La pareja de superestrellas en el partido de anoche fue la formada por LaMarcus Aldridge y Kawhi Leonard, y San Antonio machacó ayer a los Thunder, con una victoria final por +32, jugando el partido perfecto.
Los Spurs se marcharon desde el principio, con un 16-7 inicial y 43 puntos en el primer cuarto y OKC jamás llegó a acercarse. Pusieron el pie en el cuello de Durant y compañía tanto en ataque como en defensa, con una ejecución impecable, mientras además cumplían con la parte más caprichosa del juego: meter los tiros. La prueba de lo mucho que sacaron a OKC del partido, además de la evidente, es que hicieron hasta ¡cuatro! faltas a tiradores de triples en la primera mitad. Si hay un mayor síntoma de vacilación, no se me ocurre.
Con San Antonio metiéndolo TODO y sin cometer fallos, los Thunder se las tenían que ver una y otra vez con una defensa bien posicionada, con Leonard en Westbrook y Green en Durant, pero cambiando en los bloqueos para tener siempre un hombre delante del atacante. Mientras que en San Antonio todos metían su canasta tal y como salía en el guión, en OKC sólo funcionaban los rebotes en ataque de Adams, los tiros de Ibaka, y las raras veces que conseguían poner el balón en manos de Durant cerquita del aro.
Donovan montó mal el puzzle defensivo de OKC, y su primera idea se cayó por su propio peso: Adams no demostró poder seguir el ritmo a Aldridge en el perímetro, y tuvo que volver a poner a Ibaka con él, pero ya era demasiado tarde. LaMarcus, que hizo 38 puntos en 23 posesiones de tiro, ya estaba enchufadísimo y pudo también con Serge.
Parte de la masacre fue acierto desmedido Spur que no se mantendrá durante una serie entera, pero hubo verdaderos problemas defensivos en OKC de comunicación, de esfuerzo en sus estrellas o habilidad en sus secundarios. Las ayudas no llegaban ni al aro ni a la línea de tres, y mientras que San Antonio parecía jugar con uno más en defensa (con Roberson en pista sobra el parece), en los Thunder resultaba justo al contrario.
San Antonio ejecutó el pick’n’something con precisión, con sus hombres altos anotando fácil si necesitaban abrirse, y sus bases acertando con las ventanas de pase, no importa cuan estrechas. Y una vez que ese dos contra dos lograba la ventaja, esta era definitiva: no había un tercer defensor para molestar. En ningún momento necesitó el carrusel de pases que son capaces de montar, porque con la primera acción era suficiente.
Mientras, en el otro lado de la pista, y como OKC no funciona así, les bastaba con desbaratar esa primar intentona para salir indemnes. A diferencia de Golden State, que asienta el juego exterior para obligarte a salir de la cueva, y luego te castiga dentro, los Thunder primero percuten, y luego intentan recoger los frutos en el resto de la pista. Un equipo te estira y el otro te contrae, y San Antonio, con sus dos hombres altos y sus veteranos, están más preparados para hacer frente a lo segundo. Bien parapetados y jugando juntos y sin tener que defender a la carrera, niegan gran parte de la ventaja atlética de los Thunder. Y sucede lo de anoche.
Pero al final, el consuelo para OKC es que esto es sólo una derrota: cuenta lo mismo que perder por un palmeo sobre la bocina. Por muy mala pinta que tuviera.
Sofi del día: Entre la tranquilidad del resultado y la presencia de Sager, Popovich hizo la entrevista en pista más placentera de la Historia: no pareció un sociópata ni nada.