PO Desde El Sofá (XXXII): Al tercero fue la vencida

Igualados prácticamente al descanso, y con una primera parte que encajaba perfectamente en la historia y paridad de esta serie, parecía que íbamos a seguir teniendo tazas de té en la segunda. Y entonces apareció el MVP, soltó el Kraken, y el partido sólo duró 12 minutos de juego, y 36 de tiempo real más.

Anotando, pasando (Haslem ya está 9 de 12 en estas series desde la línea de fondo izquierda, todos los tiros asistidos, por supuesto) y dirigiendo esa defensa que sólo encajó 13 puntos en el tercer cuarto, LeBron James hizo otro partido para adjuntar a su colección de clásicos en Playoffs. No entra directamente al número 1 de la lista, pero por importancia, tan clave como cualquiera de ellos. Sobre todo porque Wade y Bosh, por los motivos que sean, hicieron uno de los peores partidos, por dejar margen de error, en tres años de Big 3.

Los Pacers apenas percutieron en el rebote ofensivo, y la nueva estrategia anti-Hibbert, el dos-contra-uno por sorpresa, aleatorio e instantáneo, consiguió que dejara de parecer una mezcla de lo mejor de Russell y Olajuwon y jugara sólo a nivel All-Star. El quinteto titular de Indiana no estuvo nada mal en conjunto (dejó sólo un -2), pero debido a las faltas que acumularon Hill y Stephenson, apenas jugaron juntos 16 minutos, cuando su media en tiempo en cancha en estas series es de 27. Así, hubo que tirar del decepcionante banquillo, y tuvimos 18 minutos de DJ Augustin in session y otros 16 de Sam es la mayor ironía que con esa cara se apellide Young, lo cual es dar demasiada ventaja en unas Finales de Conferencia.

El partido fue bronco, con un par de enganchones de hombres altos, entre ellos el que debería haber supuesto la eliminación de Andersen, pero esta vez los árbitros no llegaron con el pito tan suelto como en el anterior, y pudimos ver por fin un partido de baloncesto, y no unas cuantas canastas entre falta pitada y falta pitada.

Miami está a un partido en dos oportunidades de llegar a sus terceras Finales consecutivas. Indiana tiene personalidad, pero será en el próximo partido cuando más tenga que demostrarlo. Veremos.

El detalle: La Iglesia Católica debería ver si uno de los misterios de Fátima era la resurrección de Mario Chalmers. Después de caer al parqué tras ir a por un rebote, retorcerse de dolor, y quedarse inmóvil de repente, en el último minuto del primer cuarto, un simple robo de Wade consiguió devolverle de entre los muertos, para irse a la línea en la contra a clavar un triple.

PO Desde El Sofá (XXXI): Pi, pi, pi, piiiiiiii, piiiiiiiiiiiiiii

El cuarto partido de las finales de la conferencia este fue un auténtico concierto de pitos, y no es que la afición de Indiana pitara mucho, que lo hizo, si no que el trio arbitral se hizo de notar y de que manera…

Pacers sabían que debían hacer algo diferente si querían contrarrestar a Heat, sobretodo después de ver la brutal primera parte que hicieron los de Spoelstra en el tercer partido, así que salieron con el chip del ataque y muestra de ellos fue el primer parcial de 11-0 nada más empezar el partido. Pero Heat lo tenía claro y pronto paró esta primera acometida de los Pacers igualando el marcador mucho antes de lo que todo el mundo pensaba.

Hibbert seguía dominando bajo tableros, y ni Bosh (que estuvo un rato fuera por una torcedura de tobillo), ni Haslem, ni muchísimo menos Andersen podían hacer nada contra él. Mientras Lebron se emparejaba con West en un movimiento extraño, pero wow, que saco más de una vez al bueno de David de sus casillas. A James le faltó cubrir a Craig Sager y a Jimmy Goldstein (el cual estaba anoche escondido detrás del Gatorade de Heat) para casi defender a todo el mundo ayer… habrá que ver si en algún momento se atreve con el propio Hibbert.

Pero vamos a lo divertido, el trio arbitral, comandado por Mr Proper Crawford tuvo de todos colores, como las que le pitó a George que hicieron que éste se cargara de forma tremenda de faltas o sin ir más lejos las de LeBron, sobre todo la 6a que costaba la eliminación del MVP. Todo esto hizo que los jugadores les diera también por el Flop So Hard, donde Stephenson y Battier deberían tener una mención especial, pero claro, el pito flojo de los árbitros hacía que todo fuera más fácil. Pero no sólo estos hechos, sino las constantes reviews y decisiones raras hicieron que ni unos ni otros estuvieran contentos con el arbitraje… mala señal.

Al final esa eliminación de James fue clave para que al final Pacers pudiera aguantar esa diferencia de 4 puntos, ya que sin James en estos segundos finales, Heat no supo realmente que hacer, quitando de jugarse mandarinas desde el circuito de Nascar de Ray Allen y claro, Pacers selló el partido.

El Detalle: James sólo ha sido eliminado por faltas 5 veces en sus 10 años de carrera…

PO Desde El Sofá (XXVIII): I’ve made a HUGE mistake

Con la más mejor serie de la historia de la televisión (decidido por el comité de 3 que formamos yo mismo y mis dos coj… consejeros), Arrested Development, volviendo este domingo tras 7 años de parón, el primer partido de las Finales del Este fue un homenaje a una de las frases míticas del show, el «I’ve made a HUGE mistake» de G.O.B. Bluth.

