¿Dónde hemos llegado? Las expectativas ahora mismo para un concurso de mates desafían la lógica y la física más elemental. ¿Os dais cuenta de lo que les estamos pidiendo? Kobe Bryant ganó el concurso en 1997, y asombró al mundo con un mate en el que ¡se la pasaba entre las piernas! El Dr.J y Michael Jordan pasaron a la historia por saltar desde la línea de tiros libres. Dominique Wilkins, por el molinillo.
Serge Ibaka hizo ayer el mate más largo de la historia del concurso, centímetro arriba, centímetro abajo. Por detrás de la línea. De verdad. Y la mató con extrema facilidad, como si no le hubiera costado. Y quizá por eso solo fue premiado con un 45. Hoy en día no vale ya cualquier cosa.
Citius. Altius. Fortius. Añadid Novius.
Yo siempre he pensado que por cada intento fallado de mate, se debería restar un punto del total. La explicación es clara: jamás es igual el primer intento de mate que los siguientes. Mejor ejemplo que ninguno, el primer mate de Blake Griffin anoche, en el que cada intentona, llevaba aún menor fuelle que la anterior. Es por ello, que creo que el no haber sido capaz de realizar tu mate tras varios intentos, ha de ser penalizado. Pero, ¿qué nivel de exigencia estamos ya reclamando? Ayer vimos, como ya hemos dicho, el mate más largo de la historia del concurso, dos balones en dos canastas, tres balones matados en un aro, pasársela entre las piernas al rebote del soporte del tablero… Nos va a tocar elegir. Si queremos ver cosas nuevas, espectaculares, que sigan poniendo la marca del límite un poco más allá… vamos a tener que ser más transigentes. La noche del sábado fue un punto de inflexión. Pena para DeRozan, que todos nos diéramos cuenta de lo que estaba pasando después de su mate.
El concurso fue de más a menos. La primera ronda fue tremendamente excitante. A DeRozan le penalizó terriblemente abrir el fuego: todavía no se había sentado precedente en el número de intentos, ni se había marcado el listón. El primero es el mate más difícil de calificar, y creo que el jurado se equivoco en su voto a ciegas. Después vinieron el ya comentado mate de Ibaka, que también mereció más, y Javale McGee colgándose de dos aros a la vez. Si Blake clava a la primera, con toda su violencia el 360º con el que empezó, la gente del Staples se va para casa.
El showstopper con el que empezó la segunda ronda el jugador de Toronto me pareció el mejor de todo el concurso. A la primera, no innovador, pero sí diferente, con un alto grado de dificultad, y una ejecución perfecta. El de Ibaka fue bueno pero algo flojo para el contexto en el que se encontraba. Griffin demostró su potencia a rebote del tablero tras varios intentos (y no puedo evitar pensar que si no hubiera sido el número 32 en su propio palacio, estaría fuera del concurso) y McGee cerró una sólida primera ronda metiendo los tres balones, después de que su madre, ex-jugadora de la NBA saludara al jurado, con piquito a Julius Erving incluido.
Y llegó la ronda final. Dos hombres altos, algo atípico, y con el voto del público, uno de ellos llevaba un cuerpo de ventaja. Griffin metió el codo a lo Vince Carter, pero con aún más saña. McGee hizo un bonito acunado mucho menos visual que sus dos contribuciones previas.
Entonces llegó el momento de la noche sin dudas: Blake sacó el coche oficial de la Liga (increíble también el paralelo espectáculo publicitario: los jugadores reatándose las zapatillas, McGee que usó 5 modelos en 4 intentos, y el KIA para rematar), un coro a ritmo del I believe I can fly de R.Kelly, y el siempre hilarante Baron Davis, que me recordó a un travieso Bugs Bunny asomándose por el techo solar para ponerle el alley-oop al animal de Oklahoma. La parafernalia, muy superior a un mate, que ya le habíamos visto a Milic, o incluso a Mario Santana en la ACB, en el año 99.
McGee, que además tuvo que eliminar uno de los mates que tenía pensado, en el que cogía un billete del aro con su boca, por la similaridad con el de Ibaka, intentó que el sufrimiento acabara lo más rápido posible. Para mí, Blake no mereció llegar a la final, pero sí ganarla.
Pero al final, es inútil y subjetivo decir quién debió ser condenado, a quién le robaron… No soy muy fan del voto del público, porque acabamos dejándonos llevar por el nombre y la reputación, pero no creo que el jurado, un jurado que pintó menos que nunca (incomprensible que apenas tuviéramos imágenes de sus calificaciones), hubiera votado nada diferente.
Buen concurso, de los mejores de la década para mí. Y habrá un antes y un después de este. Pero pese a la amenaza Blake Griffin, Vince Carter puede descansar tranquilo.