La verde bahía

Draymond Green

No engañamos a nadie si decimos que la gran sorpresa de este inicio de temporada en la NBA son Golden State Warriors, el equipo de Kerr tiene el mejor registro, pero además es sin duda alguna el que mejor está jugando en los dos lados de la pista.

Tampoco descubrimos ningún secreto de LOST si decimos que Stephen Curry está siendo el mejor jugador hasta ahora (Harden mediante…) y que Thompson iba a dar un paso adelante después de sus buenas maneras en el Mundial este verano. Incluso si me apuráis los más atrevidos no dudaban del buen hacer de Steve Kerr en este su primer año en los banquillos después de 3 como GM de los Suns y 7 en los micrófonos comentando.

Pero lo que absolutamente nadie contaba era con la irrupción del número 23 de los Dubs, Draymond Green.

Antes de empezar con cosas que nos gustan más, nos vamos a ir a por los números, esos que algunas veces engañan, pero que en otras como es esta la ocasión, sirven para ver claramente muchas cosas. En la temporada pasada Green jugó los 82 partidos, siendo titular sólo en 12 de ellos, este año es indiscutible ‘quitándole’ el sitio a Iguodala. Este titularidad le ha hecho que sus minutos por partido suban pasando de los 21.9 a los 32.5 de lo que llevamos de temporada, es decir, casi 11 minutos más por encuentro…una barbaridad si lo piensas en frío. Así que a partir de aquí todo sube cual clímax en un capítulo de Sherlock. Anotando más, asistiendo más, reboteando más, bloqueando más, tirando más y, lo mejor, aumentando sus %. Es decir, básicamente sus números están diciendo que a más minutos, mucho mejor.

Aquí vendría el gran debate del huevo y la gallina, es decir, ha subido su rendimiento al estar más minutos en pista? o el hecho que su rendimiento sea mejor, hace que Kerr lo deje en pista más tiempo? Sinceramente, una mezcla de los dos.

La apuesta del ex-jugador de los Bulls por Iguodala en el banquillo era un elemento de un riesgo bastante alto. Iggy es un jugador acostumbrado a ser foco de atención, a ser titular, incluso franquicia en aquel equipo de Philadelphia que antes era de NBA y que ahora sólo quiere tener segundas rondas de Draft. Kerr entraba a lo grande en el banquillo, con una decisión que pocos entendían pero que ponía a Green de titular y con muchas miradas sobre él y el de Michigan State ha respondido por todo lo alto.

Está claro que cuando las cosas van solas, todo es más bonito y nadie se queja. Iguodala parece cómodo en ese papel de líder de la segunda unidad y a Green se le ve contento y feliz con esos minutos de más. Antes hemos mirado los números, las estadísticas, el boxescorismo del que a veces huimos y del que a veces recurrimos, ahora vamos a las sensaciones, a lo que vemos nosotros desde el sofá cuando nos ponemos a disfrutar del equipo de la bahía, de un equipo que siempre fue algo yeye y molón de ver (saludos a Nelson desde aquí…). Esas sensaciones son buenas, y sólo hace falta mirar las sonrisas, su cara de felicidad, esa sonrisa del jugón dibujada en la cara de este jugador de tercer año que en este primer cuarto de liga es un clarísimo candidato al MIP.

El otro día en Chicago fue el partido donde todo el mundo vio que Green iba en serio. Day-Day se cascó 31 puntos con un 55% de tiros de campo y con 7 triples repitiendo una y otra vez la misma jugada donde se quedaba anclado en el triple tras pick and rollo con Thompson o Curry. Su satisfacción era máxima cada vez que enchufaba uno detrás de otro, tenía confianza, todo le salía y cuando las cosas van rodadas, todo el mundo está feliz.

Y así es Draymond Green, un jugador de esos que entran casi sin querer en la liga, un jugador de segunda ronda de Draft (número 35) y que de vez en cuando impactan de una forma casi de casualidad, cuando una serie de factores se cogen de la mano, se agitan y pasan este tipo de obras y milagros (saludos para Leonard desde aquí también).

Además, lleva el 23 no como homenaje a Jordan, no, sino como homenaje a un jugón en toda regla que sigue cobrando de ese equipo que sólo quiere segundas rondas, sí, Jason Richardson.