Por lo que veo, todo el mundo está encantado con la emoción del partidazo de anoche… pero para mí fue uno de los más anticlimáticos de la temporada. El ritmo y los errores no estuvieron a la altura del duelo de canastas ganadoras (o que parecían que iban a acabar siéndolo) de George y LeBron. Las bandejas finales de la prórroga de James se las puso Vogel en ídem, al quitarle del medio a Hibbert, único protector del aro ante un equipo que sólo necesitaba dos puntos, y en la falta que le da tres tiros libres a George confluyen los desaciertos de Wade y algún árbitro con exceso de celo.

Porque sí, los Pacers, se dejaron escapar el partido… pero no más que Miami antes. Ya sabéis, la juventud, la inexperiencia y los tópicos sólo valen para unos. Ray Allen falla el tiro libre que les podía haber puesto 4 arriba. Después, ganando de 3, Miami no hace falta (opción tan válida como otra, y larga de discutir en este momento, esto no es lo que se recrimina) pero, según van cayendo los segundos, hay que defender más allá de la línea de tres, no como si fuera la mitad del segundo cuarto. Y luego, la falta de tres tiros de Wade, que sea o no sea, si no te pones en esa posición de casi hacerla, no te la pueden pitar.

En 192 posesiones, hubo 98 faltas o pérdidas. De Indiana más o menos se esperaba, pero en Miami, forzados con la lesión de Chalmers a utilizar muchos minutos al Cole playmaker, tuvieron esta vez su peor versión. Si es que, hasta nos metieron a Reggie Miller, que añade a su inoperancia habitual una muy cantosa afición por el equipo en el que jugó toda su carrera, entre la perfecta pareja Marv AlbertSteve Kerr.

Pero hablemos de lo bueno… de LeBron, al que mencionamos menos de lo que merece, pues, por no aburrir, y porque lo suyo ya es business as usual. Tiene siempre sincronizados a la perfección los mandos del grifo de la ducha que controlan las suspensiones y las entradas a canasta, para no quemarse ni pasar frío. Sabe que cuando no está Hibbert tiene abierta la puerta, y 6 de los 9 tiros cerca del aro de anoche, los intentó en los 9 minutos sin el gigante en pista. La selección de tiro de LeBron es tan maravillosa, porque es condicional, depende del entorno y el contexto que marcan los otros nueve jugadores en la pista. Es una pena que a veces no se sepa apreciar.

Y al otro lado del espejo, PAUL GEORGE! La sangre fría que demostró durante todo el partido, pero especialmente en la recta final demuestra que el jugador más mejorado, sigue en ello en los Playoffs. Está aquí para quedarse.

También muy importante Chris Andersen, que descubrió la puerta por detrás de Hibbert, que nadie en New York intentó abrir. Con el patinazo del resto del banquillo de Miami (2 de 16 anoche), su anotación fue imprescindible. Wade, no acumuló unos números espectaculares, pero hay que reconocer la cantidad de trabajo sucio que está asumiendo. No todos los jugadores franquicia estarían dispuestos a tener su papel, aunque signifique acercarse al anillo. Si además, no está al 100%, más mérito aún.

Y Hibbert y West, que mantuvieron a los Pacers en el partido. Desde la marca de los 9:37 minutos restantes en el primer cuarto, hasta una canasta de Stephenson a 6 de que acabara el segundo, hubo un periodo de más de 15 minutos, en los que, salvo tres tiros libres de técnicas, sólo West y Hibbert anotaron, 24 puntos entre los dos en ese segmento, para Indiana. Miami intentaba negarles el balón, intentándolo prácticamente todo: defender por delante, ayudas suicidas, cambios de personal… pero cuando Indiana no anotaba directamente, Roy cogía el rebote en ataque rodeado de pigmeos, y la regresaba al aro.

Al final, Miami acabó cogiendo prácticamente el mismo número de rebotes que Indiana, pero al descanso, los Pacers se habían quedado con el 40% de los balones que devolvía el tablero de los Heat, y el 81.3% en defensa, y así se fueron con cinco puntos de ventaja en un partido en el que nadie puso más de siete de diferencia en ningún momento.

Al final, este cara o cruz cae del lado de Miami. Indiana ha cometido un graaaaaan error.

El detalle: No podía ser otro… Las tomas de #DondeEstáJimmy Goldstein sentado en primera fila entre el banquillo de Indiana y la mesa.

PO Desde El Sofá (XVI): La batalla del hielo

Joakim Noah dijo que esta serie iba a ser «una guerra». Pues la primera batalla ha parecido seguir el guión de una de las famosas en la Historia, la del Lago Peipus.

Los Caballeros Teutónicos, reforzados con las armaduras más contundentes conocidas en la época, siglo XIII, iniciaban su cruzada contra los cristianos ortodoxos de la República de Nóvgorod, que se encontraban diezmados tras sus luchas contra invasores mongoles y suecos. La Deutscher Orden era la gran favorita y como su ejército estaba formado por caballería pesada, en contraste con la aparente ligereza rusa, la utilizaron de ariete para arremeter contra su débil oponente.

Pero no contaron con una cosa, el territorio en el que estaban librando la batalla era un lago helado. La menor fuerza de rozamiento les convertía en un grupo lento para la superficie en la que se encontraban, y cuando su rival no se arrugó tras la primera carga, se vieron rodeados. Intentaron retroceder, pero entonces fue la gravedad, que atraía esa contundencia hacia un hielo a punto de quebrar, la que hundió al ejército en el agua. Cayeron por su propio peso, y nunca mejor dicho.

