Aunque oficialmente comenzó el martes, y ya ha habido cuatro partidos, con la emoción hasta los últimos segundos como suele ser típico en el torneo, incluida, hoy, a las 3 de la tarde hora española, comienza con un West Virginia-Clemson el torneo final de la primera división del baloncesto universitario, el Gran Baile, la Locura de Marzo, el March Madness, el mes en el que puede pasar de todo.
En América, la gente rellena sus brackets (cuadro de eliminatorias) a todos los niveles: páginas webs de medios de comunicación, y empresas como Foot Locker organizan concursos en los que a menudo, el que mejor acierte el cuadro (en años como el pasado, nadie fue capaz de alcanzar la perfección) se puede llevar un suculento premio económico. En las oficinas de todo el país se realizan porras, a veces con su bote asociado, muchas otras por tener simplemente durante el año los bragging rights, el derecho a creerte el experto entre tus compañeros. Hasta el presidente y Nobel de la Paz, Barack Obama, hace una, que además es publicada en la ESPN. Estés dónde estés, te muevas en el círculo que te muevas, es casi imposible pasar el mes sin que alguien te pregunte por como llevas el bracket. Y la respuesta, siempre suele ser mal.
Aunque haya equipos muy superiores que durante todo el año hayan demostrado que están entre los mejores del torneo, basta con una mediodía aciaga en la que los aros se encogen como el agujero de una aguja ante una soga (lo del camello era una mala traducción) para tirar por la borda en el primer compás, los sueños de un equipo, las esperanzas de unas aficiones que se cuentan por decenas de miles, y las esotéricas predicciones de los millones de personas que llevaban a ese equipo en volandas a la Final Four en sus brackets.
Realizar la quiniela del Torneo es una experiencia en la que se amalgaman mitos y creencias, y nunca sale como deseamos. Yo ahora miro la que realicé la tarde del domingo, en cuanto se dio a conocer la configuración en el llamado Selection Sunday, y sin haber cambiado nada la situación de los equipos, la reharía de manera diferente. Tu apuesta se convierte en una olla dónde tienes que mezclar al dente lo que has visto, lo que has oído, lo que has leído, lo que tu corazón te dice, y lo que has aprendido de las dinámicas de otros torneos.
Hay unas cuantas constantes a casi todos los torneos, que uno intenta acomodar en su acertijo, pero tienen un problema, no sabes que equipo cumplirá ese perfil… y nadie te garantiza que lo que ha pasado pueda volver a repetirse. Por tanto, parte de la ciencia de la bracket consiste en tratar de identificar a la cenicienta, aquel equipo pequeño, que no se resigna en volver a las 12 a casa. También está el equipo en el que sus jugadores importantes son todos veteranos de 3er y 4º año, que tienen experiencia marciana, y suelen jugar mejor de lo que parece por su ranking. O el equipo con irregulares e inconsistentes tiradores, a los que la magia les dura una trifecta de partidos. O Duke, que siempre estará ahí, juegue como juegue. Tampoco nos podemos olvidar del equipo con futura estrella NBA que en el Torneo queda estrellado, y el favorito que siempre se va a las primeras de cambio. O aquellos que han cogido carrerilla ganando el torneo de su conferencia, con los que suele pasar dos cosas: o vienen motivados para llegar lejos, o todo era un espejismo contra el que se estrellan rápido. Casi todos los años pasados nos encontramos algún equipo que cuadra en este perfil, pero a ver quien acierta todo.
Sin más dilación, presento mi cuadro, y aprovechad para hacer capturas de pantalla, que no tendré ninguna vergüenza en borrarlo si fallo como una escopeta de feria. En vez de ir comentando eliminatoria por eliminatoria, iré destacando cosas importantes en las que pensé delicadamente cuando la iba haciendo, y así hacer un sucinto repaso a lo que ha dado de sí la temporada.
