Hemos querido esperar a hacer una nueva PO Desde El Sofá a que se jugaran los dos Games 7 que hemos vivido durante estos dos días en la NBA, dicho esto, es buen momento para medio comentar ambos partidos desde nuestro maravilloso y particular punto de vista.
Por primera vez desde 1979 la NBA llegaba a su penúltima etapa con todo por decidir en su último partido, el séptimo partido de la serie, así que vamos a empezar por orden cronológico, con lo cual primero cogemos nuestro jet privado a lo Jimmy y aterrizamos en el Garden, en plena Nueva Inglaterra para asistir a un partido donde Boston Celtics podía cerrar su pase hacia una nueva final, que sería la primera desde 2010 y que sería sin duda una de las más inesperadas de siempre. Delante Lebron.
Todo el mundo sabía lo que iba a pasar, todos, absolutamente todos sabíamos que si había un momento en que LeBron James iba a brillar más de lo que normalmente lo hace iba a ser en el séptimo partido para llevar un año más a su equipo a The Finals (por cierto, que la NBA haga el favor de devolver el mítico logo, que el actual es digno de Paint o un WordArt). Todo el mundo sabía lo que iba a pasar, aún así, todos estábamos viendo el partido por si ese grupo de jovenzuelos sin ‘estrellas’ podía desde la defensa plantar cara y meterse en unas finales que nadie esperaba. Pero pasó lo que todo el mundo esperaba. Cómo no.
Y mira que la primera parte pintaba más que bien para los intereses célticos, con un Tatum que estaba doctorándose y Horford en defensa destacando para llegar a coger una ventaja de +12 y poner la luz amarilla de peligro en la cabeza de los de Ohio.
Pero llegó la segunda parte y aquí todo tenía que seguir ese guión que no estaba escrito pero que todos teníamos en mente. Los nervios empezaron a llegar a los de verde, mientras que poco a poco Cavaliers iba metiendo canastas, sin prisas pero sin pausas, con un Jeff Green sorprendente, aún así Celtics estaba en partido, estaba mirando la orilla mientras no paraba de nadar y nada.
Tatum puso su nombre arriba, muy arriba, casi más allá de las estrellas, con un mate estratosféricos dejando a LeBron James para un buen póster. Una jugada de esas que marcan un antes y un después en la carrera de un jugador, en este caso, un rookie con todo por delante abierto de par en par. A LA JUGADA le siguió un triple que metía a Celtics por encima, el Garden se caía, la gente lo veía cerca, muy cerca, demasiado cerca.
Celtics no paraba de tirar de tres, con Rozier haciendo unos números pauperrimos, pero sin dejar de tirar y tirar, y claro, si no entra, pues el otro equipo a la mínima que esté acertado va a sumar poco a poco.
James sumaba otro capítulo a su libro The Blocks y se quedaba mirando a todo el estado de Massachusetts para decirles que él iba a ir de nuevo a The Finals y que lo suyo había estado bien, había sido épico, que llegará su momento, pero aquí y ahora, él y sólo él iba a ponerse la gorra conmemorativa de campeón del este. Duro, pero en el fondo, todo el Garden sabía la verdad y ésta llegó casi en la orilla, cuando ya casi se cataba la playa.
Después de que James diera gracias a todo su equipo y Calderon llegará a su primera final, teníamos otro capítulo de esos parecidos que se iba a disputar en H-Town, la ciudad de Beyoncé y de la NASA, probablemente en ese orden, donde Warriors iba a intentar desbancar a un equipo hecho por y para derrotarles.
La historia se repetía bastante a lo que habíamos visto el día anterior en Boston. El partido se le ponía pronto de cara a Rockets, con Klay Thompson haciendo 3 faltas más que rápidamente y en apenas 3 minutos ya estaba en el banquillo con un amplio descanso por delante, pero era un típico Game 7, con muchos nervios y mucha imprecisión. Muestra de ello era el bajo marcador en ese primer cuarto.
Steve Kerr se la jugó y metió a Thompson al iniciar el 2Q, dejando atrás prejucios y demás para poner toda la carne en el asador en el partido donde debe hacerse eso, pero se veía a Klay jugando sin ritmo, fallón. Houston apretaba en defensa, como habíamos visto durante la serie y Eric Gordon suplía de la mejor forma posible a un Chris Paul que de nuevo dejaba sus malas pulgas habituales en el banquillo con su lesión. La cosa pintaba bien y Travis Scott no podía estar sentado ni un momento al lado de Reggie Miller, los cuales, inexplicablemente se pasaron gran parte del partido de pie… estando sentados en primera fila, piensa en ello… ya?, sí, yo he llegado a la misma conclusión.
Pero como en Boston, aquí todos sabíamos que el arreón de Warriors iba a llegar, donde siempre suele hacerlo, en el 3Q, y dejo este dato para después, no lo olvides que luego voy…, donde Houston hacía como Boston y no dejaba de tirar y tirar y tirar, pero ey! Aquí es diferente, ya que Rockets ha hecho eso durante todo el año, con la diferencia que hoy no entraban. Mientras Warriors iba entrando en juego: Curry, Thompson, KD… y claro, el partido se empató y el número de triples fallados seguidos por parte de la escopeta cohetera llegó a 27, sí, 27 triples seguidos fallados, algo realmente increíble y brutal y sentenció como no podía ser de otra forma a unos Rockets que ya no pudieron levantarse de eso, ya que Warriors cogió una cómoda ventaja de 10-8 puntos que supo gestionarla como sólo ellos saben hacer para finalmente llevar todo al Episodio IV de unas finales que todo el mundo pronosticaba antes de empezar todo allà por el mes de octubre.
Sofi Del Día: Se lo damos a este heroe con la camiseta de Kobe en pleno G7 en el Garden. #LakersLegend.