Dirigidos por Tim Aleksandr Nevski Thibodeau, que entiende de física, de la cosa bélica, y también un poquito de baloncesto, los Bulls, aunque jugaban fuera, transformaron el rectángulo de 94 por 50 pies del AmericanAirlines Arena en su terreno, aguantaron la embestida con oficio, y observaron como la superpotencia moría bajo el agua. No estaba Deng, ni Hinrich, ni, por supuesto, Rose. Pero cuando pararon el contador de partidos consecutivos invictos de los Heat en su día, tampoco les hizo falta Noah.

Si en la victoria con la que acabaron con la histórica racha de Miami ganaron gracias al ataque (alto número de rebotes ofensivos, y un 50% de acierto efectivo fuera de la pintura), en esta se impusieron con su seña de identidad: la sempiterna (desde Thibs) defensa. Ajustando a ritmo, dejaron a Miami en 94.5 puntos por 100 posesiones, una cifra que está por debajo, y con un buen colchón, de la del peor equipo de la Liga esta temporada. Esta marca es la 6ª más baja para Miami este año, y en todos los partidos en los que no han llegado al 95 en Índice Ofensivo, han perdido.

Cambiaron el dominio en el rebote en ataque (esta vez sólo cogieron el 26.5% de los disponibles, por debajo de su media habitual) por el defensivo, donde Miami sólo capturó 7 de 44 oportunidades (un 16%). Es curioso como Chicago, que no es un equipo que este año haya sido especialmente incisivo en esta faceta (se encuentran alrededor de la media de la Liga) ha logrado mantener a Miami por debajo del 20% 4 veces (de las 23 veces que les ha sucedido esta temporada), y en 3 de ellas se alzaron con la victoria. De hecho, 3 de los 5 mejores partidos de la temporada (y el décimo) de los Bulls en su propio tablero han venido contra Miami: ya está claro que hay una orden precisa de no conceder segundas oportunidades a este equipo.

Nombres propios en esta victoria de la tropa poco ortodoxa (pese a nuestra comparación) de Thibodeau hay, lo difícil es elegir por donde empezar. Noah fue el corazón, como siempre, con ese latido convulso y espídico de su juego. Su omnipresencia defensiva hace que te entren ganas de rebobinar y ver si se teletransporta de un sitio a otro. Jimmy Butler, que jugaba su tercer partido completo en cinco noches, defendió a LeBron como el que mejor lo haya podido hacer en este año. Robinson tenía una canasta guardada siempre que Chicago la necesitaba, e hizo falta sobre todo al final, cuando con el partido empatado a 86 restando minuto y medio, metió los 7 puntos que le quedaban a este partido. Belinelli sólo metió dos triples, pero lo hizo en los 5 minutos finales, y ambos servían para empatar y notificar a Miami que estaban allí, y no se iban a ir. Los dos jugadores de perímetro, además, se tuvieron que comer una minutada, porque de los dos únicos sustitutos que tenían, uno, Teague era un muñeco ante la presión y los dos-contra-uno de Miami, y el otro, Cook perdió dos balones en minuto y medio por no ser capaz de mantener sus pies en la pista. Ese era el nivel.

El único que tal vez dio un poco la nota fue Carlos Boozer. A pesar de la ventaja que tiene sobre Haslem cuando Miami sale con dos hombres altos tradicionales en el quinteto inicial, no fue capaz de aprovecharla (y dejó algún momento vergonzoso como el tapón que LeBron le puso en una vaga bandeja), y de hecho Gibson jugó casi tanto como él. Pese a que lo fácil sea atizarle, porque a veces se lo gana… y por lo que gana, Boozer es un jugador notable, y fue una bestia en la (ya penúltima) victoria ante Miami. Pero en aquel partido pudo jugar a ratos de falso pívot emparejado con Bosh, y ahora está Noah, que es el que ocupa la posición. Cuando Miami se hace pequeño, Gibson es mucho más apropiado, y el Dukie tendrá que darle motivos a Thibs para justificar su presencia.

¿Tiene Miami que preocuparse? Relativamente. Han perdido la ventaja de campo, y está claro que Chicago es un gran y corajudo rival. Pero si se quiere ver de una manera optimista, la varianza, la suerte, la aleatoriedad o como queráis llamarla le jugó una mala pasada a los Heat. Metieron sólo el 29.7% de los triples (ni el peor equipo en este aspecto, los Wolves, acabó con un porcentaje tan malo), y muchos de ellos fueron buenos intentos, con jugadores solos, que deberían acabar entrando. También acertaron solamente el 55.6% de los tiros cerca del aro, cuando durante la temporada lo hacen en el 66.4% de las ocasiones, mejor marca de la Liga. El buen hacer en las rotaciones, la defensa de los bloqueos y la intimidación de Chicago tienen algo que ver, por supuesto, pero Miami se dejó buenas oportunidades, de las que suelen meter, colgando por el camino.

No dio la impresión de falta de agresividad o conformismo con las suspensiones por parte de Miami, y los números lo corroboran, 27 tiros a menos de 5 pies de Miami, 25 tiros libres y 20 faltas pitadas a Chicago anoche, cifras clavadas al 26.3/24.6/21.3 que promedian en casa en Temporada Regular en estas categorías. Tampoco recibieron un empujón arbitral que se lamentarían de desperdiciar, simplemente, el equipo de enfrente acertó más que ellos.