Duke, el favorito que se va fuera pronto: Locura que haces con el corazón, no con la cabeza. Si vas a hacer la gansada de echar a Duke en segunda ronda contra un número 9, al menos tienes que tener un buen motivo. Y mi motivo es, aparte del odio a los Diablos Azules, que las cuatro veces que habré visto jugar a los Vols de Tennessee estos dos últimos años, los naranjitos se han salido. Sin ir más lejos, son uno de los equipos que han podido ganar esta temporada al que elijo como campeón: Pitt.
Creo en Kemba, no en Jimmer. Perdón, en su equipo: He puesto a los Huskies de Kemba Walker en la Final Four, porque me parece un buen equipo, que ha tenido que pelear en el Big East, la conferencia más dura del Baloncesto Universitario, por lo que Walker se ha puesto a prueba contra los mejores. Además, de su camino a la Final Four, sólo me preocupa, y mucho, el encontronazo con Texas. El enfrentamiento contra los Longhorns es posiblemente al que más vueltas le he dado realizando el cuadro, y cada cinco minutos elegiría uno nuevo. Al final, me he decidido quedar con el mejor jugador, y ese es el base neoyorquino. Por otra parte, BYU, al equipo con el otro fenómeno senior que también parte como tercer cabeza de serie, no les veo avanzando más allá de la segunda ronda. Después de suspender a Brandon Davies por incumplir el código de honor de la Universidad (mantener sexo con su novia antes del matrimonio, solo informo, y no empiezo a hablar de religión y política que me caliento) veo a un equipo un tanto flojo, que va a tener un partido complicado con la experimentada Universidad de Wofford que va a dar más guerra de la que su ranking indica, y luego se cruza con el ganador de los siempre rugosos Johnnies y la Universidad de Gonzaga que ha cogido carrerilla. Jimmer Fredette ya sabe lo que es anotar más de 30 puntos y que tu equipo pierda o esté a punto. Y me temó que en su último partido antes del salto a la NBA, le pasará lo mismo.
En realidad, no me fío de la MWC: Pese a que alabé a la Mountain West Conference en esta página hace un tiempo, no voy a creer en sus éxitos en este torneo hasta que no lo vea. Siempre se quedan cortos. Este año llevan un 2º cabeza de serie (San Diego State), un 3º (BYU) y a UNLV como 8º. El año pasado con un 3ª (New Mexico) y BYU de infravaloradísimo 7º, no pudieron con la segunda ronda, y San Diego y Las Vegas no ganaron ningún partido. Hasta que los equipos de la Conferencia no ganen entre ellos más de 3 partidos en una temporada, no apostaré por ellos.
Muchos favoritos al final… o no: He mandado a la Final Four a dos primeros cabezas de serie, y dos terceros. Echando la vista atrás, la fórmula no parece ganadora. Pero es que cuesta pensar en quien desbanca a los favoritos. A los Dukies me los he cargado con mala saña, pero a Kansas les dejó llegar al Elite Eight. De los terceros cabezas de serie llegan 3 de los 4 a cuartos (ya expliqué porque me cargo a BYU)… pero de los segundas rondas, solo dejo llegar a uno a octavos: me cargo a los otros tres en el segundo partido.
Y aunque luego me arrepienta y parezca estúpido, tengo mis motivos: Notre Dame, pese a ser un buen equipo que se ha merecido incluso una primera ronda por sus méritos en el Big East, y pese a tener un integrante con el gen Hansbrough, me tienen mucha pinta de ser susceptibles a una mala noche contra un equipo físico e irregular… como Texas A&M. Florida no me inspira mucha confianza, y tengo mucho miedo a su posible enfrentamiento con Michigan State. Los espartanos de Tom Izzo han realizado una temporada mediocre, pero este equipo es de los que realizan un torneo inversamente proporcional a todo lo anterior. Y pese a que el último mes de La Fábrica de Churros, North Carolina, ha sido excelente, y Harrison Barnes ha vuelto a poner su nombre en la lista de aspirantes a número uno del Draft, me cuesta olvidar el horripilante inicio que realizaron. Son un equipo joven, que el año pasado jugó el NIT, a diferencia de Washington, que adquirió una valiosa experiencia en el Torneo que creo que este año les puede ayudar a superar a un equipo mejor a ellos sobre el papel.
