala (o dos incluso, para poder hacerse pequeños), para completar el quinteto en el que todo el mundo produzca en defensa y en ataque. Son más profundos que nunca, pero la mayoría de secundarios aún son demasiado unidimensionales para luchar en lo más alto. La adaptación de Billy Donovan a la NBA tampoco está siendo inmediata, y tras múltiples problemas de salud el año pasado, hay que esperar que ninguno recurra en este.
El caso es que aunque quizá no lo comprobemos nunca, al menos vamos a tener un bonito aperitivo, con tres enfrentamientos durante este mes, empezando hoy mismo con The Belt! en juego, en vísperas de una SuperBowl que se disputa a sólo unos kilómetros, y una temporada de 73 victorias o más en el horizonte. Qué ganitas, joder.