En definitiva, Chicago ganó la batalla, pero le quedan seis partidos para conseguir otras tres. Fue una victoria merecida, pero no dominante, les queda por hacer. Aunque, como decían en aquella obra maestra de la Nouvelle Vague, Blade, «Hay cabrones que se empeñan en patinar sobre hielo cuesta arriba «. Y nosotros encantados de que lo hagan.

El detalle: Aunque no haya crónica, no os perdáis el otro partido de la noche, el Warriors-Spurs.

PO Desde El Sofá (IV): Ave, Caesar

Seguramente todos hayáis oído alguna vez eso de «Ave, Caesar, morituri te salutant«. Lo que no es tan conocido es que el Emperador al que fue digirida, Claudio, replicó con un «Aut non«, que dio una mínima esperanza a aquellos pobres diablos, antes de mandarlos a luchar otra vez.

Con Jennings anunciando la victoria de Milwaukee en 6, no es que los Bucks (o al menos él) muestren la mentalidad del que está yendo al matadero, pero uno no se revela desde la pobreza al Imperio Romano, y vive para contarlo. Los tres primeros cuartos de Miami, de los que se fueron sólo 3 puntos arriba, eran ese «O no«, esa realidad virtual en la que Milwaukee puede creer que se encuentra en el mismo plano, preparado para competir.

Arrancaron bien los de Wisconsin, con parciales positivos, forzando una pérdida por minuto de Miami (cinco en los cinco primeros), y pese a que Brandon Jennings no continúo en su línea de grandes actuaciones frente a este equipo, y Larry Sanders tardó poco en cometer dos faltas de esas de pardillo en las que suele caer, Ilyasova mantenía a los Bucks en ataque y Mbah-a-Moute y Udoh iban haciendo lo que podían en defensa.

Miami, que volvió a jugar con el uniforme completamente blanco, y vistió al público del mismo color, fallaba en el triple, pero LeBron y Wade tenían éxito prácticamente cada vez que atacaban el aro, o salían a la contra. Fue el escolta el que capitaneó un parcial de 8-0 al comienzo del segundo cuarto, que les permitió tener un colchón para seguir igualados tras unos minutos, en los que reducidos a media pista, se conformaron con suspensiones que no eran capaces de anotar.

BJ, que se fue con un rosco en puntos al descanso, decidió que ya era hora de aparecer y metió 8 en el tercero, y Miami, que parecía preparado para demarrar tras una pequeña racha que siguió a un feroz mate en el rebote ofensivo de Wade, se volvió a relajar al final del cuarto. Eso sí, esta vez LeBron sabía que era momento de mostrar el debido respeto. Con dos oportunidades iguales, y tiempo de sobra para intentar un triple a la desesperada en los últimos segundos, en la primera, al descanso, se guardó al tiro, pero al final del tercero fue a por él con toda la intención del mundo. Los Bucks no habían venido a Miami a por playa y noches de LIV.

Y entonces llegó el último acto, y en este teatro latino no hubo giros de guión. 12 puntos seguidos para poner un +15 detrás de las explosiones de campo a campo de LeBron y la dictadura del proletariado de Birdman, y otro partido menos.

Los Bucks acertaron con la planificación, sacrificando algo de rebote en ataque para replegarse mejor, y haciendo trabajar mucho a LeBron en ambos lados, pero no pudieron evitar las pérdidas. La mala noche de su perímetro titular pueden usarla para flagelarse con el ¿y si?, pero Miami también lo sabe y lo suele hacer mejor.

Ahora se llevan la serie a su Coliseo, y la lucha parece que seguirá (des)igual. Pero pueden estar contentos: de su honor, que es lo único que les pedíamos defender, nadie les ha despojado.

San Antonio siempre estará allí

Lo mejor que le pudo pasar a San Antonio en 2010, fue caer derrotados con estrépito en segunda ronda de Playoffs ante unos Suns que no eran precisamente los más fieros de la era Nash y les clavaron un 0-4. El equipo venía bajando el número de partidos ganados año a año (de los 63 en 2006, a los 54 en ese verano, perdiendo un poco cada temporada) y lo más fácil era pensar que a la dinastía sólo le faltaba ya un epílogo.

Pero fue en esa serie en la que Popovich se dio cuenta de que si no podía parar ese estilo de bloqueo directo alto con tiradores repartidos alrededor, tendría que unirse a ellos. El año siguiente, los Spurs, que tenían todos los mimbres, empiezan a jugar de esta manera y pasan a tener el mejor récord del Oeste, pero en Playoffs son eliminados por unos Grizzlies que venían lanzados desde que perdieron por lesión a Rudy Gay.

El año pasado, más de lo mismo, los Spurs siguen siendo ese equipo entretenido que mejor ha versionado el 7 seconds or less, otra vez son los mejores en el Oeste, cierran la temporada con 21 de 23 partidos ganados, y las dos primeras rondas de Playoffs con 4-0, y se ponen por delante 2-0 ante Oklahoma City. En ese momento, con Miami sufriendo en Boston, y la máquina de destrucción que se activa cuando LeBron pasa a jugar de 4 todavía arrancando, los Spurs tenían que ser el maxmísimo favorito para el anillo.

Pero llegó, sobre todo, Harden, y los Spurs volvieron a reeditar 2010 y probar de su propia medicina: encontraron alguien que hacía aquello que no podían parar mejor aún que ellos.

