Si los Knicks, algún matiz aparte, hubieran jugado siempre como ayer, seguramente tendríamos un 7º partido, y ellos serían los favoritos.
Y si tuvieran ruedas serían una bicicleta, pero no es el caso, y lo único que son es otro equipo eliminado de estos Playoffs con un buen partido, al que se volvieron a presentar los únicos que lo han estado haciendo durante toda la serie.
Superlativo Carmelo Anthony, que cerró un partido magnífico, aunque se le hizo un poco largo, con el también excelente Paul George colgado a su espalda todo el rato. Sólo si se da el crédito que merece el defensor de Indiana, y se entienden las limitaciones que tenía alrededor en New York, se puede entender el grado de dificultad de lo que hizo anoche este jugador, que vuelve a ser la cabeza visible de otro fracaso, o al menos, decepción en Playoffs. Hay quien no tiene suerte.
Notables Shumpert y Prigioni, que supieron encontrar su sitio cuando eran defendidos por una ala-pívot en esos cruces cruzados que había elegido Indiana en defensa. Los Knicks, y no sé quién será el culpable, aunque lo sospecho, no han exprimido esta naranja casi nada, una pasada y gracias, y es una pena porque el zumo estaba delicioso. De hecho, los mejores y peores momentos de uno y otro en este partido iban relacionados con esta desigualdad.
Pero no la aprovecharon siempre tampoco: justo antes de los tres triples seguidos de Iman, los Knicks ejecutaron un par de jugadas partiendo de la formación «Cuernos», que coloca a los dos exteriores en las esquinas, y los dos hombres altos en la línea de tiros libres. En este caso, para atraer a West hacia fuera, utilizaban a Shumpert como interior, poniendo pantallas en el poste alto. Evidentemente, esto funcionó horrible: era él el que parecía bloqueado, quedándose atrás, metido en una maraña. Menos mal que se rectificó.
En lo malo, Tyson Chandler, que claramente no estaba en condiciones para Playoffs, y otro año más no llega al 100% a las eliminatorias por el título. Jason Kidd, que ha metido los mismos puntos que usted, querido lector, con la diferencia de que él ha tenido 89 minutos para hacer algo. Y JR Smith, que ya no es lo que mete y lo que falla, que ya se sabe lo que hay. Es la indolencia y la pasividad en defensa. En el último cuarto vimos como su hombre cortaba con placidez a la canasta, le cogía el rebote ofensivo en un tiro libre, etc… y él mirando, como si fuera la retaguardia de Rihanna.
También hay que dar crédito a los Pacers, por supuesto, con Stephenson haciendo un partido de esos de bola de demolición humana que no le importaría haber firmado al mismísimo Westbrook. Puso en tanto apuro a Prigioni que seguramente le negó la producción de todo lo bueno que este hizo en ataque y se rió en la cara de JR Smith. Y la pareja George–Hibbert es siempre un espectáculo en defensa, y a veces, en ataque. Ayer fue uno de esos días que brillan en los dos lados.
Los Knicks se hincharon a faltas (46 a 18 en tiros libres), pero no hay que reclamar conspiración arbitral. Con un Chandler transparente, y un juego exterior indispuesto, cada uno por sus motivos, de parar la penetración, los Pacers buscaron sin descanso la zona de los Knicks, y repicaron en las segundas oportunidades con rebotes ofensivos. Hicieron un partido de manual, que ni siquiera la diferencia en el acierto desde el perímetro (43%-27%), decantó en su contra.
Ahora serán un hueso para Miami, en el año que parece triunfar la metalurgia en la NBA. Blue Collar, Gold Swagger.
El detalle: Es el primer partido de Playoffs desde, al menos, donde llega la base de datos de Basketball-Reference.com, 1986, en el que un equipo, que tira al menos 30 triples, y tiene 15 puntos porcentuales más de acierto desde el perímetro que su rival, acaba perdiendo. Hasta ahora esos partidos iban 9-0 a favor, incluido el 5º partido este año entre Houston y OKC.