Sin cenicienta: Si os fijáis en mi bracket os daréis cuenta de una cosa, que este año, no pongo cenicienta. De los ocho equipos que llegan al Elite Eight, 6 están entre los 12 mejores de la Liga, Texas no sigue a ese grupo muy de lejos, y St.John’s es una sexta cabeza de ronda, que estaría más arriba de no haber quedado encuadrada en el infierno del Big East. Y los motivos por los que no hay cenicienta son varios. Hay equipos que me gusta su potencial para asustar al establishment, pero han quedado encuadrados en el primer partido contra otros conjuntos, que me gustan aún más. Para encontrar una cenicienta, creo que hay elegir a escuadras que tengan un primer partido contra un equipo mejor colocado en los rankings, pero asequible, y así cojan confianza para emprender mayores hazañas. Por ejemplo, veo potencial de cenicienta en Utah State, pero se enfrentan de primeras con los sólidos Kansas State que han recuperado a Jacob Pullen, y que me han gustado mucho siempre que los he visto jugar. Oakland tiene buena pinta también, pero se estampa contra Texas, nada más y nada menos, de primeras.
Otro motivo es que las cenicientas suelen tener un jugador destinado a acabar en la parte final de la Lotería del Draft, y que se distingue por su muñeca, que se calienta en cualquier momento, y enciende las sobremesas del tercer mes del año en América. Si Jimmer y Kemba, Kemba y Jimmer, y volvemos otra vez con ellos, jugaran en Belmont o en St.Peter, sería otra historia. Pero no lo hacen, y no veo ahora mismo en esos equipos de la parte baja del cuadro un microondas relevante. Lo más que me he atrevido con un equipo cuyo número de semilla tenga dobles digítos, quitando el upset de Michigan State a Florida, es a pasar a Richmond (12) por encima de Vanderbilt (5) y Louisville (4). El primer partido lo veo bastante claro, no me gusta Vandy para nada este año, pero odio dejar en la cuneta a los chicos de Rick «15 segundos» Pitino, lo he hecho simplemente por inercia.
En total, en mi cuadro, solo en 9 partidos ganan equipos cuya semilla es 9 o menos, 6 en primera ronda, 3 en segunda, y nadie pasa más adelante. En la parte Este del cuadro, los 8 primeros cabezas de serie, ganarían su partido de primera ronda. Con amenazas como Marquette o Villanova, en las que no he confíado, acechando. Ya me estoy arrepintiendo.
Final Four, Pitt, Ohio State, Purdue y UConn: Esos son los cuatro equipos que creo que acabarán en la Final. Me preocupa la inexperencia en partidos de tan alto nivel de Pittsburgh, a los que doy como campeones, pero creo que este puede ser el año que un equipo nada acostumbrado a estar entre los cuatro finales se imponga (ninguna Final Four, solo una llegada a los Sweet 16 en la pasada década). Purdue me gusta desde el principio de temporada, y aunque hayan estado por debajo de las expectativas es una de esas apuestas que haces desde el principio, al igual que Ohio State, que han estado mucho mejor, probablemente, el mejor equipo del pais esta temporada. Y ya os he hablado de Kemba Walker y Connecticut, que son lo más parecido a una cenicienta que he puesto en mi cuadro.
Recuerda que puedes ver todos (espero y supongo que en España no habrá blackouts) los partidos del torneo en streaming legal desde la página web de la NCAA, NCAA.com. También puedes encontrar aplicaciones para seguirlo en tu iPhone y en tu iPad. Así que no tienes excusa para perderte ni un segundo del March Madness, la locura de marzo. Y entender porque nos gusta tanto.