Este año es difícil imaginar a un equipo más favorito que Miami, pero me da la impresión que a San Antonio no se le concede ninguna opción en muchos círculos, cuando quizá deberían ser los segundos en la línea de sucesión. El Oeste este año va a ser mucho más complicado, con Clippers, Nuggets y Grizzlies con parciales recientes de victorias propios de los Bulls de los 90, y con un gigante dormido que se está espabilando a ratos en Lakerslandia.

Pero el equipo a batir será seguramente Oklahoma City, y la baja de Harden, aunque superada en general, va a ser sensible contra San Antonio. El año pasado, según Synergy, el 18.1% de las jugadas de OKC fueron un bloqueo directo acabado por el bloqueado, y con 0.89 puntos por jugada, lideraban la Liga, sobre todo por el ahora jugador de Houston, que metía 1.04, frente a los 0.91 de Durant y los 0.85 de Westbrook. Ahora son undécimos en la Liga, con sólo 0.8 puntos por jugada, y la utilizan menos: sólo en el 13.6% de las acciones.

OKC son aún mejores que en ataque el año pasado en general (1 punto mejor por 100 posesiones respecto a la media, comparado con la pasada temporada) pero lo están haciendo peor en aquel aspecto del juego en el que San Antonio es más vulnerable. A falta de un partido por jugar entre ellos el 4 de abril, San Antonio les está ganando este año 2-1 (el de casa gana siempre), y la última victoria ha sido sin Parker, y en los dos primeros partidos, estuvieron sin Ginóbili.

Lo de Miami es otra historia, pero también se puede argumentar que en San Antonio están más o menos preparados para hacerles trabajar. Este año, en el famoso partido en el que Popovich decidió dar descanso a todo el mundo, los Heat ganaron por poco, y será interesante ver qué sucede en San Antonio el día 31 de este mes: los Heat podrían estar ante la oportunidad de conseguir su trigésima victoria consecutiva.

Sé que resulta irrisorio pensar en que un equipo que sufre tanto ante acciones que comienzan en bloqueo directo podría parar a Miami, pero a diferencia de OKC o Phoenix en el pasado, Miami lo utiliza principalmente para crear acciones secundarias, y en eso los Spurs sí son aplicados defendiendo.

Los Heat son el equipo rey en triples laterales y San Antonio son de esos que conocen el secreto: llevan años estando entre los mejores permitiendo pocos intentos desde ahí. En una serie entre ellos, las esquinas en el ataque de Miami se convertirían en Australia en el Risk: estaríamos ante una apasionante batalla estratégica.

Sería interesante también ver el trabajo que Kawhi Leonard, con un año más de experiencia, puede hacer en LeBron. Requeriría una sincronización terrible, porque Miami es el equipo que más daño hace en medio segundo, pero si San Antonio lograra rotar de alguna manera, emparejando a James con Leonard cada vez que esté por el exterior, pero consiguiendo cambiarlo por uno de los hombres altos cuando tratara de postear su más pequeña constitución, tendrían, en teoría, una de las mejores defensas con las que enfrentarse a un ser omnipotente.

En la otra dirección, el ataque de movimiento perpetuo de San Antonio se enfrentaría a la rotación infinita de Miami, en un espectáculo en el que más de una vez habrá que contar si sólo hay 10 jugadores en la cancha. Y San Antonio puede atacar la duda siempre presente con Miami: son un equipo del montón defendiendo a jugadores que postean, y los Spurs son el segundo equipo más eficiente de la Liga haciéndolo, sólo después, de ummm… Miami.

Pero al mismo tiempo que reivindicamos la brillantez a lo largo de la temporada de este equipo y sus opciones de ganarlo todo, tenemos presente que podrían irse también a las primeras de cambio. Imagino a Popovich algo nervioso al pensar en reencontrarse con Harden y los Rockets en primera ronda, y no me extrañaría verles en jugando al gato y al ratón al final de temporada para elegir emparejamientos, aunque esta temporada les hayan ganado las 3 veces que se han enfrentado.

En definitiva: pese a su regularidad, tras unos años de fracaso en Playoffs parece existir el sentimiento de que los Spurs, pese haber estado allí, y haberlo ganado todo (aunque haya pasado ya tiempo), no están preparados para las eliminatorias por el título, pero yo tengo la impresión de que se trata más de un problema de emparejamientos y coincidencias que de algo persistente. Si Tony Parker llega bien tras la lesión, yo no pienso olvidar a San Antonio.

Libre mercado

Ayer, LeBron James declaraba que «No creo que mi valor en la pista pueda ser realmente recompensado» por culpa del convenio colectivo. Con un límite salarial que tiene restringido el salario máximo, y va creciendo en función de la antigüedad, el mejor jugador de la Liga, que para más inri, decidió cobrar un poco menos para formar el super-equipo en Miami, es tan sólo el 13º mejor pagado por su equipo según HoopsHype.

