Karl ya es milenario

Aunque la efeméride sea lo de menos, por fin se mete George Karl en el Club del 1000. Es lo de menos, porque Karl ha conocido la victoria mucho más de estas mil veces que ha ganado en la NBA en temporada regular. Están las primeras, cuando empezaba su carrera como entrenador en la CBA destacando de manera brillante. También hay que recordar las que tuvo cuando estuvo en España, entrenando dos años al Real Madrid como los más jóvenes puede que no sepan. También entrenó a la Selección Estadounidense y en la NBA, al millar, hay que sumarle las 74 en Play-Off. Y las dos más importantes, por supuesto: los triunfos contra el cáncer de próstata y de cuello, sin los que Don Nelson, Lenny Wilkens, Pat Riley, Jerry Sloan, Phil Jackson y Larry Brown no hubieran podido cursarle la invitación al club.

Por todo lo que ha vivido, imagino que a Karl llegar a las 1.000 le ha quitado poco el sueño. Pese a mantener un perfil discreto y ser poco dado a la megalomanía, seguro que George tiene su rinconcito para el ego como todos nosotros y habrá disfrutado de ser el centro de atención por un rato, pero ya habrá pasado página. Su insistencia por que los Kroenke le renueven el contrato que termina este año, aun cuando la incertidumbre sobre la composición de la plantilla es absoluta, demuestra que no estaba entrenando con el piloto automático hasta este hito. Además, cuando él empezó, una hazaña semejante hubiera dado para el día de George Karl. A la velocidad que circula la información, la opinión y la chatarrería ahora, se le dedica un segmento de 30 segundos repetido en cada reposición de SportsCenter en la ESPN, y circulen, que aquí no hay nada que ver.

La percepción de George en la opinión pública de este corrillo siempre ha tenido un pero: nunca ha sido capaz de casar el talento a su disposición con un título, como, por cierto tampoco lo han sido el 50% de los entrenadores del Club de los 1000: ni Wilkens, ni Nelson, ni Sloan saben lo que es levantar el Larry O’Brien.

¿Pero alguna vez ha tenido tanto talento como para ganarlo? Jamás ha tenido el lujo de entrenar al MVP de la temporada pero Riley, Jackson, Brown o Sloan si lo han hecho. Las parejas Shawn KempGary Payton, Ray AllenGlenn Robinson o Allen IversonCarmelo Anthony fueron buenas, pero incomparables a la calidad y compenetración de Jordan/Pippen o Malone/Stockton. El fondo de armario de todos esos equipos también fue bueno, pero tampoco eran los Pistons de 2004. Por el talento a su disposición siempre ha estado más cerca de Nelson y Wilkens (y tiene bastante mejor porcentaje ganador que ellos) que de Jackson o Riley. Y su comparación más directa para mí es Sloan: plantillas comparables, resultados también. Su porcentaje de victorias es prácticamente idéntico (divergen en menos de un partido por año) y los únicos anillos que tienen son los de compromiso, si Karl todavía guarda el suyo o su compañera en la vida, Kim Van Deraa, le ha regalado uno nuevo. Pero por lo que yo veo, Jerry está mejor considerado que George. Aún no sé muy bien por qué.

A los Sonics los llevó a la final contra Chicago, techo de cualquier equipo de esa época. Y durante el periodo de 6 años y medio que los entrenó, su equipo fue el segundo con más victorias, por detrás de los Bulls. Con Milwaukee rozó el derecho de visitar a Kobe y Shaq en las finales en 2001, cuando llevó a los Bucks al 7º partido de la Final de Conferencia (única de la franquicia los últimos 24 años), en una de las series más polémicas que se recuerdan, contra los Sixers de Iverson. De hecho esa ECF de 2001 fue uno de los ejemplos más recurrentes de amaño potencial cuando saltó el escándalo Donaghy. Los Nuggets no tenían la altura y la profundidad suficiente para superar a Lakers en el Oeste, por muy buen trabajo que George hiciera. A los Cavs y a los Warriors los llevó a Play-off en los cortos periodos con los que empezó su carrera. Y pese al topetazo que se llevó con Estados Unidos en el Mundial de 2002, el tiempo ha puesto en perspectiva que el problema era endémico y la plantilla que tuvo a su disposición Karl con sólo 15 días de entrenamiento, liderada por unos jóvenes Pierce y Brand, era peor que posteriores que cayeron con mayor estrépito.

