Truco o trato. Trick or treat. Ese es el apodo que Bill Simmons, el escritor de la ESPN e impenitente seguidor de los Celtics, le dio a Tony Allen después de verlo jugar decenas de partidos año tras año. Lo que esconde este sobrenombre detrás es la extraña facilidad que tenía el jugador por hacer fácil lo difícil y viceversa. Tony Allen encadenaba secuencias en las que se disfrazaba de Paul Pierce para meter un triple estratosférico con un defensor encima, se anticipaba tan inteligentemente como Garnett a una línea de pase para robar un balón en la siguiente posesión, y acababa fallando de manera calamitosa la oportunidad de mate/bandeja que el mismo se había creado en el posterior contraataque.
El juego del otro Allen, que tan bien es retratado con la disyuntiva halloweeniense, se podría definir también con otra palabra. Energía. En tiempos de debate nuclear, Tony es como un núcleo a punto de la fusión. Radiante, crudo, inestable. La potencia sin control. Esa que no servía de nada. Ya comenté en La Crónica On Tour que una de las cosas que más me impresionaron al ver el Knicks-Grizzlies en directo fue ver jugar a Allen. Un par de acciones deslumbrantes, mate contundente incluído se contraponían a un par de jugadas con las que costaría creer que a este hombre le pagan por jugar al baloncesto.
Anoche, tras retar a Ginobili ante a la prensa declarando que finge en sus molestias, se rapó y pintó un oso en la nuca, imagen que puedes ver a la derecha, pero que al final, como alguien con buen criterio le habrá recomendado, desapareció al saltar a la cancha. Aunque nadie pudo quitarle el toque de excentricidad: no fue un oso, pero al final se dejó un fade como pudo con el pelo que le había sobrado, y con sus pintas de rapero noventero ayudó a extender un poco más el sueño en Memphis. Primero ganaron el primer partido en las eliminatorias por el título en la historia de la franquicia. Luego el primero en casa. Y ahora están a punto de eliminar a los cabezas de serie, a los Spurs, a los que tienen a un solo partido de la eliminación, tras ganarles de 18 y meterles, por primera vez en la eliminatoria, miedo. Miedo de verdad. Jamás han remontado en la era Duncan los Spurs un 1-3, en las cinco oportunidades que han tenido. Y Tony Allen tiene buena parte de la culpa.
Apareció en Boston, que obtuvo la primera ronda de Draft que se gastó en él, de rebote, en el traspaso que acabó con Rasheed Wallace y el anillo en Detroit, y en su primera temporada llegó a jugar 34 partidos de titular en un equipo que acabó en la post-temporada con Pierce, Gary Payton y Antoine Walker (Allen todavía realiza de vez en cuando el Shimmy, el jugón bailecito del orondo alero). Al igual que Tony le quitó el puesto a Jiri Welsch, él tuvo que ver como en mitad de la primera ronda en la que cayeron frente a Indiana, Delonte West, otro rookie, ocupaba su lugar. Pese a perder ese puesto honorífico, sus minutos de juego fueron incrementando las dos temporadas siguientes, los partidos que estuvo sano, hasta volver a menguar en 2007 con la formación del Big Three, el grupo que le ayudaría a conseguir un anillo de manera agridulce, ya que Tony solo jugó 4.3 minutos de promedio en los 15 partidos de Play-Off que le pusieron en cancha.
En la Temporada pasada, jugó 16.5 minutos por partido, su peor promedio desde el año de novato, y su temporada fue muy discreta. Eso sí, no vio reducido su tiempo de juego en Play Off, en los que jugó mucho más de lo que había hecho otros años. Especialmente relevante fue su participación en la serie contra Cleveland en la que ayudó a mantener controlado a LeBron, presentado sus credenciales para ser incluido en la lista de los mejores defensores hombre a hombre en el perímetro de la Liga. Tras ese final de temporada no tenía duda que le renovarían. Así que para él fue tremenda la decepción que supuso que los Celtics no igualarán la oferta de Memphis, de 9.5 millones por 3 años (la mayor ganga del verano visto a día de hoy). Así llegó a los Grizzlies. Se acabó lo de luchar por el campeonato.
En su Twitter se define como «Former Oklahoma State star. 2008 NBA Champion. Currently playing for the Memphis Grizzlies«. No dejo de ver una cierta falta de brillo con pátina de resignación en la última frase. Pero eso no le impide salir a cada partido a trabajar a tope, a aportar la dureza y el carácter, a estar dispuesto a tirarse detrás de cada balón que queda suelto, como si el objetivo marcado al principio de temporada fuera levantar el O’Brien.
Ahora que a sus 29 años ya es un veterano (de hecho, es el jugador de la plantilla que más partidos de Play-Off había jugado hasta esta temporada, con 56, aunque Battier haya estado en pista más minutos), está utilizando toda su experiencia en Memphis. Su llegada para aportar desde el banquillo, y después hacerse titular tras las lesiones de Gay y el descenso de categoría de su compañero de refriegas en partidas de cartas, O.J. Mayo, es una de las razones por las que el equipo ha vuelto a las eliminatorias por el título por primera vez sin Pau Gasol. Y eso que este equipo, es prácticamente el mismo que la temporada pasada.
Aunque el éxito es coral, y se apoya aún más en el juego interior, al nivel de cualquiera en la NBA, de la pareja Randolph–Gasol (que está haciendo unos mejores Play Off que su hermano) o en un Conley que está haciendo olvidar la locura que parecía su renovación, destacar a Allen es destacar al jugador diferente, la punta de locura, la intensidad feroz. Aunque los números contradigan a la vista, y Manu anote más y mejor con él en pista, su capacidad de crear pérdidas y confusión desorienta a los equipos rivales. Sume a los partidos en su propio caos y a base de incertidumbre ha logrado desarmar la consistencia de récord de los de Popovich. Es imposible prepararse con y contra él, a ambos lados de la pista, porque es imprevisible. Ha cambiado la cultura defensiva en Memphis, que son el equipo que lideró la Liga en perdidas creadas al rival durante la temporada regular, con sus 1.8 robos por partido a la cabeza del equipo.
No sabemos quién fue el MVP de anoche en Memphis. Muchos para elegir. Pero por simpatía, aquí nos quedamos con el único que parece no saber que va a hacer cuando le llega el balón. Tal vez, ni lo sepa aún después de haberlo hecho. Truco o trato.
Y una reflexión final. Jugando al «Qué hubiera pasado», Tony Allen es el jugador que cambiaría todo el escenario de estas eliminatorias por el título en un universo paralelo. Si hubiera renovado con los Celtics, no solo los Grizzlies probablemente no estarían dando el finiquito a los Spurs, sino que tal vez, en Boston no hubieran sentido la presión de fichar a un jugador de perímetro, y Perkins seguiría en Massachusetts en vez de Oklahoma. Lo que estamos viendo ahora, y lo que queda por llegar, estaría patas arriba.