Es evidente y lógico, que en un mercado libre, sin restricciones, el salario máximo sólo se debería estar dispuesto a pagar por una persona o el pequeñísimo grupo de las que estén a su nivel. Si hay muchos jugadores recibiéndolo (calculo que unos 25-30 están recibiendo el máximo al que pueden aspirar, y eso, sin contar con las restricciones en salario de los jugadores en su primer contrato), desafía a la lógica de la noción de un máximo. Y creo que eso nadie lo discute. Lo que sí me parece un punto de conflicto son las cifras que se estima que LeBron James cobraría. ¿50? ¿100 millones? Vamos a tratar de hacer un cálculo lo más racional posible (es evidente que el impacto que tendría este cambio debería ser estudiado con una profundidad y un alcance que nos sobrepasa, ya que alteraría la estructura completa del negocio NBA), utilizando como referencia una Liga sin tope salarial, pero que respeta ciertos mecanismos de balance como el Draft: la de béisbol, la MLB.

Para empezar, pensemos en cuanto dinero habría en la mesa para pagar a los jugadores. De acuerdo al análisis anual de Forbes de la pasada temporada, los equipos de la NBA ingresaron casi 3.700 millones de dólares, obtuvieron 360 de beneficio neto entre todos ellos, y pagaron 1.960, el 53% de los ingresos, en salarios.

Hay estudios que demuestran que en la MLB, al no haber límite salarial hay una mayor desigualdad que en la NFL y la NBA, (aunque, por supuesto, gastar más no asegura ganar más en casos concretos), por lo que podemos afirmar, casi con total seguridad, que quitar el tope salarial reduciría parte del balance en la Liga. Para nuestras estimaciones, sin embargo, planteamos un escenario en el que los ingresos y el gasto en salarios se mantendría igual. Me parece que se puede argumentar, tanto que la concentración de talento aumentaría el dinero que llega a la NBA, como lo contrario, por lo que lo dejaremos estar.

Otra cosa que nuestro modelo considera es que el margen de beneficios de toda la Liga sigue estando en torno al 10%, con una diferencia: si ahora mismo hay equipos que están ganando mucho más (los Knicks tuvieron 83 millones de beneficio la pasada temporada según Forbes), los hay también operando en pérdidas. Sin tope salarial de por medio, asumimos que se gasta el 53% de los ingresos globales en salario, y se obtiene el 10% de beneficios, pero con todos los equipos ganando lo mismo, en torno a 12 millones de dólares.

Aquí, evidentemente, estamos simplificando. Hay propietarios más agresivos, como Mark Cuban en Dallas, que tal vez no les importe incluso sufrir alguna temporada de pérdidas aquí y allá, y otros que estarían dispuestos a reducir mucho lo que meten en el bolsillo de los jugadores, para guardárselo en el suyo propio. Otra cosa que asumiremos es que el reparto de beneficios es análogo al de la temporada pasada. Seguramente, en un mercado más libre, esa concentración de talento de la que hablábamos, provoque otro desnivel en los ingresos. Pero lo mantendremos igual, por simplicidad, porque siempre habría una cantidad de dinero que se repartiría entre todos los equipos, y porque franquicias como Heat o Lakers, tampoco concentrarían mucho más talento del que ya tienen.

Con estas suposiciones, mientras que el año pasado el equipo que más gasto en salarios, los Lakers, pagaron 100 millones (incluído el impuesto de lujo) y el que menos, los Pacers con 44, en nuestro simple modelo (se invierte en salarios el total de los ingresos según Forbes, menos los gastos operativos y 12 millones anuales de beneficio por franquicia), Lakers y Knicks pagarían 135.9 y 134.7 respectivamente, liderando la Liga, y (los entonces) New Jersey Nets y los Charlotte Bobcats cerrarían la lista con 32.4 y 32.7 millones. En el siguiente gráfico se puede ver la distribución de los salarios con y sin tope, sumando en ambos casos la misma cantidad global para toda la Liga.

Como se puede comprobar, los 13 equipos con mayor masa salarial gastarían más sin ese tope, mientras que una serie de franquicias, reducirían ese gasto para poder obtener beneficios. A continuación comparamos el gasto en salarios de jugadores de cada franquicia la pasada temporada, con el estimado si no existiera el límite:

Como inciso, este gráfico muestra por qué el nuevo convenio y el mayor impuesto de lujo puede que no sea efectivo con las franquicias que barren en beneficios. Los Lakers podrían haber pagado hasta 35 millones más, y todavía dar 12 de ganancias. Y eso, sin contar con un aumento en los ingresos.

Ahora viene la parte más delicada… ¿cuánto ganaría un jugador como LeBron? Vamos a proponeros diferentes modelos y cifras, para que os quedéis con la que más os guste.

Como vamos a utilizar la Liga de Béisbol como comparativa recurrente, vamos a dar algunos datos rápidos sobre ella. En la MLB no hay límite salarial, pero sí hay un impuesto de lujo, puesto en una cantidad tan alta, que la última década sólo lo han superado 4 equipos puntualmente, y prácticamente los únicos a los que les afecta (el 91.5% de todo el impuesto de lujo recaudado pertenece a ellos), es a los Yankees. Aunque puede servir para sujetar el gasto de los equipos más potentes, es mucho menos punitivo que el actual de la NBA, ya que en el peor de los casos, no se llega a pagar más de medio dólar por dólar sobrepasado. Lo importante es que los equipos pueden gastar lo que crean necesario en agentes libres sin preocuparse por la flexibilidad. Aunque haya una serie de restricciones, como los salarios de los novatos, o mecanismos como el Draft, es lo más parecido que nos podemos encontrar a una NBA sin límite, que seguiría manteniendo algún elemento que no lo convertiría en un verdadero libre mercado.

