La crónica desde la Fase Final (III): A Serbian Film

Bromeaba tras la victoria apabullante de Serbia ante Brasil que tendríamos que llamar a la crónica de aquel partido «A Serbian film» como la descorazonadora película de Srdan Spasojevic que se censuró en nuestro país. No sabía que lo más macabro estaba aún por venir. Contra todo pronóstico, España cayó en su Mundial en cuartos, como a la vieja usanza.

Lo más imperdonable de la derrota de España es, que el único equipo con cinco bases metidos en otros cuerpos que dan para rellenar un quinteto, decidiera hacer la guerra por su cuenta. Francia puso de su parte para que eso sucediera, por supuesto, pero los grandes equipos, y este lo ha sido y lo es, saben adaptarse. Por eso duele especialmente ver un partido como el de ayer, en el que Francia ganó de manera clara, simplemente haciendo lo que España debía, y no quería o podía hacer.

Más allá de ganar a España, ¡a esta España!, en el Palacio, y de parar a un ataque tan descomunal, Francia hizo un mal partido en ataque, con muchas pérdidas y largos periodos sin anotar. No estoy diciendo que Les Bleus no fueran mejores, todo lo contrario. Lo triste es que lo lograran sin necesidad de vestir sus mejores galas, y ya no sólo por las ausencias.

Y sí, España no era el equipo perfecto. Traían acumulados problemas con el tiro, falta de alas de tamaño, una rotación corta por diseño, que no por posibilidades, y las sospechas sobre la versatilidad y creatividad del entrenador si venían mal dadas. Y ayer a todo eso se le unió que los Gasol, verdaderos pilares sobre los que se sostiene todo aquello del Método FEB, no estaban en su mejor estado, por motivos ajenos a su voluntad. No eran invencibles, no, pero un colapso tan grande no podía ser esperado ni por los mayores agoreros.

No fue el típico «no nos han entrado los tiros, de estos perdemos uno de cada diez». De estos se pierde uno de cada veinticinco, porque fue un correctivo profundo, de esos que despojan a un equipo de su identidad, y pueden llegar a crear fractura en un grupo. Porque si de ellos eran las victorias, de ellos también es la derrota, y tienen que ser muy conscientes. Orenga habrá fracasado como entrenador, pero sigue siendo su entrenador. Ellos eligieron la cama, y ahora tienen que dormir en ella.

Pero ya vale de hablar de España, que no se ha ganado ser protagonista. Francia no hizo un gran gran partido, pero sí muy inteligente, y se llevan lo más importante, la victoria. Movieron mucho el balón, hasta el punto de tener que comérselo en unas cuantas posesiones, porque los 24 segundos se les quedaron cortos toda la noche. Perdieron muchas pelotas, pero nunca en posiciones dañinas y dejaron a España sólo en dos puntos a la contra.

Según Collet el plan estaba en cortocircuitar el carrusel de pases, dando a Ricky el espacio, pero nunca la asistencia, y sin conceder nunca a los Gasol la oportunidad de iniciar la jugada en el poste alto. Denegaron las pantallas en todos los bloqueos y continuación que pudieron y España cayó en la trampa de jugar a los costados del lado fuerte, sin invertir jamás el balón, todo lo contrario que Francia, donde Batum y Diaw llevan todo el año, cuando no toda la vida, entendiendo y disfrutando de las virtudes de que los jugadores del otro extremo de la pista puedan continuar la jugada.

Y el rebote, por supuesto, el rebote. Francia, con un Gobert que fue la sorpresa agradable de la noche y un Lauvergne que pese a no tener el tamaño necesario para enfrentarse con los Gasol puso los medios y no las excusas. Impagable también el trabajo de Gelabale que aunque no cogiera los rebotes, siempre estaba cerca molestando. La paliza en este aspecto fue tan terrible que si la viéramos en un partido de menos calado nos haría pensar en apaño apuestil.

Y por supuesto, destacar a Heurtel, que fue el encargado de meter las canastas decisivas y complicadas cuando España se acercó. Fue el más individualista de Francia, lo que pese a algún error puntual, y aunque Collet le tuvo que sacar a Diot al lado en el momento más caliente para ayudar a templar el juego, vino muy bien a Francia en la recta final. De hecho, todo el trabajo de Francia durante todo el partido, Thomas incluido, acabó devengando en ese súbito cambio de tercio final. Los de casa cambiaron mucho anoche en el bloqueo y continuación, y Heurtel sacó rédito de casi todas esas jugadas, penetrando y dividiendo para explotar la diferencia de velocidad lateral con los pívots rivales al principio del partido. Esto, más todo el movimiento perimetral de balón fueron la encerrona perfecta para que luego al final, y aprovechando todo el miedo, presión y cautela acumulados, el base del Baskonia tuviera esos dos pasos de espacio para clavar suspensiones sobre un 2.15, y unos cuantos puñales en todos los aficionados al baloncesto en nuestro país.

Antes, había pasado otro equipo con todas las letras por el Palacio, y otro que se desintegró de la misma manera que España. Fue un partido igualado en la primera parte, con Teodosic anotando con facilidad e independencia, y Bjelica batiendo por velocidad a Varejao, generando para él y para los demás a partir de ahí. Nene en defensa y la extraña pero fulminante mecánica de Alex García servían para que Brasil, que falló al principio del partido innumerables ocasiones a quemarropa que no podrían parecer más sencillas, llegara al descanso en lo que parecía que iba a ser una batalla igualada hasta el final. Pero al reanudar el partido, una pequeña racha de Serbia, basada en errores brasileños (pérdida tonta, y mala comunicación en un rebote defensivo) les descentró. Para culminar el despropósito, tras una falta de Varejao a Raduljica, les pitaron dos técnicas, que les costaron 6 tiros libres y balón en contra, que resultaron en una posesión de 7 puntos. +16 para los serbios, y ahí acabó el partido.