¿Ha habido alguna temporada en la que sus equipos lo hicieron peor de lo esperado? Sí. Pero, ¿ha llevado a todas las franquicias a las que ha entrenado al mejor resultado que su talento les permitía alcanzar? Desde luego.

Y aunque al final del día cuentan las victorias, y ese es el motivo por el que estamos hablando de Karl hoy, cómo llegas a ellas, importa. Los Sonics de la temporada 94/95 son el octavo mejor equipo por Offensive Rating de la historia. La pasada temporada en Denver marcó el récord histórico de ORtg de la franquicia, una de las más explosivas históricamente en ataque, arrebatándoselo al estilo run’n’gun del equipo finalista de conferencia de Doug Moe, uno de sus mentores, de la 84/85 en la que Alex English y Calvin Natt anotaban más de 23 puntos por partido con la ayuda de un Dan Issel cerca de la retirada y un Fat Lever en proceso de maduración.

Y su habilidad para dar confianza y desarrollar jugadores para que sean importantes en el equipo no tiene mucha comparación posible en la NBA. George nunca se saca un as de la manga, pero todos los años tiene preparados uno o dos Jacks, dispuestos a ir a la guerra por él. Este año lo estamos viendo con Gary Forbes, un jugador no drafteado que le ha sacado las castañas en un par de partidos a los Nuggets. El anterior fue Afflalo, pieza importantísima hoy, que entre llevar toalla y toalla, a veces jugaba en los Pistons. Hace dos le consiguió un contrato a Dahntay Jones, que espero que le siga invitado a cenar y a jugar al golf, y sacó el mejor año de su carrera a un Chris Andersen que venía de una suspensión.

Comenzó a entrenar en Cleveland, y seguro que jugadores como Phil Hubbard, Roy Hinson o Melvin Turpin lo recuerdan, por que tuvieron el mejor año de sus respectivas carreras. Con Sleepy Floyd en Golden State sucedió lo mismo. Gary Payton fue elegido número 2 del Draft, pero su primera temporada y media hasta que George llegó a Seattle y le dio confianza en su tiro, fue más que discreta en el plano anotador. Quién sabe si no estaríamos hablando de The Glove de una manera diferente si no hubiera empezado su carrera bajo la tutela de Karl.

Y aunque los buenos resultados, los equipos vistosos y el desarrollo de jugadores sean trazas que merecen admiración, lo más importante, probablemente, es que apenas nadie ha hablado mal de él en el plano personal. De hecho, es más fácil oír como se deshacen en elogios hacia su persona. El último, Darvin Ham, al que el otro día le preguntamos por los entrenadores con los que había trabajado. Con Larry Brown, un entrenador que no perdía oportunidad de mostrar el respeto y la admiración por el trabajo de Ham, ganó un anillo y Bernie Bickerstaff le contrató en Washington después de tenerle en Denver, lo que deja entrever que la relación mutua era buena. Pero la cara se le iluminó al hablar de Karl, su offensive wizard, con el que se explayó agusto.

No tiene el cartel de otros muchos entrenadores y decidir si eso es justo o injusto sería subjetivo. Pero sus 1.000 victorias no lo son. Quedarán por siempre imperecederas en la memoria de todo aficionado. Lo que quizá no quedará en el recuerdo colectivo es la intrahistoria, que es un ejemplo para todos nosotros. Para llegar a 1.000 victorias, hay que librar aun muchas más batallas. Y en el caso de George, dos especialmente cruentas. Que gran orgullo haber llegado con él hasta aquí.

Felicidades por todo, Coach.