El año pasado, las franquicias de la MLB se gastaron 2.960 millones en salarios, un 50% más que la NBA, aunque el número de jugadores que cobran de una franquicia en la liga de béisbol en media (28.7) casi dobla a la NBA (15.9). Por tanto, el gasto medio en un jugador NBA es mayor (4.1 MM) que en la MLB (3.4 MM).

Con esa relación 1.2 a 1 por gasto en jugador entre las dos Ligas, una primera aproximación al LeBron-sueldo sería aplicarle ese factor al jugador que más cobra en la MLB: el tercera base de los Yankees, Alex Rodríguez. A-Rod se embolsó 30 millones de dólares de acuerdo a USA Today, 5.8 más que el siguiente en la lista, Vernon Wells. Una distribución similar de salarios tendría a LeBron, o al que fuera considerado el jugador mejor pagado, cobrando 36 millones de dólares, y al siguiente en la lista, 29 MM. Aunque parezca una cantidad baja de acuerdo a las ensoñaciones sobre un posible sueldo para LeBron, es un 43% más de lo que el jugador mejor pagado en la NBA, Kobe Bryant, cobró la pasada temporada.

Otra manera de verlo, es hacer las cuentas sobre la media de la Liga. Si Rodríguez cobra 30 millones, 8.8 veces el gasto medio de la Liga por jugador, un jugador en la NBA que cobrara 8.8 veces el gasto medio, ganaría esos 36 millones de dólares.

Pero cambiemos un poco el enfoque, veamos la cantidad, relativa al presupuesto del equipo en lugar de la media de la Liga. Los Yankees, pagaron, entre sueldos e impuesto de lujo, 212 millones de dólares a 34 jugadores, una media de 6.2 por jugador. El sueldo de Alex Rodríguez es de un poco menos de 5 veces el jugador medio de la franquicia. En nuestro universo paralelo, en el que los Lakers son el equipo con un mayor presupuesto (135.9 millones), a repartir entre 16 (8.5 millones de media), la proporción jugador mejor pagado-media del equipo que mejor paga, pondría en 41 millones el máximo.

Ahora utilicemos métodos algo más complejos. El análisis estadístico en béisbol está muy avanzado, y prácticamente todas las contribuciones mensurables de un jugador en el campo se pueden traducir en números. Así, existe una estadística llamada WAR, siglas del inglés «Victorias sobre jugador de reemplazo» que calcula cuantos partidos más habría ganado el equipo por tener ese jugador en lugar de un jugador del nivel de los temporeros que se pueden encontrar a mitad de temporada cobrando el mínimo.

Con un mínimo de 50 entradas para lanzadores, y 50 turnos para los bateadores, para delimitar el grupo de jugadores a 854 (para que sea casi igual proporcional a los 860 que cobraron un suelo de la Major League la pasada temporada y no de las ligas menores), el mejor jugador (aunque no fue elegido MVP… cosas) fue Mike Trout, con 10 victorias sobre jugador de reemplazo, y la distribución del WAR alrededor de la Liga, ordenado de mayor a menor, fue la siguiente:

Ahora, en baloncesto, por la naturaleza del juego, no es tan sencillo (seguramente no es, ni posible) lograr una estadística que explique tan bien el rendimiento de un jugador. Pero aún conociendo esta limitación, vamos a hacer lo que podemos con lo que tenemos. Hay unas cuantas estadísticas que intentan calcular, al igual que el WAR, el impacto de un jugador en la NBA en términos de victorias. Una de ellas, la que yo he elegido para este estudio, son los Win Shares, de Basketball-Reference.com. El porqué de la elección y el funcionamiento no nos cabe aquí, pero confiad en nosotros.

De acuerdo a los Win Shares que generó, LeBron fue el mejor jugador la temporada pasada, con 14.5, seguido de Chris Paul (12.7) y Kevin Durant (12.2). La lista la cierra Cory Higgins, el jugador hijo de un miembro del equipo directivo de los Bobcats que contribuyó a -1.3 victorias. O +1.3 derrotas.

Al igual que hicimos antes, veamos la distribución de Win Shares a lo largo de la Liga:

Lo que queremos explicar con estos gráficos: aunque a distinta escala, la distribución del talento es exactamente igual entre la MLB y la NBA. Al menos, el talento medido en WAR (bastante fiable) y WS (mucho menos).

Los que paséis de matemáticas y/o sólo con ver el dibujo ya esteis convencidos de esta afirmación os podéis saltar este párrafillo. Para los incrédulos, ambas muestras (subiendo la media para que el menor valor sea positivo) se ajustan a una distribución log-normal de media -0.7 (quitándole el offset ya mencionado) en la MLB y -0.4 en la NBA, y varianza de 0.42 y 0.39 respectivamente. El test Chi-Cuadrado acepta ambas hipótesis nulas con p=0.001 y p=0.002. El resto de equivalencias están hechas de acuerdo a estos valores.

El caso es, que ajustando una escala a otra de acuerdo a esta distribución, los 14.5 Win Shares de LeBron equivaldrían a 11.3 «victorias sobre jugador de reemplazo«. Con un precio por victoria habitual de 4.9 millones en el contexto de la MLB, una temporada de 11.3 WAR tendría un valor de 55.4 millones en el mercado. Ajustando con ese 20% más por jugador que se paga en la NBA, una producción como la de LeBron el año pasado merecería, si se convierte en agente libre, 66 millones de dólares.