Teodosic lideró a los europeos con 23 puntos en 29 minutos, desempeñándose, para mí, de la misma manera que cuando mete 8 en 35. Milos no juega mejor o peor, simplemente acierta más o menos, y hoy era la cara de un equipo que no tuvo cruz. Hasta Nenad Krstic, que ha llegado al torneo todo lo justo de forma posible, se permitió juguetear con Nene en el poste bajo.

Son jóvenes y enérgicos, y el núcleo de su quinteto titular está formado por jugadores que están entrando en el teórico mejor momento de sus carreras (Teodosic, Markovic, Bjelica y Raduljica, además de Stimac nacieron entre 1987 y 1988, y han coincidido en categorías inferiores). Están en ese punto en el que el compromiso entre forma física y experiencia es ideal. Pueden jugar dentro, pueden tirar de fuera, y no tendrán remilgos si ven que hace falta atizar. Esta versión altamente emocional de los serbios es un rival temible en la lucha por las medallas.

Y a diferencia de otros combinados balcánicos, que se quedaron en el camino por culpa de una lucha de egos mal entendida, o que nunca fueron capaces de estar en la misma página, este grupo parece hecho de otra pasta. Bogdan Bogdanovic es muy joven para tenérselo creído. Miroslav Raduljica es un jugador sin equipo, que viene de ser menospreciado por dos franquicias NBA. Con Teodosic llevan jugando desde siempre, y han comprendido que para quererlo en las muy buenas noches hay que arrullarlo también en las malas. Quizá sea porque les va bien, y no se ve la talla de uno hasta que se enfrenta a la adversidad, pero Djordjevic ha creado un ambiente de camaradería y ánimo que va a llevar al equipo en una condición inmejorable en lo psicológico a la semifinal, aunque tras lo de ayer, el guión cambia un poco.

El peligro de Serbia contra España hubiera estado en que, por un lado, llegarían al partido del viernes, como a los octavos y a los cuartos. Sin miedo a nada, porque nadie los veía favoritos. Y por otra parte, con toda la confianza del mundo, porque vienen de dejar en la cuneta, y con paliza contundente, a los dos equipos que mejor pinta tuvieron en la primera fase más allá del contubernio España-USA. Brasil y Grecia acumulaban un 10-1, con la derrota de los de Magnano ante España como la única mancha en su historial conjunto, y se marcharon perdiendo de 18 y de 28. Ahora, como mínimo son tan favoritos como los franceses, y Djordjevic no puede seguir pasándole a otro la presión. Tienen, al igual que Francia, media medalla colgando. Eso ya es algo que perder.

Así que sí, no está España. No está Parker. Bodiroga se dedica a la buena vida en vez de a jugar. Pero nosotros mañana nos lo vamos a pasar bien.

Notas desde la primera tercera quinta fila

– Si Neto no lloró en la rueda de prensa post-partido, poco le faltó. Ningún jugador sale contento después de una derrota, pero Raulzinho estaba devastado. Brasil y su entorno, por lo que hemos visto estos días, se veían con medalla, aunque fuera de bronce, tan colgada del cuello, como España se veía campeona.

– Los jugadores serbios llevan cada uno los calcetines de una marca (diría que todos, la respectiva de zapatillas).

Batum no pierde pista de Gobert. Ya lo hemos visto realizando su papel de mentor en los entrenamientos, pero en los partidos también es una extensión del entrenador en la pista. Le viene muy bien a Rudy, que tiene las herramientas físicas como vimos ayer, que le den un par de collejas de vez en cuando ahora mismo. Ya vemos que la rivalidad divisional de la NBA aquí, como es lógico, no importa.

– Hablando de Batum, el respeto que tiene por España en general, aunque tiene cara de que de vez en cuando le entren ganas de golpear a algún español en la entrepierna (oh, wait…), es enorme. No había jugador más feliz ayer de la victoria.

Pau dio ayer la cara en rueda de prensa, al igual que Scola el otro día en lo que es un gesto a agradecer de ambos. No es que a Gasol fueran a partírsela, ni tiene que pedir perdón por nada, porque fue el mejor jugador del equipo en el torneo y seguramente en el partido, y la prensa le venera tanto o más que los aficionados, pero siendo el que más justificación tendría para irse al vestuario a tratarse y descansar, ejerció de pararrayos. Tampoco vamos a descubrir la talla como persona de Pau ahora, pero siempre deja otra muestra más.

– Es habitual ver salir a los perdedores por la zona mixta con caras de pena, morritos y congoja. Ya hablamos de lo mal que salió Neto. Lo que no es tan habitual es ver una cara de tremenda mala hostia contenida. Esa era la de Felipe Reyes, y con toda la razón del mundo. Lo que no sabemos, es si, recordando las últimas respuestas de algunas entrevistas, el enfado era consigo mismo.

– Pasó desapercibido, quizá porque lo dijo en inglés, pero este fue Orenga en rueda de prensa «The only thing we can do is keep on working and keep on fighting until the last game» Han pasado 18 horas, y todavía seguimos sin saber cuál será ese último partido.

Sofi del día

A la afición del Palacio, que ayer cumplió con su parte del trato, y se debió ir deseando no haber ido por allí nunca. Nada que objetar.