Decíamos ayer, en nuestro Twitter, que si bien me daría miedo que mi equipo tuviera a los Celtics enfrente, lo mismo me ocurriría si fuera su seguidor. Apunten lo mismo para Lakers. Kobe te puede meter 4 triples en 5 minutos, Rondo sacarse una triple docena de la manga, Bynum sentirse flex y calzarte 10 tapones, Garnett hacer todo lo que él hace, para que los Celtics, a lo largo de la serie, superen en 65 puntos a Atlanta los 188 minutos que ha estado él en pista… Y ambos equipos lo alternan, con ratos que parecen los inmortales Knicks de Isiah.
Boston se está manteniendo con la defensa, ayer solo dejaron a Atlanta meter 87 puntos, y es la mayor anotación para los Hawks de las series. Pero cuidado, porque ellos solo han pasado de 87 dos de las cinco veces, y una fue metiendo 90 con prórroga.
Durante muchísimos periodos, como dice el escritor Bill Simmons sacan su ataque retrete atascado, y no salen de ahí. Lo más grave, es que no es el fácil hero ball con lo que se atascan: no es que los Celtics se dediquen a hacer aclarados en todas las posesiones y dejar que sus estrellas se repartan los tiros, que es la manera habitual de un equipo de gripar su ofensiva (Atlanta lo está haciendo constantemente con Joe Johnson, e irremisiblemente pierde ventajas cada vez que lo intentan), es más bien una sensación que este equipo pasa muchas jugadas sin saber que hacer. Para muestra, la ultimísima del partido, con el que podían haber finiquitado la eliminatoria.
La vuelta de Al Horford, que ayer además jugó como si nunca le hubiera pasado nada, acorta las distancias en una oportunidad que Boston no debe dejar pasar en el Garden. Por el bien de su salud mental, los Celtics deberían cerrar esta serie cuanto antes mejor, porque este año no son nada fiables.
Y ahora toda hablar de los Lakers, a los que damos un diagnóstico de exagerada displicencia. Las declaraciones de Bynum el día anterior sobre como los partidos eliminatorios pueden acabar siendo fáciles si el equipo rival baja pronto los brazos son perfectas para aplicar a Lakers. Normal que Bynum piense que esto es así, porque su equipo sí se comporta de esa forma, y hay muchas muestras de ello. De hecho, el año pasado contra Dallas, no esperaron ni al partido eliminatorio para pasar de todo.
Los Angeles tiene margen de error, y extenso margen de mejora, porque ayer se presentaron en el Staples sin juego interior, y aún así estuvieron a una canasta de llevárselo. Y uno se puede convencer que si Andrew y Pau se lo toman en serio y les apetece jugar contra Oklahoma, son un trío lo suficientemente talentoso para ganar. Pero si el equipo no es capaz de parar a Ty Lawson, o peor aún, a Andre Miller, como sucedió ayer, ¿qué va a pasar cuando tengan enfrente a Westbrook? Si Pau no aprovecha cuando doblan a Bynum, ni el hecho de que Faried defiende tarde y mal a media distancia porque se queda a acampar en busca de rebotes y tapones, ¿qué va a pasar cuando venga Ibaka, la versión mejorada de Manimal?
Kobe sí que se presentó, e hizo un partidazo ayer, y casi lo gana él solito. Es la esperanza Laker en la siguiente ronda, no ya solo como jugador, sino como motivador de las tropas. Los Lakers pueden ganar bien en el Pepsi Center, pero necesitan el esfuerzo completo de los All-Stars.
Y para los Nuggets, esta temporada ya ha sido un éxito. No podrían pasar jamás de San Antonio y Oklahoma, pero la experiencia de poder alargar la serie al máximo posible para los jóvenes es lo que deseas cuando un equipo así se planta en Playoffs. Lograr un séptimo partido en el que seguir viendo como se comportan Gallo, Faried y McGee, aunque solo sea para morir en la orilla, sería la guinda al pastel. Y atención a la situación de Javale, porque este verano es agente libre restringido, y va a ir a por su gran contrato. Las esperanzas de renovarlo barato se iban yendo ayer con cada uno de los 21 puntos y los 14 rebotes, y ahora en Denver tienen la tarea más difícil de todas, decidir cuánto es verdad, y cuánto es engaño. Pobre Ujiri.