Esto marcaría probablemente el máximo valor de mercado de LeBron. Hay que tener en cuenta que esa cifra de 5 millones por WAR por año en el mercado de la agencia libre es un «sobreprecio«, los equipos cuentan con tener jugadores en plantilla muy por debajo de esa relación (con contrato de novatos, renovados por algo menos de dinero, o jugadores que mejoren las previsiones). De hecho, si los Yankees, con el mayor presupuesto con muchísima diferencia (212 millones), pagaran toda victoria producida a ese precio, sólo comprarían 63-68, lo que les pondría entre los peores equipos de la Liga, muy lejos del Playoff. Pero ese es el precio que se paga en el libre mercado por un agente libre de acuerdo a su nivel, y me parece un indicador plausible para explicar lo que ocurriría con LeBron si hay guerra de ofertas.

Otro enfoque más conservador sería buscar el precio más justo: 1960 millones en salarios en la NBA tienen que comprar, entre unos equipos y otros, 1230 victorias (partidos totales de la temporada), lo que saldría a 1.6 millones por victoria. Este baremo no es muy bueno, entre otras cosas, por ejemplo, porque, los Lakers y Knicks con 135 millones, esperarían las imposibles 84 victorias. Como LeBron produciría 19.2 victorias (reescalando las Win Shares para que sumen 1230, ya que estábamos con datos de una temporada de sólo 66 partidos), merecería ganar tan sólo 30.7 millones. Si se hace pensando algo más lógico, que el precio de una victoria no es lineal (cuanto más quieres, más caras se pagan, simplemente por escasez del talento que te permite esto), y 135 millones tienen que comprar, por ejemplo, 65 victorias, a 2 millones por victoria, LeBron estaría valorado en 40 millones.

Así que después de tantas cuentas, tenemos un poco de todo: el contrato estimado para el mejor jugador de la temporada pasada podría ir de los 30.7 a los 66 millones, pasando por los 36 o los 41. A mi parecer, la cifra más alta, de acuerdo a los datos de Forbes, es prácticamente un tope, a lo que sólo se llegaría en caso de enajenación y capricho de un propietario. Esos 66 millones supondrían gastar prácticamente el 50% de la masa salarial de los equipos que mejor pagarían (Lakers y Knicks, recordamos, tendrían unos 135 millones disponibles según nuestros cálculos) en un jugador, algo inaudito en el mundo del deporte. La única forma de poder pagar eso, sería que un equipo estuviera dispuesto a formar un equipo de jugadores, o más bien malos, o dispuestos a cobrar mucho mucho menos de lo que les ofrecerían en otros lugares en torno a LeBron…o gastar unos 200 millones en salarios.

Y 200 millones, ya no en salarios, sino en ingresos, es una cifra a la que según Forbes no han llegado ni los Lakers, que llevan una década con una estrella como Kobe Bryant en plantilla, han ganado 5 títulos en el pasado reciente, tienen la tradición, están en el segundo mercado más grande y casi siempre han sido competitivos. Es decir, un equipo que ya saca prácticamente todo el dinero que podría exprimir, no se podría permitir semejante presupuesto sin muchas piruetas.

Por tanto, salvo alguna Prokhorovada, veo como lo más probable, los 40 millones bajos. Si la firma del contrato le coincidiera en el mejor momento de su carrera, es decir, ahora, tal vez podría llegar a 50. Pero viendo ejemplos como el del béisbol, o el de otros deportes en los que tampoco hay límite salarial, y jugadores dominando de una manera parecida a la de LeBron (me refiero a Messi o Cristiano Ronaldo), en un deporte de equipo, un jugador no aglutina la mitad del presupuesto. Por muy bueno que sea.

Y para el mejor ejemplo no nos teníamos que ir muy lejos: en la NBA está. Aquellos dos contratos que Jordan firmó en 1997 y 1998, de 30 y 33 millones, que en este caso sí eran equivalentes a la mitad del salario de su equipo, pero llegaron en condiciones más que especiales (contratos anuales, el resto de jugadores cobraba una miseria sin posibilidad de pedir más y Jordan había ganado 25 millones… en sus primeros 9 años de carrera juntos) me parecen un techo imposible de superar por el momento: es la tormenta perfecta, tanto por el personaje en cuestión, como por la situación.

Y enlazamos aquí con la frase inicial de LeBron, aquella que decía que «No creo que mi valor en la pista pueda ser realmente recompensado». Visto lo visto, lo más probable es, que hasta un mercado más libre, sin ataduras en los convenios, tenga la razón.

Las zapatillas de Nike para el All-Star

Estamos a nada del All-Star y como viene siendo habitual las marcas preparan sus nuevas zapatillas para esta gran cita del baloncesto NBA. Hoy te traemos lo que ha preparado Nike y según ellos nos vamos de misión extraterrestre

Lebron X All-Star

Los colores para Lebron vienen inspirados el en planeta NSP-LJ6 donde se encuentran diamantes y restos de meteoritos… tremenda esa mezcla de morado y tono rojizo… me encantan.

Kobe 8 System All-Star

Kobe se va al planeta NSP-KB24 donde llega como Guardían de los 5 Anillos en estas zapatillas con colores muy a lo Jupiter, naranjonas a más no poder y con ese toque verde que tanto nos gusta. Molonas a más no poder

KD V All-Star

Inspiradas en la materia oscura y llegando desdel el planeta NSP-KD35, colores verdosos marcianos para Durant.

En general tengo que decir, que las zapatillas de este año de Nike para el All-Star son sencillamente brutales, lo mejor creo en bastante tiempo.