Los Celtics anoche maquillaron con 7 minutos de orgullo, lo que fue una actuación paupérrima en los 41 restantes. A falta de 10 perdían de 26 puntos, y llegaron a colocarse a 4, hasta que la resaca les volvió a mandar lejos de la orilla.
No importa que no podamos encontrar restos de orgullo en el tercer partido, el primero que jugaron en Playoffs en el TD Garden. O en las dos segundas partes de las dos primeros partidos en New York. O en los tres primeros cuartos en este último, en los que anotaron 47 puntos, en casa. Tampoco se habló de él cuando los Knicks forzaron la prórroga viniendo desde 20 puntos abajo en la segunda parte del cuarto partido.
De hecho, anoche, en la postrimería del partido, se hablaba en Twitter de si se renovará a Pierce, si KG volvería, lamentos por la lesión de Rondo… ni los propios aficionados se acordaron de Santa Bárbara hasta que empezó a tronar con la ayuda de las pérdidas de JR Smith y el resto de los Knicks, pero en cuanto la racha se montó, volvieron a reclamar lo suyo.
Al final los Knicks, a los que se les ha visto más trémulos de lo esperado, aprovecharon su match-ball y evitaron la posibilidad de entrar en los libros de Historia, primero anoche, y luego en un teórico séptimo partido. La circulación de balón mejoró algo, Shumpert está cogiendo confianza y Chandler ritmo. Nos lo pasaremos bien en la serie contra Indiana.
Pero este partido que por poco no sucedió (Carmelo falló dos tiros libres con 82-82 en un partido que acabó 84-84, y que hubiera significado la barrida a Boston…), será recordado como el de la derrota pírrica, el que ganaron los que perdieron.
La historia de los Celtics se basa en tener más campeonatos que nadie, no en quedarse fuera, y tan claramente como lo hicieron, en las primeras rondas. Si se empieza a celebrar esto, se acaba siendo como, por ejemplo, los Hawks (que ayer en una situación idéntica, partido de eliminación en casa, pasaron de ir perdiendo de 17 en el último cuarto a bajar la diferencia a 3).
Que los Celtics tengan más remontadas o momentos épicos, es función también del volumen: casi nadie ha tenido tanto éxito como ellos. Si juegas más partidos que nadie, más posibilidades habrá de que surjan momentos inolvidables por el camino. Los Warriors, por ejemplo, nos han dado dos series memorables, de esas que darían para una leyenda de matagigantes si las juntamos con otras dos o tres, pero habiéndose clasificado 2 veces en 18 años, es imposible.
No es que a este equipo se le pudiera pedir mucho más. Pierce ha jugado 2500 minutos con 35 años, y Garnett no ha parado tampoco. La pérdida de Rondo es una losa enorme, no sólo por lo que aporta él, sino porque no tenía sustituto. No hay en la plantilla ningún creador bajito que juegue para todos. Esta encarnación de los Celtics ha llegado seguramente hasta donde podía.
Pero si tienen 17 anillos, no ha sido precisamente por conformarse con eso.